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"... Si eres el mar que puede contener

el río desbordado de mi amor

por que no puedo correr libremente hacia ti..."

España, Julio 2015

   Los futbolistas siempre tienen fama de mujeriegos, se ofenden al escucharlo, lo niegan y hasta pelean con quien sea negandolo. Solamente ellos sabrán las cosas que han pasado en las concentraciones, yo fui una de esas "cosas".

—Que bueno que llegaste temprano, así podemos cenar juntos en la habitación.— dijo saliendo del cuarto de ducha con tan solo una toalla tapando debajo de su cintura. Yo aún acostada en aquella gigante cama después del recuentro, no podía despegar mi mirada de su espalda.

—Si, supongo ¿Nadie dice nada sobre esto? Estás concentrando. Yo si fuera tu compañero, capitán, no tendrías a nadie acá.—  caminé, recorrí su espalda con mis manos, sonrío mientras daba media vuelta para verme.

—Sos una huésped mas, Cami. No pasa nada, acá nadie ve ni escucha nada.— puso un mechón detrás de mi oreja.

¿Y tu compañero de habitación?

—Estamos en tu habitación. No importa, él debe estar feliz viendo tv. No hagas tantas preguntas y disfruta un poco ¿Cuando tenes que volver?—  Me besó.

— En tres días. Empiezo de nuevo el cursado en cinco.

—¿Y como fueron esos finales? No hablamos nada, te extrañé bastante.

—Mañana a la hora del partido seguramente me pasen la nota de uno, asique cuando te felicite por ganar, te cuento.— estaba casi segura de haber aprobado, pero así es la vida universitaria... Nada es seguro.

   La comida llegó y pasamos el rato hablando de nuestra vida. Prácticamente no nos conocíamos y aunque él era la persona más tímida del mundo, conmigo no parecía.

   Terminamos nuestros platos y pasamos a hablar pero esta vez en la inmensa cama, era increíble pasar tiempo con él. Luciano nunca había sido así de atento y cariñoso conmigo. Y eso quizá me daba un poco de miedo.

—Con vos esto es diferente, no es solo sexo, y me gusta.— dijo, como leyéndome el pensamiento. Estaba apoyada en su pecho mirando la pared, sonreí ante la sensación de mariposas en mi estómago.

—Diferente o igual, es nuestro.— dije para besarlo nuevamente. Tenía que disfrutar.

Por siempre || Enzo PerezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora