ⅩⅩⅩⅣ

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Estaba en frente de la casa que había vivido toda mi infancia, mi corazón se estrujó un millón de veces, no me atrevía a tocar, pero debía.

Subí a la pequeña entrada y toqué el timbre, pasó más de un minuto y nadie abría, di la vuelta para volver a mi auto.

— ¿Erick? — Escuché detrás mío.

Esa era la voz de papá, di la vuelta rápidamente para correr a sus brazos.

— Mi niño... — Dijo al sentir que estaba llorando.

Los extrañaba tanto, me había ido hace once años de ahí, pensando en no volver por lo malos recuerdos.

Limpió mis lágrimas mientras trato de mirar que lo que hay dentro de la casa al ver la puerta abierta.

Papá estaba vestido de traje, sé que va al matrimonio de Joel.

Me hizo pasar hasta el salón donde estaba mamá, mis hermano y dos chicas que no conocía, miraban sorprendidos, sin creer lo que estaban viendo.

Como nadie decía nada, pasé por el lado de papá y fui corriendo a lo que era antes mi habitación.

Todo seguía igual, sólo que más ordenado que hace once años, me senté en el borde de la cama.

— ¿Qué haces aquí? — Escuchó una voz femenina desde la puerta, era mamá.

— Es el matrimonio de Joel — Digo sin mirarla.

Escucho unos pasos que se acercan, se sentó a mi lado.

— ¿Estás bien? — Acaricia mi brazo.

— ¿Por qué no lo estaría? — Pregunto con incredulidad.

— Bueno, ya sabes... — Antes de que dijera lo obvio le respondí.

— Es mi mejor amigo, es el día más importante de su vida, estoy más que bien.

No me responde, se levanta y se va, me agacho debajo de la cama a buscar algo que había guardado hace años, encontré la caja de zapatos de color naranjo fosforescente, la subí encima de la cama y la abrí.

Lo primero que vi fueron las fotos de Joel que le había tomado hace años en una sesión de fotos, la primera lágrima se deslizó sobre mi mejilla, encontré el brazalete de plata que Joel me lo había regalado el día en el que nos hicimos novios, fotos de pequeños, cartas de amor que alguna vez le escribí, cada cosa que encontraba me hacía sentir miserable.

— ¡Feliz cumpleaños! — Escucho detrás de mí y automáticamente cierro y meto todo en la caja.

Mitchell y Mark saltaron encima de mí, pasan los años y ellos siempre estarán llenos de alegría.

— Bueno hermanito no sabíamos que ibas a venir, pero te daremos luego tu regalo.

— Mañana me iré, no se preocupen — Me levanto de la cama agarrando la caja.

Bajo las escaleras desesperadamente y voy directamente a mi auto.

Ya tranquilo en mi asiento abro la caja y sacó el brazalete, levanto un poco la camisa que llevó para colocarme el brazalete.

Dejo la caja al lado del asiento del copiloto, vi en mi reloj la hora y faltaba menos de una hora para la boda.

Puse en marcha el auto y fui al hotel en donde estaba hospedado.

Subo a mi habitación y me tiro en el pequeño sofá que está a un rincón.

Joel se iba a casar en menos de veinte minutos.

Modelo | JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora