ⅩⅩⅡ

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— Tengo informes de los modelos masculinos que están en su mejor momento, cada pequeño detalle está ahí — Cerré las pestañas del navegador para ponerle atención a Sarah.

— No quiero gente nueva — Opiné con molestia.

— Debemos hacer una adquisición, si nos quedamos atrás la competencia los tomará — Dice con bastante molestia.

— Me duele la cabeza — Me quejé simplemente ignorándola.

— Veamos... Nikolay Záitsev, John Rossi, Alex Pockop, Joel Pimentel, Jack Rusell, Harry Fox, Francisco de la Rosa... — Puso los sobres de papel encima del escritorio.

Agarré uno concreto, lo abrí, estaba su imagen y bastante datos sobre él.

— ¿Joel Pimentel?, estadounidense de veintiséis años, está viviendo aquí hace unos meses, soltero, está totalmente concentrado en su carrera como modelo, estatura de un metro ochenta y cinco centímetros... — Se sentó delante mío —. Puedo pedir una cita con su representante y hablar.

— ¿Crees que es una buena opción? — Dije desinteresado.

— Pues claro, es la sensación del momento, el mundo lo ama. Sin embargo, hay que ser cautelosos, no se vende fácilmente, si lo quieres vas a tener que ser tú quien hable de negocios.

— No creo... ¿no es suficiente con los que tenemos? — Insistí, no lo quería en mi compañía.

— Lo es, pero hay que darles oportunidad a otros.

No puedo creer lo que estoy a punto de decir.

— Pide una cita con su representante, negocia con él y dale unos cuantos millones.

— Ya te dije como es, es mejor que tú negocies — Se cruzó de brazos.

— Si no acepta el que pierde es él, no nosotros.

Sarah asiente con bastante incomodidad, se levanta con dirección a la puerta.

— Le escribiré un mail, le pediré una cita a las tres de la tarde, ¿necesitas algo? — Dice desde la puerta.

— Pastillas para el dolor de cabeza, urgente.

— Dante las traerá — Dijo antes de cerrar la puerta.

Segundos después llegó Dante con una bandeja de plata donde traía el agua y las pastillas.

— Gracias — Le guiñe el ojo.

Veo como se sonroja, sé que tiene cierta debilidad conmigo, bastante gracioso.

Tomé el sobre que me interesaba del escritorio y lo guardé un cajón.

[···]

El reloj marcaba las siente y veinticuatro minutos.

Tocaron la puerta.

— Puede pasar — Dije ordenando los papeles de exportación.

Por la puerta apareció Sarah, parecía cansada y frustrada.

— ¿Cómo te fue? — Pregunté esperando una repuesta negativa.

— Bastante como la mierda, él se niega rotundamente sin explicaciones — Se tiró al sofá gris que estaba junto al ventanal.

— Da igual, no es como si lo necesitáramos — Arrugué el papel que tenía en la mano y lo tiré al pequeño basurero.

— Erick, sabes que busco lo mejor para la marca y Joel es una gran opción.

Sarah se fue, sé lo que quería, no la iba a complacer. Si quiere algún modelo nuevo, tendrá que buscar a otro que no sea Joel.

Mi celular empezó a sonar, lo ignoré, sonó y sonó y no contesté.

El teléfono fijo también empezó a sonar, no me resistí más y contesté.

— Amor ¿por qué sigues allá? Estoy cenando solo.

Tomé aire y hablé.

— Hubo un problema con la exportación a Italia, me quedaré hasta más tarde.

Hizo lo que supuse, no dijo nada y simplemente termino la llamada.

Abrí el cajón de mi izquierda y saqué el sobre de papel, agarré mi celular y salí de mi despacho, bajé al primer piso y me acerqué a mi chofer.

— Dylan a el edificio Richords — Indiqué caminando hacía el estacionamiento.

Dylan siguió mis pasos, abrió la puerta del auto dejándome entrar, luego partió él, hizo andar el auto y nos fuimos de ahí.

Está bien, ¿a esto quieres jugar Pimentel?

Modelo | JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora