ⅩⅩⅦ

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Angelina dejó el chocolate caliente al lado del plato de avena con frutas y se retiró hacía su habitación.

Llevé la taza de chocolate caliente a mí boca, quemó mi lengua al escuchar la puerta principal abrirse de un golpe.

— ¡Bueno días! — Se escucha desde el salón.

Dejó la taza rápidamente en la mesa y voy corriendo desesperadamente al salón.

Me paralizo al ver a Joel con una sonrisa dentro de mi hogar.

— ¡¿Quién te dejo entrar?! — Exclamé alterado viendo si había algún empleado cerca.

— Richard, gran amigo mío, deberías darle un aumento — Dice tranquilamente acercándose al sofá.

Veo como sienta, traté de tranquilizarme contando de dos en dos.

— ¿Está Ethan? Me encantaría despertarlo de un grito — Interrumpió mi cuenta en el número veintiocho.

Ya colmó mi paciencia.

— ¡No está! — Me acerqué furioso a él —. ¡Sal de mi casa en este instante!

Agarré de su brazo para levantarlo, pero fue inútil, tenía mucha más fuerza.

— Oh veo que no te gusta que interrumpan tu casa — Me jaló hacía él quedando a su lado.

Me acerqué peligrosamente a su rostro listo para gritarle.

— ¡Eres un idiota, un bueno para nada, un imbécil, mal nacido, mujeriego...! — Empecé a gritarle, pero fui interrumpido.

Fui interrumpido por sus labios encima de los míos, mi cerebro decía que no le correspondiera, fue imposible, su mano empezó a acariciar mi cintura, mande todo al carajo otra vez.

Subí encima de él soltando un breve jadeo, jugué con su lengua, no podía detenerse, lo extrañaba tanto.

Siempre había sido vulnerable cuando se trataba de él, seguía causando lo mismo en mí.

Bajé su cremallera y me arrodillé en frente de él.

Joel bajó sus pantalones dejando libre su pene, antes de tomarlo con mi mano lo miré, estaba jadeante y serio, primera vez que lo veía de esa manera durante el sexo.

Quería ser malo y dejarlo ahí plantado, pero lo deseo tanto que soy incapaz.

Metí todo lo que cabía dentro de mi boca, no podía despegar mi mirada de él, vi como cerraba los ojos y mordía su labio.

— Dios mío... — Escuché que dijo Joel antes de agarrarme del pelo y empezar a follarme la boca.

Pequeñas lágrimas se acumularon en mis ojos, veía como lo disfrutaba y me excitaba aún más.

Chupaba y chupaba como si fuera mi cosa favorita en el mundo.

Me separé por un momento, porque lo quería dentro de mí, Joel desabrochó mi cinturón y sacó mis pantalones.

Volví a besarlo mientras me posicionaba encima de él.

No era momento de ir a buscar un preservativo.

Me senté completamente en él, mordí su hombro ahogando el tipo de ruido que pudiera salir de mi boca, con mis manos en su espalda empecé a moverme.

— Te odio tanto — Dije en su oído.

Como respuesta recibí un fuerte movimiento de su pelvis contra mí.

Esta vez no pude contenerlo y gemí fuerte.

Quería rogarle por más.

Cómo si me hubiera escuchado, agarró fuertemente mis caderas para hacerme deslizar de arriba abajo.

Con su mano derecha agarró mi rostro obligándome a mirarlo, gemí contra su boca antes de besarlo.

¿Por qué algo qué estaba tan mal se siente tan bien?

Modelo | JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora