Capítulo XIV. La regla tácita.

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En la mañana siguiente, luego de haber hablado con Claudia durante horas y habernos dormido algo tarde nos levantamos y nos preparamos para bajar desayunar.

Cuando bajamos estaban sus padres esperándonos con el desayuno listo.

-Buen día chicas.-

Dijo la mamá de Claudia.

-Buen día.- Respondimos al unísono.

-Sophie, tu madre ha llamado hace unos minutos. Quería saber si habías pasado la noche aquí como habíamos acordado y que vayas a tu casa en cuanto termines de desayunar.

Y Clau, hija. Necesito que hoy te ocupes de la casa. Tu padre y yo aprovecharemos el día para salir, regresaremos tarde. Posiblemente por la madrugada.-

-Sí mamá.- Respondió Claudia mientras tragaba su desayuno como si no hubiese un mañana. Siempre ha sido de buen comer... Sonreí levemente y continué con mi desayuno.

Después de desayunar los padres de Claudia se despidieron y me recordaron nuevamente que vaya a casa. Le dije a Claudia que me acompañará y luego volveríamos para limpiar y ordenar juntas. Después de todo yo pasaría ahí tres días seguidos y no quería ser una inútil. Además tanto en mi hogar como en el de ella ambas éramos como de la familia. Así que cuando hacíamos algo mal nuestras mamás solían regañarnos por igual, lo mejor era evitar que su mamá se moleste.

Así que nos fuimos a casa. Mamá quería verme antes de ir a hacer su guardia en el hospital. Le tocaba 48hs. Y me dijo que no hacía falta que fuese al día siguiente porque como yo me quedaría con Claudia mi padre iría a pescar con sus amigos. Así que nos quedamos un rato con mamá y luego volvimos a casa de Claudia a hacer lo que le dejó encargado su madre.

Cuando estábamos llegando, lo vi, junto a la casa de Clau. En el patio con una morena que sin dudas era Sabrina. La reconocí por sus rizos y porque ya la tenía vista desde hace tiempo, cuando ella iba a esperar a Víctor a la salida del Instituto. Estaban muy románticos, hablando en plena acera tomaditos de las manos.
Cuando más nos acercabamos, más nerviosa me ponía, porque irremediablemente debíamos pasar por donde estaban, ya que estaban parados en la acera. Cuando estabamos lo suficientemente cerca no sé exactamente como, pero con mi mejor cara de póker lo miré sin más y él me devolvió una breve mirada. Como si yo fuera nadie. Como si no existiera. Como si nunca nos hubiésemos besado.
Y cuando pasé junto a "la parejita feliz" así como me besó a mí, le acarició la mejilla, se acercó y la besó.
Sin más... Y yo no era más que alguien desconocido que pasa junto a una pareja de adolescentes por la calle.

Sentí que se me iba a salir el corazón. No sólo hizo de cuenta de que en su perra vida me había visto, sino que justo cuando pasaba casi por su lado, la besó.
Así, sin más...
Claudia se limitó a mirarme en silencio.

Miré hacia otro lado fingiendo perfectamente desinterés y continué caminando. Después de eso entramos a casa de Clau.

En cuanto pusimos un pié dentro, Claudia, que venía roja de rabia comenzó a maldecir a los cuatro vientos.

-¡Hijo de perra! Lo odio. Yo sabía que era así. No sé por qué te ayudé con él.-

-Por mí, me ayudaste porque sabes cuánto me gusta. Además yo ya sospechaba que las cosas serían así.-

Estaba más que claro que Claudia estaba muy enojada, debía calmarla o era capaz de ir y armar un escándalo ahí mismo.

-Claudia escúchame. Yo supe desde el principio que él jugaría conmigo. ¿No lo hace siempre con todas? Acepté las reglas. Yo también jugaré.- Le dije tratando de soñar convencida. Aunque por alguna razón no lo estaba. Verlo con Sabrina no me había hecho ni pizca de gracia.

Luego de eso me puse a pensar que lo nuestro sería así. Que nadie más que los que nos habían visto juntos, o sea Claudia y Florencia, sabrían que teníamos algo.
Evidentemente, no debíamos saludarnos en público. Y lo más importante, ignorarnos cuando su novia esté cerca. Lo tendría en cuenta.

Para después del mediodía día ya teníamos la casa impecable. Y Claudia decidió que podríamos tomar unos batidos mientras mirábamos películas.

Luego, como siempre ella tan curiosa rompió el silencio.

-¿Estás segura Sophie?.-

-¿De qué hablas?-

-No te hagas. Sabes de quién hablo. Es que aún estás a tiempo. No será la única vez y tal vez luego si duela, y mucho. ¿Segura que quieres continuar con ése jueguito que se traen?.-

-Si Clau, estoy segura. Sabes mejor que nadie que me ha gustado hace tiempo. No me voy a echar hacia atrás ahora que he logrado algo. Con tu ayuda claro. Y espero que siga siendo así.-

-Yo te ayudaré siempre en lo que me pidas Clau. Pero como vea que te hace daño, si no lo dejas tú, yo misma me encargaré de separarlos, falo por hecho.-

-Está bien.-

Luego de ésa conversación el fin de semana de pasó volando. Víctor se había pasado una que otra vez por casa de Claudia y tal como pasó el fin de semana se pasaron algunos meses...

Entre encuentros a escondidas, miradas furtivas, escapadas y demás. Nunca avanzábamos en nuestra "relación".
Lo nuestro se resumía a eso, andar a escondidas, pasarlo bien un rato y en público volver a hacer de cuenta que no nos conocíamos.

Lo único que había cambiado en ésos meses eran mis sentimientos. Ya no era un juego para mi. Mi corazón quería más. Y estaba dispuesta a intentarlo todo.

No estaba segura de si fuera bueno, pero aunque jamás nos habíamos dicho palabras bonitas y demás, sabía que había comenzado a quererlo.

Pero había un problema en el medio.

Sabrina.





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