Capítulo XVII. Decidida.

49 12 0
                                    

No era consciente del tiempo que pasó mientras estuve husmeando entre sus redes sociales.
Habían pasado al menos unos cuarenta minutos.
Después de recordar todo aquello que ya saben... O séa, me entienden... No quiero ruborizarme otra vez.
En el mismo álbum de la fotografía de ése día de la fiesta, había otras que aparentaban ser bastante viejas. Y entré ellas había una en donde se podía ver a Víctor de al menos diez años menos.
Lo deduje por su estilo de ropa y cabello, era más o menos del tiempo en que andábamos juntos.
Junto a él, en la fotografía salía Sabrina. Y...
Ya no quise seguir viendo. Apagué mi laptop y llamé a Clau. Nos habíamos visto hacía poco, pero como Adam no estaría por algunos días tenía aún más tiempo libre y nadie con quien compartirlo.
Y aunque ya pasaba la media noche, era fin de semana y Claudia nunca decía que no a algunas cosas.
Después de dar algunos tonos ella respondió.
-Oye Clau ¿Te molesta si vuelvo a tu casa?-
-Claro que no. ¿Qué pasa So?¿Estás bien?.-
-Sí... Sólo... Necesito algunos tragos.-
-Supongo que los de hace rato no fueron suficientes, claro que sí. Ven. Aquí te espero.-
-Ok. En Cinco minutos estoy ahí.-

Como dije, en algunos minutos estaba llegando a su casa. Desde algunos metros se podía ver a alguien apoyado sobre un auto que estaba estacionado junto a la casa de Claudia. Y no hace falta que les diga quién era. ¿O si?
En fin, a medida que me iba acercando, no podía controlar los nervios. No sabía que hacer.
En cuanto me aproximé lo suficiente él se paró frente a mi impidiéndome el paso.
-¿Adonde vas tan solita?
Me dijo sonriendo, mirándome de arriba a abajo.
-¿Perdón? Sal del camino.-
Él continuó ignorando totalmente lo que acababa de decir.
-Hola Chiquilla. ¿Cómo has estado?.-
Dio un par de pasos acercándose un poco más.
-Bien supongo.- Dudé antes de preguntar. -¿Y tú?-
-Me alegro. Supongamos que yo igual. No me haz respondido.-
-¿De qué hablas?-
-¿A dónde vas tan solita? ¿Acaso no tienes a nadie que te acompañe? Si quieres que yo lo haga, estoy disponible para ti. Como lo estaré siempre.- Me miró y sonrió como si fuese un niño a instantes de cometer alguna travesura.
-Voy a casa de Claudia. Y no necesito que me acompañes. Gracias.- Respondí. Cuando me dispuse a seguir mi camino, me tomó de la mano, metió su otra mano en mi bolsillo y tomó mi celular.
-¿Oye qué crees que haces?- Mi tono no era para nada amigable. Que me secuestren y me quiten un riñón no me afectaría tanto como que alguien tome mi celular sin preguntar.
-¿No es obvio? Quiero dejarte mi número por si cambias de opinión. Hmm. Una niña buena. Sin clave. Será que no tienes nada que esconder... Aún.-
-Dame mi móvil.- Dije tratando de ignorar lo que acababa de decir.
-Listo. Ya tienes mi número. Cuando quieras llámame. Sé que lo harás Chiquilla.-
-No estés tan seguro, y no me llames así.- Respondí y continué caminando.
Él levantó un poco la voz y dijo.
-Sé que querrás... Chiquilla. Ésta conversación ya la habíamos tenido. ¿Es que no recuerdas?-
No Respondí ni volteé a verlo, era obvio que estaría esperando a que lo haga.
  Y moría de ganas de hacerlo. Pero no lo hice, me apresuré y llegué a casa de Clau.

Golpeé la puerta, me atendió y me dijo que entrara.
-No te imaginas... No te imaginas lo que tengo.-
No podía dejar de sonreír como una idiota.
-¿El número de Víctor?-
-Demonios Claudia ¿Como es que haces para saber todo?-
-Sophie. No te asustes pero hay unas cosas que te permiten ver a través de ellas, se llaman ventanas. Como tardaste, me asomé a ver si venías y los vi conversando. Por cierto. Se te acercó bastante.-
-Tanto que casi no me controlo.-
Ambas soltamos una risa.
-Ok ahora prepararé unas margaritas. Tu y yo nos debemos una charla.-

Al cabo de aproximadamente dos o tres horas, ya estaba algo pasada de copas. Y Claudia igual. Por lo que después de tantas risas nos encontramos en la etapa de ebrias melancólicas.
No aguanté más y le pregunté qué era lo que le estaba pasando. Porque anteriormente ya la había notado algo extraña.

-Estoy haciendo todo mal Sophie. Todo. Por las noches, no puedo dormir. La culpa me está matando- Soltó en un susurro ahogado por lo que pude interpretar como un sollozo reprimido.
-Claudia querida, no eres una mala persona y sea lo que sea que te esté haciendo sentir culpable no creo que sea tan grave. Eres una buena persona y por eso tal vez te sientes así.-
-Sophie, si tú supieras. No dirías lo mismo.- Ya no se aguantó y se le escaparon algunas lágrimas. Como Claudia siempre pretendía ser fuerte, se subió al sofá y dejando la copa que tenía sobre la mesa, tomó una botella que habíamos abierto antes y con la botella en la mano cual grito de guerra exclamó: -¡ODIO A LOS MALDITOS HOMBRES Y AL PUTO AMOR!-
Luego, como pudo subió a su habitación. Claro que yo la seguí. Ella llevaba la botella en la mano y yo un vaso bastante lleno aún.
Una vez en el cuarto se desplomó sobre la cama, volcando el contenido de la botella sobre su ropa.
Ambas comenzamos a reír nuevamente. Supuse que eso era una clara muestra de que no quería seguir hablando del tema, así que no volví a preguntar.
Por otra parte fue ella quién empezó a interrogarme ésta vez.
-So. Dime. ¿Como estás con todo esto? Yo sé que su regreso no te ha hecho ni pizca de gracia. En su momento fuiste tú quien desapareció y claro que tuviste razones de sobra para hacerlo, pero luego por una u otra razón regresaste. Yo creo, que tal vez, el tuvo las suyas para volver también.-
-Con la diferencia de que cuando yo regresé no lo estuve acosando. No entiendo Clau. ¿Porqué no me fue a buscar en ése momento? ¿Por qué no me detuvo antes? ¿Por qué ahora?.- Le hice aquellas preguntas sabiendo que ella no podría responderlas, y el dolor estaba creando un gran nudo en mi pecho.
-Sophie, lo siento por haberte ocultado muchas cosas, pero entre todo eso, lo que más me duele es haberte ocultado que él te buscó. Les preguntó a cada una de tus amistades si sabían dónde estabas, dónde te podría encontrar, nos llamaba, incluso pasaba horas fumando en aquel lugar donde solían verse. Lo siento Sophie. No creí que fuera buena idea decírtelo. Pero... Así tal vez  entiendas por qué el ahora regresa y lo sigue intentando contigo.-
-Eso no cambia nada. O sí. Pero sabes cuánto he sufrido por el simple capricho de querer estar con él. No quiero que vuelva a pasar. Se lo que se siente tenerlo y perderlo, no quisiera volver a pasar por eso.-
-Sophie. Sólo tú puedes decidir si vale la pena arriesgarse otra vez. Sólo tú sabes si es lo que en realidad quieres.-
-Tienes razón. Y obvio que quiero. ¿Acaso tú no has visto lo bueno que está?.- Bromeé para aliviar las tensiones.
-Claro que lo he visto. Pero con medio ojo. Porque sé que aunque no sea oficial, Víctor tiene dueña. Y eres tú.-
Dicho esto note que aunque lo quiso disimular, y cualquiera se lo hubiese pasado por alto, que algo claramente no andaba bien. Pero decidí que en su momento seguro ella sola me lo confiaría.
-Pues claro querida.-
Estuvimos un rato más tomando y bromeando y luego nos quedamos dormidas. No me preocupaba por el horario ya que al otro día, como era sábado yo no trabajaba.

Tal vez en otra vida...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora