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26 de mayo de 2018; Mendoza, Argentina.
Desde esa noche en el hotel hasta que salió la lista de convocados para representar a la selección en el mundial, no había hablado con Enzo ¿La razón? Estaba harta de ser la otra, de que simplemente me deje de lado ante Florencia. Había aceptado en un principio, pero no estaba dispuesta a seguir.
El día de mayo día en que salió la lista de convocados estaba sola en casa. Había dejado el departamento de Enzo, después de todo llevo ignorando dos meses, no tenía nada que hacer ahí.
La pantalla de mi celular se iluminó. Era Enzo. Decidí atenderlo, supuse que estaba triste. Y no me equivoqué.
Me pidió que nos viéramos, lo noté angustiado, accedí. Me partía el alma escucharlo así. Dejé mi maleta a un lado y me dirigí al departamento. Estaba ultimando detalles, en unas semanas estaría en un avión rumbo a Rusia con papá. Era mi regalo de cumpleaños, estaba sumamente feliz.
Para Enzo el saber que no había sido elegido entre los 23 jugadores que defenderán la celeste y blanca en Rusia, fue un golpe duro. Tuvo esperanzas hasta último momento, pero su declive futbolístico en este último tiempo era notorio y ESTE Enzo no estaba preparado para poner pies en suelo Ruso según Sampaoli, el técnico.
Entré y estaba todo un poco desordenado. Me fui en un arrebato después de lo que pasó, busqué mis cosas, pero deje todo por todas partes. Mientras ordenaba un poco el departamento siento el ruido de la puerta, doy media vuelta asustada y lo veo entrando. Estaba hermoso.
Corrí a abrazarlo como hacía mucho no lo abrazaba. El enojo se fue de mí por esos minutos.
— Hola contadora hermosa. ¡Felicitaciones!— dijo abrazándome fuertemente, dejando de lado su malestar felicitandome. Hacía dos semanas había rendido mi última materia, auditoría. Ahora oficialmente soy la contadora Camila Lourdin. Más allá de eso se notaba su tristeza, sus ojos no brillaban.
— ¡Gracias Enzo! ¿Cómo estuvo el viaje?
— Tranquilo, corto ¿Vos que hacías?— había venido a refugiarse en su gente, la noticia después de haber sido partícipe de la clasificación lo había lastimado.
— Ordenaba un poco el lugar. Me fui rápido y no vi como había dejado todo. ¿Vos te vas de vacaciones? — solté mientras seguía ordenando. No quería verlo a los ojos. Quería besarlo.
— En cinco días salgo a Brasil ¿Vos cuando viajas?— hizo una mueca con sus labios. Que hermoso que es.
— Falta un montón. El 12 de junio recién. — dije sentándome al lado de Enzo en el sofá.—¿Mate?— intenté ser amable.
—Decime que yerba no hay. —comenzamos a reírnos de manera exagerada ante el chiste y lo perdone tácitamente, siempre lo perdone. Finalmente contestó.— a los tuyos no puedo decirles no.— largó una tímida sonrisa, observé embobada sus labios y fui rápidamente a la cocina a preparar las cosas para el mate. Sentí cómo me siguió.
— Quedate tranqui que no voy a ponerle cianuro al agua. — vertí la yerba en el mate y sentí un beso en la nuca. Sonreí y solté.— No empieces.
— No puedo con vos, me encantas.
— Enzo ¿Vamos a seguir como si nada hubiera pasado? — me aleje con el mate hacia el sofá de la sala.
— No. — dijo incómodo. — Perdón. Sé que vivo haciendo todo mal y yo quiero lo mejor para vos. Pero me siento cómodo y yo mismo cuando estoy con vos. No tengo la presión de ser esposo, padre. Simplemente somos nosotros. Perdoname, Cami.— sonreí rendida ante él. Odiaba mostrarme débil, pero él era mi debilidad, nunca pude contra él. Me tomó por la cintura, me obligó a acercarme con delicadeza quedando cara a cara, y besó mi frente.
En ese momento no lo supe ver, pero con el paso tiempo él veía alguien a quien proteger. Y no niego, a mi me gustó.
Aquella tarde elegimos una película, y la vimos abrazados mientras tomábamos mates, nunca en la vida volví a sentirme tan cómoda en una situación igual.
