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Austin y Payton odiaban tanto a Claire

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Austin y Payton odiaban tanto a Claire. Y verla todos los días en su casa no ayudaba en nada. Podían percibir lo falsa e hipócrita que era Claire; lo sabían por esas miradas cargadas de maldad y frialdad. Eran niños, pero no estúpidos.



Extrañaban a Louis, hacía tiempo que no lo veían, y es que el ojiazul se había alejado un poco, a veces lo veían en las noticias del espectáculo, siempre hablaban cosas feas de él, y eso les molestaba porque sabían que su Lou no era malo.



Se encontraban en el patio de la escuela esperando a que su padre apareciera. Llevaban más de una hora esperándolo, la maestra comenzaba a impacientarse. Los ojitos de Austin poco a poco se llenaban de lágrimas, y Payton lo abrazaba con fuerzas.



- É-él ven-vendrá... - sollozó Austin - ¿Ver-verdad?



- Sí, Austin. Él vendrá pronto. - le dijo suavemente, tratando de calmar a su hermano menor.



El auto de su padre se estacionó en la escuela, los dos corrieron desesperado hacia él, pero al notar que no era su padre quien conducía el auto, se detuvieron abruptamente.



- Vamos, chicos, es hora de irnos. - sonrió Claire, con esa sonrisa hipócrita muy bien conocida por los chicos.



- Buenas tardes, no puede retirarlos si no tiene la tarjeta de identificación para los padres. - informó amablemente la maestra.



- Oh, si. - sacó una tarjeta rosa y una anaranjada de su cartera de diseñador. - Me las dio mi novio para que pudiera venir a traer a estos lindos niños. - apretó exageradamente fuerte las mejillas de Austin, Payton inmediatamente lo quitó de su agarre.



- Bueno, en ese caso puede llevárselos, pero le pido que la próxima vez que venga a traerlos sea a la hora estipulada.



Claire rodó los ojos y asintió. Los niños ya estaban en el auto cuando ella entró. Ella comenzó a manejar, mientras que, a través del retrovisor observaba a Austin y Payton observarla con ojos de odio.



- ¿Saben? - retocó su maquillaje - Me importa una mierda lo que digan o piensen de mí, al final los tres sabemos que Harry nunca me dejará y que me preferirá siempre a mí sobre ustedes. Hemos estado hablando sobre la posibilidad de mandarlos algún internado en Manchester.- sonrió al ver las caras de los niños. - Él, básicamente, quiere deshacerse de ustedes para poder estar conmigo y tener hijos.



- T-tu es-estás min-mintiendo. - dijo entre lágrimas Austin.



- T-tu es-estás min-mintiendo. - se burló Claire - Eso es justamente lo que Harry quiere, deshacerse de ustedes para tener hijos conmigo, hijos que no sean tartamudos. - dijo rudamente con una sonrisa en su rostro.



- Te odio. - dijo Payton. Claire se encogió de hombros.



- No me importa, querida.



Y, probablemente, los chicos le creyeron. Harry estaba prácticamente segado por ella; él le creería cualquier cosa que dijera.



Llegaron a su casa y los dos subieron a sus cuartos sin siquiera saludar. Harry se enojó mucho, sus chicos estaban perdiendo poco a poco los buenos modales.



Subió al cuarto de los niños. Oyó pequeños sollozos de parte de Austin.



- ¿Qué les sucede? - preguntó tratando de calmar su enojo. Ninguno de los dos contestó. - ¡Están teniendo una actitud de mierda! - gritó, Austin chilló más al oír los gritos de su padre. - ¡Ya cállate! ¡Me tienes harto!



Harry no fue consiente de lo que dijo hasta que vio los ojos de sus hijos llenos de dolor y tristeza.



- Lo sien...



- Ella es el problema. - dijo calmadamente Payton. - No eres capaz de darte cuenta de lo mala y manipuladora que es.



- No entiendo porque la odian tanto, ella es una buena mujer. Quiero que los dos recapaciten sobre ello. - y con eso dicho, salió del cuarto.



Payton rápidamente se levantó de la cama, puso seguro a la puerta y luego busco entre su closet una pequeña alcancía.



- Dice usar sólo en emergencias, yo creo que esta es una. - dijo. Tratando de no hacer ruido la rompió e inmediatamente billetes de hasta cincuenta dólares se esparcieron por el piso.



- ¿Q-Qué ha-haremos? - preguntó Austin, limpiando sus ojos con las mangas de su suéter.



- Nos iremos... Iremos donde Lou. - sonrió anchamente, acción que Austin también copió.



Los dos prepararon sus mochilas con ropa, Payton recogió el dinero, esperaron pacientemente hasta que las luces se apagaron. Llamaron a un taxi, y este llegó en un corto período de tiempo.



- ¿Vienen con sus padres? - preguntó el taxista.



- No...



- Entonces me temo que no los podré llevar. - Payton sonrió pícaramente.



- No venimos con padres, pero sí, con unos doscientos dólares de propina que sería un gusto darle por su excelente trabajo.



El taxista no lo pensó dos veces, manejó hasta la dirección que los chicos le dieron. Al llegar, como lo había prometido Payton le entregó los doscientos dólares.



- Un gusto hacer negocios con usted. - Payton sonrió y se alejó, Austin se despidió de su amigo el taxista agitando la mano.



Caminaron dentro del edificio donde vivía Louis. Al llegar a la puerta 128 tocaron repetidas veces, esperaron pacientemente. La puerta se abrió, y un Louis con ojos rojos e hinchados los recibió.



- ¿Qué hacen aquí? - preguntó sorprendido.



- Queremos vivir contigo. - dijo firmemente Payton.



Louis sonrió enternecido, y esa era una sonrisa que los chicos no veían hace más de un mes. Con solo ese lindo gesto de Louis, ellos se sintieron en su hogar, un verdadero hogar. Hace mucho no tenían esa linda sensación de sentirse en un hogar. Definitivamente, la sonrisa de Louis podía cambiar el humor de cualquier persona. La sonrisa de Louis era mágica.



Louis los llevó a la sala, no sin antes darles un pequeño beso en la frente a cada uno.



- Hay un poco pastel de chocolate... - vio directamente hacia Payton. - sin fresas, ¿quieren? - los dos niños asintieron entusiasmados.



Los niños ya habían comido sus tres porciones de pastel.



- Ahora sí. ¿Quien les dio permiso de venir a estás horas de la noche? - los dos niños evitaron el contacto visual con Louis.



Los niños le contaron todo a Louis, y el ojiazul no pudo entender la manera en la que estaba actuando Harry. No entendía cómo podía dejarse manipular por Claire.



Los tres estaban dormidos en la cama del ojiazul. Dormirían juntos, después de casi un mes sin verse, no querían separarse.



- Buena noches, mis pequeños. - dijo al ver que los niños estaban profundamente dormidos. Sonrió anchamente y luego beso las sienes de los niños. - Los amo.



Simplemente... Louis |l.s| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora