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Miré apenado hacía todos lados, ya era la tercera farmacia que iba y la única que había encontrado totalmente vacía.

— ¿Qué necesita? — Pregunta cuando me acerco al mostrador.

— Condones... — Susurré.

— ¿Qué? Niño, no te oigo— Se acercó al mostrador.

— Condones — Alcé un poco la voz.

— ¿De cuáles? — Me apuntó toda una estantería.

Dios que vergüenza.

— Eh, no lo sé, cualquiera — Me estoy empezando a alterar.

— ¿Virgen? — Preguntó con una ceja alzada.

— ¿Te importa? — Alcé mis cejas indignado.

— Toma, para una noche de máximo placer — Me dio una bolsa con los condones.

— ¿Cuánto es? — Me dio un papel con el total, saqué de mi mochila unos cuantos billetes — Ten, y te recomiendo no preguntar a los clientes sobre su vida sexual.

Él solo río, salí de allí. Mierda, siento que todo el mundo sabe que lo que compré.

Normal, la bolsa era casi transparente.

Abrí mi mochila y guardé ahí la bolsa.

Caminé demasiadas cuadras, me tomé mi tiempo, tampoco es que quisiera estar en esa cena.

Pocas calles después por fin llegué a mí casa, pude ver el Jeep de los Pimentel afuera.

Tomé las llaves de mi bolsillo y las coloqué en el cerrojo de puerta, cuando entré se escuchaba ruido desde el comedor, maldita sea.

— ¡Hola mi niño! — Exclamó Patricia.

Saludé a Gabriel.

Saludé a Israel.

Y por último a Joel. Sólo nos miramos y le di una pequeña sonrisa, fingida.

— ¿Qué tal la escuela? Joel me dijo que está un poco complicado — Preguntó Patricia.

— Lo está, pero nada que un poco de esfuerzo no arregle.

— Pensé que llegarías más tarde — Habló mamá, su tono de voz era... diferente.

— Yo también, pero Mitchell me dijo que hoy nadie podía quedarse después de clases, así que aquí estoy.

— Leí en un cartel sobre una exposición de fotografías ¿vas a participar? — Cuestionó Patricia mientras cortaba su carne.

— Sí, sólo me falta mi modelo.

— ¿Y Joel? ¿Por qué no? — Miré Joel, ya me estaba fulminando con la mirada.

Lo haré enojar.

— Claro, si él quiere — Dije, Patricia miró a Joel y esté le dio una sonrisa de oreja a oreja.

Idiota.

Vi a Gabriel e Israel quienes se estaban conteniendo la risa, sabían perfectamente lo que pasaba.

— ¿Vendrá tu novio? — Preguntó mamá.

— Sí, debe estar por llegar.

Un silencio incómodo invadió la habitación, como si a nadie le gustara la idea que Ethan estuviera aquí.

— Papá, te quedó muy buena la cena — Hablé llevando un trozo de carne a mí boca.

— Gracias, hijo.

Tomé mi vaso con jugo y lo llevé a mi boca, de reojo miré como Joel discutía en silencio con su mamá.

Estaba a punto de probar el arroz, pero sonó el timbre, me iba poner de pie, pero mamá lo hizo primero.

Vi cómo Ethan entró a la habitación, saludó a todos en general.

Papá se levantó de su silla para ir a la cocina.

— Iré yo, suegro — Por primera vez oigo salir esa palabra de su boca, suegro, ¿eh? —.
¿Amor me acompañas? — Alzó su mano hacia mi dirección.

Me levanté y lo seguí.

— ¿Por qué está ese estúpido acá? — Dice bastante enojado Ethan.

— Ya sabes, mamá todos los días que pueden los invita a cenar.

— Ah — Dijo desconcertado —. ¿Y lo mejor fue invitarme?

— Fue estúpido de mi parte, amor — Avergonzado miré hacia el suelo buscando algo interesante.

No respondió, puso sus grandes manos alrededor de mi cintura, y apretó bruscamente sus labios contra los míos, sé perfectamente que está enfadado, siempre me besa así cuando lo está.

— Creo que deberías servir la comida — Susurré separándome de él.

Se acerco a la encimera y se quedó quieto por un momento, ¿Qué le pasa?

— ¿Qué ocurre? — Me acerqué a él dejando caer mis brazos detrás de su espalda.

— Bebé, no tengo ganas de comer...

— Bien, vamos a mí habitación — Agarré su mano y la junté con la mía.

Volvimos al comedor con todas las miradas encima de nosotros.

— Ethan está enfermo, voy a ver que puedo darle — Todos nos miraron, sus rostros totalmente llenos de confusión.

Agarré aún más fuerte la mano de Ethan, recorrí cada rincón de mi casa hasta llegar a las escaleras.

Antes de que pudiera hablar, ya me encontraba con mi legua recorriendo su boca. Me tiró contra la cama, antes de me besara otra vez quité su camiseta para ver su hermoso y formado cuerpo.

Se encontraba besando mi cuello, mi boca dejaba escapar pequeños gemidos al sentir su erección rozar con mi abdomen. Quitó toda mi parte de arriba y sus besos fueron bajando hasta mis pezones, mi espalda arqueada por cada roce de su lengua con mi sensible piel.

— Erick tu mamá...

Ethan se quitó de encima mío dejando ver a Joel mortificado al ver la situación.

Su boca estaba abierta por la impresión, poco a poco la fue cerrando, su expresión cambio bruscamente, a sus cejas fruncidas y sus ojos sin ningún brillo.

Sin decir nada más, cerró la puerta.

Maldito seas por interrumpir nuestro momento por segunda vez Pimentel.

Modelo | JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora