Capítulo XVI. Luz de luna.

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Todo iba bien en la fiesta, recuerdo que nos divertimos bastante al principio. Claudia, Florencia, y yo nos la estábamos pasando muy bien, hasta que en un momento se me acercó Adam y me alagó diciendo que estaba hermosa para luego invitarme a bailar.

En eso llegó Víctor de vaya uno a saber donde, aparentemente, se le había hecho tarde y vio a Adam hablándome al oído. Claro que no había otra manera de hacerlo, ya que la música estaba demasiado fuerte.
Cuando lo vi acercarse, pude notar que no le había hecho ninguna gracia vernos juntos. Se acercó y por lo visto se olvidó de disimular nada. Empujó con el hombro a Adam mirándolo listo para atacar, me tomó de la muñeca y me dijo al oído que salga con él un momento.
Claudia, que estaba junto a mí bailando con Flor y otros dos muchachos nos miró como intentando descifrar la situación. Le hice un gesto ligero para darle a entender que ya regresaba y salí con Víctor aún prendido de mi brazo.
Una vez fuera no pudo contenerse...

-¿¡Oye! Qué hacías con ése tipo?- Por su tono era claro que estaba bastante alterado. Y sinceramente, no me había gustado ni un poco.
-¿De qué me hablas? ¿A ti qué te importa? ¿Es que acaso cada vez que te veo con alguna de tus conquistas yo te hago un escándalo? ¿A qué viene eso Víctor?- Me encontré levantando la voz más de lo necesario. Realmente su planteo me estaba sacando de quicio.
-Sophie tú...- Su tono había cambiado pero aún estaba molesto. Lo interrumpí aún más molesta, estaba furiosa. Si quería quejas ahora las tendría. Y no sería él quien me cante las cuarenta.
-Ahora te callas y me escuchas.- Lo empujé despectivamente apoyando la punta de mi dedo índice sobre su pecho. Y continué, más que hablando, gritando.
- Que te quede claro Víctor, tú no tienes ningún derecho sobre mí. Y no tengas dudas de que yo no soy tuya ni de nadie, así que más vale que te vayas calmando o te olvidas de mí.- No le di tiempo a responder y me di media vuelta hecha una furia. Me estaba alejando cuando después de algunos pasos sentí que me tomó del brazo y me acercó hacia él.
Me dejé llevar, pero aún estaba molesta así que me negué a mirarlo. Mientras me hablaba yo veía hacia otro lado.
-Escucha bien Chiquilla.-
Nunca supe por qué me decía así, pero cuando lo hacía o me molestaba demasiado o me convencía totalmente de casi cualquier cosa. Y al parecer él lo sabía.
-No eres mía, pero... Bien que quieres que yo sea sólo tuyo. ¿Me equivoco?.-
Me dejó sin palabras. Era cierto, pero ya había asumido que las cosas serían así. Que lo nuestro sería algo imposible. Finalmente bajó un poco la mirada y me recorrió con la vista de pies a cabeza...
-Que sexy se te ve en ése vestido que invita a mucho con tanta transparencia. ¿Sabes? Me están volviendo loco tus piernas.-
Miró mis labios y mordió los suyos. Se inclinó un poco y me besó. Le correspondí el beso. Estuvimos fuera un rato, sólo estábamos abrazados, besándonos y en silencio. Nada nuevo. La verdad es que no hablábamos mucho.
Después de casi una hora le dije que estaba muriendo de frío. Me preguntó si traía abrigo, le respondí que no llevaba nada.
El llevaba sólo una camisa así que no tenía un abrigo para ofrecerme, así que se ofreció a llevarme a casa para buscar uno. Le dije que sí. Y fui dentro a avisar a Claudia que me iría con él, le pedí que me escribiera cuando esté volviendo a su casa para así entrar junto con ella. Claudia aceptó diciendo que me quede tranquila, que ella me llamaría y antes de que me vaya me pidió mi bolso. Sacó algo del suyo y lo puso en el mío. Me lo devolvió, me saludo y me fui con Víctor.
Una vez fuera subimos a su auto y como les había dicho, la escuela quedaba bastante cerca, así que en poco tiempo estábamos llegando a casa, pero en cuanto estuvimos lo suficientemente cerca, le dije que no estaba segura de si entrar era lo mejor. Y me preguntó si quería usar un abrigo de su madre. Que no era buena idea llegar con él a mí casa y que se despierten mis padres.
Eran obvias sus intenciones pero... Saben que yo no fui sólo por un abrigo ¿No?
Bueno, claramente le dije que sí. Así que en lugar de ir a mi casa fuimos a la de él.
Cuando bajamos del coche, me invitó a pasar a su hogar. Estaba muy nerviosa. Yo sabía que él estaba sólo por las noches, aún más durante los fines de semana. Su madre era policía o algo así, y casi nunca estaba.
En fin, me ofreció beber algo, acepté y me acompañó hasta su habitación.
Era obvio lo que intentaba. Pero como ya saben, subí junto a él, me dejó ahí y bajó a buscar algo para tomar. Aún lo recuerdo todo...
Entré en su habitación y se podía ver que había una gran ventana en ella, la cual no llevaba cortinas. No recuerdo si había luna llena, pero sí recuerdo que iluminaba toda la habitación perfectamente. Pintando en tonos azules todo el interior del cuarto. Bien entré pude percibir el aroma de su perfume en el ambiente y se podía apreciar que la habitación estaba bastante prolija, aunque había una silla llena de ropa en un rincón, y seamos sinceros. ¿Quién no tiene o ha tenido una silla con ropa en el rincón de su cuarto?.
Luego de unos cinco minutos entró con dos latas de cerveza, una en cada mano. Yo estaba apoyada sobre un escritorio que tenía cerca de la cama. Y el se acercó lentamente a mí. Tomó un sorbo de su cerveza, yo hice lo mismo con la mía y de un momento a otro me quitó la lata, y apoyó las dos sobre el escritorio para luego tomarme por la cintura y poder acercarme lo más posible a su cuerpo. Como no aguantándose me besó. Pero no fue como otras veces, ésta vez me besó con ansias y yo le correspondí de la misma manera. Con sus labios bajó hasta mi cuello marcando un camino de suaves besos, luego clavó un poco sus dedos en mis caderas y bajó sus manos un poco más, para después alzarme en brazos y colocarme sobre su cintura. Lo rodeé con mis piernas y me agarré fuertemente de su cuello. Sin dejar de besarnos me acercó hacia la cama.
-Víctor. Víctor espera.-Susurré entre jadeos.
-¿Que pasa Chiquilla?- Respondió algo agitado. Está vez no sonaba mal. De hecho, sonó preocupado.
-Oye... Vick tengo miedo... Tu sabes que yo... Yo jamás he estado con nadie. No de esta manera. Una vez, con un ex novio, lo había intentado pero no lo hicimos. Siento mucho arruinar el momento pero...-
-Shhh no digas nada.- Me interrumpió.
-Oye, Sophie, Chiquilla, no tengas miedo. No estás obligada a hacer nada. Te entiendo y si no quieres está bien. Iremos nuevamente a la fiesta o sólo nos quedaremos aquí tomando algo hasta que te quieras marchar. ¿Que opinas?- Me miró preocupado, la luz de la luna le iluminaba perfectamente ésos ojitos brillantes y ¡Dios! ¿Cómo decirle que no? Si a pesar de los nervios mi cuerpo entero quería. Yo, quería. Y quería con él. No con otro. No fue como aquella vez con ése otro chico. En ése momento con Víctor sí estaba segura de lo que estaba a punto de hacer y aunque tenía miedo, y claramente algunas copas de las que había tomado en la fiesta se me habían subido a la cabeza, aún estaba en mis cabales y sabía que quería hacerlo.  Recuerdo haber pensado que tal vez era un profesional fingiendo con las chicas pero ¿Qué más daba? Ya estaba ahí y no iba a desperdiciar el momento.
En cuánto le dije que lo intentaría el me besó, lentamente mientras acariciaba delicadamente mis brazos... En un roce suave deslizó los breteles de mi vestido y me sentó sobre él besando mi pecho, acariciando el arco de mi espalda, siguiendo la línea de mi columna hasta mis espalda baja. Y demonios sí que sabía lo que hacía. Luego me recostó suavemente mientras besaba mi cuello y mis hombros. Más tarde, mientras besaba mis pechos, comenzó a acariciar lentamente mis muslos.
Se puso entre mis piernas y terminó de quitarme el vestido lentamente. Una vez que estuve desnuda continuó besándome. Creí que no podía haber nada en el mundo mejor que su boca en mi cuerpo.
Después se quitó la ropa. Una vez en ropa interior, bajó un poco y comenzó a besar mi ombligo. Yo sentía que no iba a aguantar más. Y él lo sabía.
Entre besos, jadeos y caricias metió su mano bajo mi ropa interior.
Y yo, con vergüenza juntaba las piernas.
-No tengas miedo. Está noche serás mía Chiquilla. Y a cambio me harás tuyo.-
Ésas palabras, pronunciadas en mi oído con su voz grave en apenas un susurro fueron el detonante. ¿Cómo resistirme a la tentación?
Me relajé y dejé que él haga lo que quisiera con mi cuerpo.
Después de algunos momentos ya no llevábamos absolutamente nada encima.
Luego, cuando estábamos a punto de hacerlo, me interrumpió para hacerme saber que no traía condón. Y gracias al universo tenía a Claudia como amiga. Recordé que había puesto algo en mi bolso y le dije que se fijase dentro. Efectivamente había una pequeña caja de condones dentro. Él sonrió. Tomó uno, se lo colocó y continuó con lo que estaba haciendo. Estuvimos así, sólo los dos, el uno para el otro y nada más por un rato, que pueden haber sido segundos o una eternidad, no lo sé realmente, porque en su boca y sus manos perdí la noción del tiempo, y aunque me dolió un poco, disfruté cada segundo, cada caricia, cada roce. Él me tocaba como si supiera exactamente cómo funcionaba cada parte de mi ser, hasta hacerme sentir que podía tocar el cielo con mis propias manos, sentí que el mundo era sólo nuestro y que nada más que nosotros dos estábamos en él, quería que ése momento sea eterno, aunque fue tan breve como increíble... Y a pesar de que  fue mi primera vez, no resultó tan mala como creí que podía ser.
A decir verdad había sido perfecta.

                                      

Tal vez en otra vida...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora