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Mendoza, Argentina; mayo 2017

Llegué al departamento después de una mañana intensa de cursado. Había aceptado las llaves y de vez en cuando pasaba tiempo acá. Enzo estaba concentrando eso quería decir que hablaríamos algunos minutos después de bañarme.

Tengo una propuesta de River. — soltó emocionado al atender.

¿Qué?— dije sorprendida. Se rumoreaba que en este mercado de pases el club dejaría todo. Jamás pensé que Enzo.

¡Me llamó Enzo!— dijo sumamente exaltado. No podía emitir sonido ante la sorpresa. — ¿Estás ahí, linda?

Si, creo. Ay Enzo, no sé qué decirte. Me muero, un jugador como vos ahora en River. — caí en cuenta de su contrato. Según alguna vez me dijo era hasta 2019 ¿Iban a dejarlo?

Voy a hacer todo lo posible por irme, no soy tenido en cuenta... Y estoy a un paso de cumplir el sueño de mi vida. — estaba tan feliz, estábamos felices. — Aparte vamos a estar un poco más cerca.

Un poco, igual. Para un poco, tiempo al tiempo. — intenté calmarlo. Ni yo tenía esa calma realmente.

Voy a hacer los esfuerzos económicos que sean necesarios. Después de este partido no voy a jugar más, ya lo sé. Hablé con Flor y para los nenes también estaría bueno que volvamos a Argentina. — un sentimiento de culpa y también un poco de envidia se apoderaba de mí cuando la nombraba.

Me alegro como hincha y como Camila. Sé que es tu sueño, y me emociona mucho que lo cumplas.

Ahora solo te faltan algunas materias para cumplir el tuyo, linda. — sonreí al pensar en tener después de tanto esfuerzo mi título en mano.

En un mes empiezo a rendir.

¿Estás en el departamento?

Sí, vine por esta semana. Necesito estudiar lo más que pueda. Fran me liberó de trabajar estos días asique tengo que seguir.

Entonces te dejo, que tu tarde sea tranquila, bonita.

Gracias, lindo. Nos hablamos. Que descanses y éxitos en el partido de mañana.

Y si me preguntan qué era lo mejor de mi relación con Enzo, sin duda diría la nula atadura que teníamos el uno con el otro.

Preparé la mesa del living, mate y música. Me costaba eternidades poder sentarme a estudiar, principalmente por las distracciones a las que estaba sometida permanentemente. Internet, el peor enemigo de un estudiante.

Cuando me dispuse a estudiar, golpearon la puerta del departamento. Me pareció raro y sumamente sospechoso, ya que este departamento estaba supuestamente alquilado.

Hola.— dije al encontrarme del otro lado a un chico de aproximadamente unos 24 años. Muy lindo a decir verdad.

Hola, soy Lautaro. Y creo que te has estacionado en mi lugar de la cochera. — sentí un calor subir por mis mejillas que seguramente para ese momento ya estaban totalmente coloradas. Me confundí de número, me muero.

Caminamos juntos al ascensor, era nuevo en el edificio, como yo. Le mentí, le dije que vivía alejada de la ciudad y como cursaba acá algunos días venía al departamento.

Lautaro tenía 23 años y estudiaba ingeniería en petróleos, en la misma universidad que yo, cursaba quinto año de esa carrera. Muy inteligente, pensé, era una de las ingenierías más complicadas.

Me invitó esa misma tarde, después de acomodar nuestros autos y charlar alrededor de 40 minutos, a tomar algo a su departamento. Accedí, después de todo me venía bien un poco de distracción entre tanto estudio.

Ya en su casa me dí cuenta de lo mucho que combinaba todo con su forma de ser, o al menos el concepto que tenía al conocerlo. Todo blanco, ordenado, limpio, impecable como Lautaro.

Después de dos cervezas decidí volver a estudiar, nos despedimos con la promesa de otra cerveza pero esta vez en mi departamento. Bueno, el de Enzo.

Al entrar recordé que no tenía mi celular conmigo y no lo había extrañado gracias a la grata compañía de Lautaro. Tenía dos llamadas de Enzo, me dio miedo por un momento pero al instante leí un mensaje que me había dejado y eso me puso feliz.

"Queda la oferta para que sea un hecho, cuando cortamos me llamó mi agente y hay trato. Descansá ¡TE QUIERO! "

Por siempre || Enzo PerezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora