Mente sin iluminación

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El reloj despertador sonó. Eran 8:00 AM. Pasó un tiempo y el reloj volvió a sonar, esta vez a las 8:30 AM. Era hora de levantarse.

Una pequeña ducha de apenas 15 minutos, pues el había leído que en ese tiempo se gastan mas de 500 litros de agua, luego, un buen desayuno, lavarse los dientes y ya estaba listo para salir a trabajar exactamente a las 9:00 AM

De una elegante, aunque desgastada y vieja casa salió un hombre a toda prisa, era un tipo alto y delgado, que lucía unos lentes cuadrados que se perdían por su largo cabello negro. Ese hombre era el Dr. Jonnathan R. Greenwood e iba corriendo hacia la estación de autobús de la esquina, pues su transporte salía exactamente a las 9: 10 AM y le tomaba 15 minutos llegar a su trabajo. Miró su reloj de pulsera, casi era la hora.

El Dr. Greenwood subió con ciertas dificultades cuando el autobús llego, eso se debía a que siempre cargaba una maleta en una mano, donde cargaba cientos de documentos o archivos y en la otra cargaba una bolsa de supermercado que contenía una bata blanca y suave. El jamas llegaba al trabajo con la bata puesta, pues creía que eso lo hacía ver como una persona pretenciosa y presumida. El Dr. Greenwood se sentó en el asiento mas cercano y esperó llegar a la estación que estaba adyacente al consultorio.

Jonathan Greenwood era un hombre cuya vida estaba llena de números, o mejor dicho,  cronometrada, tantos minutos para esto y tantos minutos para aquello, así era siempre, el trabajaba en un consultorio psiquiátrico de lunes a sábado por todo el año, excepto en los días festivos. Era un destacado psicólogo, callado pero directo. El autobús se paro en la estación y Jonathan bajó, eran 9: 30 AM, el viaje tardó 15 minutos mas de lo esperado, debido a que hubo un accidente en una avenida cercana.

Caminó hacia donde trabajaba. El consultorio psiquiátrico abría a las 10, pero todos los doctores debían llegar 30 minutos antes, eso era para pasar lista de los doctores presentes y las citas que se le asignarían a cada quien. Greenwood tocó la blanca puerta, era lo que debía hacer para que la recepcionista le dejara pasar.

─Pase- dijo desinteresada

─Gracias- respondió Jonathan- Buen día

La recepcionista solo emitió un gruñido, era solo una mujer amargada que miraba feo tanto a doctores como a pacientes.

El Dr. Greenwood se dirigió a una pequeña lista en la recepción donde tenía que colocar su nombre, con una letra muy marcada escribió.

Doctor Jonathan R.G Greenwood 9: 34 AM

Hecho aquello se encaminó rápidamente a su "Oficina", que no era mas que su consultorio, pero el lo llamaba así, debido a que para el era como su "Segunda habitación". Estaba a punto de abrir la puerta cuando una voz lo detuvo.

─Dr. Greenwood- dijo una voz femenina

─Buenos Días, Rose- contestó tranquilamente- ¿Qué pasa ahora?

─Hoy tiene 5 citas de 11 a 5

─Esta bien, gracias

─Claro, que tengas una buena jornada

Rose Summers era compañera de trabajo de Jonathan, era de las pocas personas con las que el solía convivir, eso debido a que pensaba que los demás psicólogos eran un montón de "Monos habladores y creídos". Rose era una mujer de estatura media, castaña y se dedicaba principalmente a hacer terapias con niños, lo que explicaba la enorme paciencia que tenía con el cada vez que criticaba a los demás doctores, también era la "agenda" personal de Jonathan, ya que el solía olvidar las cosas.

El Dr. Greenwood entró a su consultorio, un lugar grande, con un escritorio de un lado y un diván del otro, las paredes casi no se veían, pues las tapaban cientos de estantes con libros. Era el lugar al que le gustaba estar.

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