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Dejé mi lápiz en la mesa, analicé cada palabra que había dicho, quiere trabajar para mí, es un fastidio.

— ¿Qué? — Es lo único que salió de mi boca.

— Recuerdas en la cena... — Lo interrumpí.

— Ah y... ¿por qué estás aquí, de verdad crees que yo te voy a querer como modelo? — Dije y él apretó sus puños.

— Sabes yo tampoco quiero estar aquí, pero mamá insistió — Respondió con bastante arrogancia.

Lo pensé por un momento, Patricia, sé que ella cuando insiste en algo es porque en verdad lo quiere.

— Bien, veré que puedo hacer contigo.

Joel tomó una silla que estaba por ahí la dejó al lado mío y se sentó.

Lo observé, estaba jugando con sus dedos, su mirada cambiaba cada segundo, acercó su mano a su boca y empezó a morder sus uñas, parecía nervioso.

— ¿Tienes las llaves de la puerta? — Habló, Joel.

— ¿Por qué? — Respondí con otra pregunta.

— Puedes cerrar, por favor — Suplicó cabizbajo.

— ¿Por qué? — Repetí.

— Alguien podría entrar y ... — No terminó de hablar.

— Y... ¿qué?

— Y... Interrumpir — Una sonrisa se formó en mi rostro.

— El único que interrumpe eres tú, Pimentel — Dije casi riendo.

— Puedes cerrar ¿o no? — Dijo con un tono grave.

— Estuve más de media hora tratando de averiguar cuál era la llave — Alcé mis cejas.

— Puta mierda — Susurró.

— Estás así porque te pueden ver conmigo ¿no?

— ¡Sí! ¡Digo, no! — Escupió alterado.

— ¿Me ves cara de tonto? Los dos sabemos que es así.

— Bien, es así, no quiero que nos vean juntos, ¿me pasas las llaves? — Moví mi cabeza de lado a lado riendo.

Saqué de nuevo las llaves de mi bolsillo y las tiré en la mesa.

— ¿Cuál es? Son iguales — Tomó e inspección las llaves.

— Ya lo dije.

Un gruñido de frustración salió de la boca de Joel, se levantó y fue a la puerta.

Tomé otra vez el lápiz y empecé a trazar, no podía concentrarme con el ruido que Joel estaba haciendo con la puerta. Lo miré con frustración, su rostro expresando confusión al no saber que llaves es, sus manos tocando el llavero, su cuerpo flexionado contra la puerta. Era perfecto.

Rayé la hoja haciendo trazos perfectos con la silueta de Joel.

La puerta sonó.

— Ay, al fin — Escuché a Joel decir, antes de que volviera a su asiento cerré mi cuaderno.

— ¿Qué dibujas? — Dijo sentándose.

— Nada importante.

— Si no es importante ¿por qué lo ocultas? — Intentó sacar mi mano de arriba del cuaderno, pero no lo logró.

— No toques mi cuaderno — Agarré mis cosas y las guardé.

— Eres insoportable, Erick Cabón — Habló de brazos cruzados contra la mesa.

— ¡Colón! ¡Es Colón! — Grité parándome del asiento poniendo mis palmas en la mesa.

— Eres un odioso — Respondió con tranquilidad, ignorando mi mirada fija.

— Y tú un estorbo — Tomé mi bolso y fui hacia la puerta.

Idiota.

Modelo | JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora