ⅩⅩⅤ

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Joel me había citado en su departamento para hablar, sumiso acepté, cuando llegué él no estaba, pero me habían dejado pasar.

Ya era tarde, en unos minutos más ya iba a irme, pero el timbre sonó.

— Eh, eh, eh, lindo Erick o debería lindo jefe — Se arrojó riendo encima de mí.

— Joel... ¿Estás borracho? — Pregunté al sentir olor a alcohol, no era desagradable, de hecho, era gustoso y rico, pero realmente preocupante.

— ¡¿Qué?! ¡¿Yo?! ¡¿Borracho?! — Gritó contra mi pecho —. Yo soy un adulto responsablemente.

Pasé su brazo derecho por detrás de mi nuca para tener mejor agarré, mientras coloqué mi brazo izquierdo en su cintura.

— Ven, vamos a la cama.

— ¿Así?... — Habló mirándome con una sonrisa —. ¿Y que vamos a hacer? — Mordió su labio coqueto.

— Tú vas a dormir y yo me iré — Empecé a caminar hasta llegar a lo que parecía la habitación principal.

Con él riendo lo recosté en la cama y le quité su camisa de seda dejando ver una infinidad de chupones y pequeños rasguños desde el cuello al ombligo.

Dios.

— Un buen polvo ¿eh? — Dije sin más mientras observaba todavía su cuerpo.

— Oh, una muy buena — Mordió su labio inferior —. Simplemente fabuloso y jodidamente excitante. Su cuerpo, su voz al gemir mi nombre, ay... Era perfecta — Sus ojos brillaban, al parecer si fue el mejor polvo de su vida —. Aunque hay algo que falló...

— ¿Qué? — Pregunté riendo.

— No fue igual como cogerte a ti.

No puede ser.

— Joel... — Lo miré seriamente.

— Y nunca lo será — Dijo con aún su voz más grave.

— No digas tonterías, estás demasiado ebrio — Sacudí mi cabeza.

— Quizás es porque a ti te hice el amor — Dijo ignorándome.

— Joel, por favor, para — Insistí molesto.

— ¿Te molesta? — Logró levantarse un poco encima de la cama.

— Demasiado.

— Bien, olvida todo lo que dije — Parecía arrepentido.

Fui al closet y busqué algo que pareciera algún pijama. Encontré uno de color azul marino, volví dónde Joel que estaba tirado en la cama, bajé sus pantalones y le puse los del pijama, sé que no le gusta dormir mucho con camiseta así que le deje el torso desnudo.

Saqué de sus pantalones su celular y billetera y los dejé encima de la mesa de noche.

De alguna manera tomé a Joel y lo acomodé en la cama.

— Nos vemos otro día — Dejé un beso en su frente.

— No te vayas — Agarró mi brazo impidiendo que me alejé.

— Ethan me está esperando... — Dije en voz baja.

— Por favor, tu marido puede esperar — Dice aún con los ojos cerrados.

No, debía ser la respuesta que saliera de mi boca.

— Está bien.

Esto está tan mal.

Me quité la ropa, quedando solamente en ropa interior, lentamente me empecé a acostar encima de la cama.

Las grandes manos de Joel me atraparon, quedé encima de él contra su pecho, mi corazón estaba al mil.

— Buenas noches, ojitos — Susurra en mi oído.

Modelo | JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora