Capítulo XXIV. Error

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-Sophie. Tu padre y yo hemos decidido enviarte a vivir al campo, a casa de tu tía Yésica. Ella es una buena mujer y te recibirá en su casa, cómo sabes vive sola y no le vendrá mal algo de compañía.-

Mi padre estaba sentado junto a mi madre. Pero su actitud amistosa hacia su pequeña 'Sophilinda' como solía llamarme, había cambiado totalmente.
Mi madre continuó hablando mientras mi padre sólo me observaba en silencio.

-Vivirás los próximos dos años allí. Hoy iremos a la clínica, demás está decirte a qué. El doctor ha dicho que como estás de pocas semanas aún estás a tiempo, pero mientras más pronto se realice el procedimiento será mejor para tu salud.
En cuanto te recuperes te irás.
Volverás en cuanto termines 3er año, para ir a la universidad.-

La noticia me cayó como agua helada. Sentí que se me venia el mundo abajo y ya no había vuelta atrás, ya sabía lo que pasaría pero confirmar que estaba a horas de aquella pesadilla se sintió horrible. Recordé las palabras de Claudia, ella me había dicho que lo mejor era dejar que decidieran mis padres que no harían nada que me perjudique pero, esto era demasiado. Aunque no tenía más remedio.

-Está bien.-
Dejé salir mi voz en un susurro apenas audible, traté de no llorar, aunque sin mucho éxito.
Mi padre rompió su silencio, tomó mi mano y me dijo:

-Todo estará bien, esto pasará y en el futuro sólo será un mal trago-

-Claro.- Respondí
-Sólo denme unos minutos para ir a despedirme de Claudia.-

-Tienes media hora.- Dijo mi padre y besó mi mano.

Mi madre no dijo nada, era claro que a ambos le resultaba todo tan difícil como a mi. Después de todo, yo perdía un hijo pero así mismo ellos habían decidido matar a su propio nieto, así que era demasiado duro para los tres. Así mismo la decisión estaba tomada.

-Gracias. Volveré en seguida.-

-Abrígate.- Dijo finalmente mi madre al ver que había empezado a llover torrencialmente.

-Sí mamá.-

Me abrigue y salí. Antes de salir llamé a Claudia para avisarle que iría y me dijo que me esperaría. Que no me preocupe por nada.

No quería perder ni un sólo minuto. Llegué a casa de Víctor primero. No quería renunciar a todo sin verlo una vez más tal vez había una pequeña luz de esperanza. Toqué el timbre varias veces, golpeé la puerta pero como no salió y se me pasaba el tiempo decidí ir a casa de Claudia.
Cuando me iba, Víctor salió, me alcanzó y se acercó a mí. Me tomó de la mano, me apretó junto a su cuerpo y me besó como si supiera que era la última vez.
Nos empapaba la lluvia pero no nos importó a ninguno de los dos, finalmente me animé a decirle todo.

-Víctor debes saber que yo...-

-Shhh, no digas nada. Nada...- Me interrumpió, y dolorosamente recordé aquellas mismas palabras que me habían sonado tan hermosas en otra ocasión. Me volvió a besar y continuó:

-Lo siento. Chiquilla. Pero es mejor así.- Me abrazó fuerte y me besó en la frente.
Luego se dio media vuelta y sin esperar a que respondiera se fue.
Me quedé viéndolo irse por un momento. Luego fui a despedirme de Claudia.
Como había prometido, al cabo de media hora estaba de vuelta en casa.

Después de ése día las cosas sucedieron tal y como se había planeado.
Por otra parte, comencé segundo año en el pueblo, llegué justo para el comienzo de clases. Llevé una vida bastante tranquila. Allí acudía a terapia, para ser sincera necesitaba un  Psicólogo para ayudarme con todo lo que había sucedido. Fue una buena idea de mis padres. Porque la verdad es que yo sola no iba a poder procesar lo que había pasado.

Unos meses más tarde conocí a un chico. Salimos durante algún tiempo. Mi tía y mis padres estaban al tanto. Pero yo nunca pude olvidar a Víctor.
Por lo que la relación no funcionó.
Y terminamos.
Como no estaba muy lejos algunas veces venían Claudia, Adam. Florencia y su novia a visitarme.
Pero... Nadie me hablaba de lo único que me importaba,
Él. Pasaron meses así y ya no esperaba recibir noticias suyas.
Luego de un tiempo Adam y yo comenzamos a salir, nada formal. Aunque mis padres y mi tía lo conocían y según ellos él era un buen partido empezamos algo sin etiquetas que con el tiempo fue tomando más fuerza.
Y cuando quise darme cuenta habían pasado los dos años.
Ya no pensaba tanto en Víctor. En realidad, no lo extrañaba en absoluto. De hecho, creí haberlo superado.

Cuando pasó el tiempo y regresé, Claudia decidió darme una fiesta de bienvenida en su casa.
Después de tanto tiempo yo había recuperado la confianza de mis padres y me permitieron asistir aunque con la condición de que vuelva a dormir a mi hogar una vez finalice.

Cuando fui a buscar a Claudia, ví la casa de Víctor vacía.
Decidí no preguntarle a nadie ya que tal vez luego me enteraría de los detalles. Pero en realidad no le di demasiada importancia. Florencia, que obviamente estaba en casa de Claudia junto con su novia y Adam ayudándonos, me vio en algún momento mirando por la ventana hacia aquella casa. sólo me limité a mirar, y al parecer nadie lo notó, excepto Flor, que más tarde cuando estuvimos a solas  me comentó a modo de chisme que hacía un año él se había ido a vivir con Sabrina.

Me resultó un tanto extraño que no haya dicho nada del bebé, así que le pregunté.
Me dijo que aparentemente el embarazo no había sido más que una mentira de Sabrina. Ya que se había dado cuenta de que lo estaba perdiendo, porque según decían Víctor quería terminar la relación.

Finalmente, él se enteró y tras tomarse un tiempo la perdonó y regresaron. Después de algúnos meses decidieron mudarse juntos a vivir cerca de la familia de Sabrina porque era la condición que habían puesto los padres de ella.
Y la madre de Víctor, luego de que él se fuera se mudó, dejando así la casa abandonada, aunque de vez en cuando pasaba a recoger la correspondencia.

Me resultó un poco triste. Habían muchos recuerdos en ésa casa, luego de lo que Florencia me hizo saber, me sentí fatal. Después de todo, había interrumpido mi embarazo por nada.
Pero creo, y esperaba no equivocarme, que igualmente nada habría cambiado al final. Así que finalmente no le dí más vueltas al asunto.
Después de todo, se suponía que había superado ésa  etapa. Esa misma noche de la fiesta, cuando regresé a mi hogar, Adam me pidió que fuera formalmente su novia y acepté.
No estaba segura, pero tal vez con él, que me conocía lo suficiente sería un poco feliz.

Decidimos que hablar con nuestros padres acerca de nuestra relación era lo mejor, mis padres lo apreciaban y siempre insistían en que era un buen chico así que estuvieron encantados. Los padres de Adam también estaban de acuerdo así que no hubo inconvenientes en que formalizáramos.  Además yo sentía que con él estaba bien. Lo quería y él a mí. O al menos eso parecía.
Fuimos a la misma universidad, ambos estudiamos leyes. Aunque yo terminé trabajando para el estado y él para una empresa.

Después de terminar nuestras carreras, decidimos casarnos y en todo ése tiempo, desde que decidí estar con él nunca más volvió a estar presente Víctor en mi cabeza.
Ni él, ni lo que vivimos.

Hasta ése día, que por cosas de la vida coincidimos por una cosa u otra en aquella maldita boda...

Tal vez en otra vida...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora