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  Mi bicicleta, testigo fiel de mis locuras, me acompañó en ese viaje introspectivo que improvise la mañana posterior a mi último encuentro con Enzo

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  Mi bicicleta, testigo fiel de mis locuras, me acompañó en ese viaje introspectivo que improvise la mañana posterior a mi último encuentro con Enzo. Mate, una manta que mis amigas y yo utilizábamos para venir a estos lugares, auriculares y emprendí viaje.

   Pensé tanto en él, en nosotros, en mi posible estado. En el daño que me provocaba y lo bien (aunque suene masoquista) que me hacía quererlo como lo hacía aunque no era lo suficientemente correspondida.

   Me lamentaba por todo mientras aumentaba el ritmo al que iba, el aire de la ruta llenaba mis pulmones, tenía la falsa sensación de soltar.

   No debí haber aceptado volver con él.

   Jamás debí contestar ese mensaje.

   Nunca debí viajar, ni aceptar sus regalos, mucho menos la llave de su departamento. Era obvio lo que era para él. Un escape del Enzo real, del Enzo esposo y sus responsabilidades.

   Pero ¿Cómo no iba a aceptar volver con él aquella noche? Si fue mi mejor experiencia, la primera vez que sentí tanta conexión en el sexo. En su auto. En realidad, no he estado con otra persona desde que estoy con él, no se si existe alguien mejor en un futuro. Siempre le fui fiel, claramente él era otra cosa.

   Después de una hora, encontré una bajada al dique. Ingresé, respire profundo y me senté en una roca. Era temprano, no había nadie, el lugar estaba muy escondido.

   Pensé hasta el cansancio cómo iba a seguir después de esto. Tomé mi celular, no tenía recepción de señal en este lugar. Leí los mensajes que Enzo me había dejado desde que me fui en la madrugada del departamento a casa. Estaba preocupado, supongo.

   Escuché aquel audio donde me dijo lo mucho que me quería después de la final en Madrid, y las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos. Estaba triste, tenía todo en la vida: trabajo, estabilidad económica, una familia que me ama, amigos... pero me faltaba él, o mejor dicho iba a faltarme.

   Mire mi vientre aún chato, y por primera vez pensé en lo bien que me sentiría por tener un bebé. Mi vida estaba un poco inestable, pero sin duda todo se superaba.

Te prometo que vas a ser feliz pase lo que pase bebé.

   Sentí como un auto se acercaba en dirección al lugar. Perfecto, adolescentes con un kayak, chau paz, pensé.

   Mire de reojo a los integrantes de la comitiva, y para mi puta mala suerte ahí estaba él ¿Justamente tenían que venir a esta bajada habiendo miles? Intenté pasar desapercibida, nadie había visto que era yo, pero en el instante en que iba a subir a mi bicicleta Franco me reconoció.

¿Cami?— cerré mis ojos ¿Tanto me vas a odiar vida?

   Insistieron para que compartiera ese asado con ellos. Conocía a todos, había compartido colegio con algunos. Incluyendo a Julián. Él había sido mi primer amor platónico, jamás me notó, siempre fui una compañera más para él. Junto con Enzo eran mi debilidad en la adolescencia, bueno, en mi niñez también.

   Después del abundante almuerzo y de sacar unas cuantas fotos, agradecí y me dispuse a emprender viaje a casa.

Te llevo.— intercede Enzo ¿Realmente acaba de decir eso? Lo miro confundida. Quien lo entiende.— Digo, no es seguro que vayas en bicicleta, en poco tiempo se esconde el sol.

Vos tomaste, negro. Es lo mismo.— dijo Julián riendo.

Si. — solté como si no me interesara nada de lo que me había dicho. — has tomado, es igual de peligroso.

Dale, acepta. Me mata Walter si te pasa algo. No es seguro que bajes a Mendoza en bicicleta, Cami.— había tomado un tanto de más. Intente evitar que haga algún papelón y terminé cediendo.

   Colgamos mi bicicleta de la camioneta, y me senté en el lado del copiloto esperando, no sin antes saludar a todos.

No pienses que uso esto como una excusa.— soltó como si nada, casi indiferente, al momento que salimos a la ruta.

¿No? Que loco, parece que sí. — estaba un poco harta de todo. Lo quería, pero debía aclarar cosas que quizá me abstuve anoche.— si vas a dejar de lado lo que teníamos, hacelo. Ya está. Anoche hablamos sobre como tenemos una vida en común, familia y amigos también. Enzo nada de esto es fácil, y para mi creeme que es muchísimo menos fácil. Pero creo que si realmente la amas tenes que cortar todo esto. Ignorame, hace de cuenta que no existo.

¿Vos pensas que no quiero?— me miró un segundo. Yo estaba mirándolo, quería que fuéramos sinceros. — pero te veo y todo en la vida se me borra. Todo.

Disfruta tu presente Enzo. Disfruta tu hermosa familia, disfruta. Que yo no soy más que un capitulo que sabemos solo nosotros. Pero fue lindo mientras duro. Ahora somos solamente conocidos padrinos de Ele y nada más.

Algo no me deja irme de vos. Siento que no puedo, Camila. Perdóname, yo tampoco sabía que ibas a estar acá.

Insistis en traerme, es lo mismo. No me hables más, no me busques. No me llames, recupera todo con Florencia y sean felices. Yo voy a hacer mi vida.

   Se quedó en silencio mirando el camino unos cuantos minutos. Mi celular comenzó a vibrar. Notificaciones, ahora si tenía cobertura.

   Más mensajes de Enzo, no me referí a ellos. Preferí dejar todo ahí. Llegué a casa, baje la bicicleta le agradecí rápidamente el haberme traído.

   Lloré unos minutos en silencio, tomé una ducha y agradecí estar sola todo el día. Revisé una vez más mis redes sociales y pude ver como Julián había enviado una solicitud de seguimiento en instagram. Sonreí, mi yo de 12 años está saltando de felicidad.

jul.f

Dique Potrerillos, Mendoza.

Dique Potrerillos, Mendoza

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Jul.f ¡Que lindo verte Campeón!

Por siempre || Enzo PerezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora