Nuevo invitado

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—Te juro que la deje por aquí— Dijo la señora Greenwood buscando entre un montón de cajas la vieja guitarra de su hijo.—Debe estar en alguna parte.

—¿Segura que Colin no se la llevó?— Preguntó Jonny, quien estaba del otro lado del ático, buscando de igual manera entre las cajas.

—¡De ninguna manera!— negó.— Lo recordaría perfectamente.

—Bueno, pues aquí no esta. Solo están los jarros de porcelana que nunca sacaste.

—Es culpa tuya y de tu hermano.—Se quejó la mujer aún buscando.— Me dijeron que vendrían por sus cosas y jamas vinieron por ellas. 

—Colin también tiene cosas suyas en mi casa y tampoco ha venido a recogerlas.

Ambos se quedaron callados. El ático se llenó de ruidos de cajas y bolsas. Ambos habían estado buscando por un buen rato, y sin embargo, sus intentos por encontrar el instrumento habían sido en vano.

—¡La encontré!— Dijo la señora Greenwood sacando un bulto envuelto en papel periódico.—Te dije que estaba aquí.

Jonny se acercó a donde su madre, ambos quitaron el papel periódico. El psicólogo esperaba ver la misma guitarra carmesí reluciente de hace muchos años, sin embargo no fue así. Ante ellos, estaba una guitarra desgastada de un color pálido debido al polvo y tenia algunas marcas en el clavijero, como si alguien la hubiese rasgado.

—Estoy seguro que con un buen arreglo quedará mejor— Sugirió la señora Greenwood.— Todo este alboroto ha hecho que olvide preguntarte, ¿Para que quieres la guitarra?

—Oh, yo...—Jonny intentó ocultar su repentino nerviosismo.—Estoy... Estoy aprendiendo a tocar.

—¿Qué?, ¿Hasta ahora?

—Si, fue algo muy repentino.—Admitió el psicólogo, recordando a Thom.—No me malinterpretes, no vine aquí por ella, es solo que... Quería ver si aún existía...

—Pues, puedes llevartela si quieres.—Comentó la señora Greenwood.— La verdad, quisiera deshacerme de todas las cosas que no son mías. Pero claro, no puedo hacerlo porque pueden ser importantes para ustedes.

—Eh... claro.

Jonny siguió examinando el instrumento, sabía que con unos arreglos aquí y allá harían que se viera perfecta de nuevo.

—¿Y ya sabes tocar?— preguntó su madre, haciendo desaparecer sus pensamientos.

—¿Eh?— balbuceó Jonny.— S-si, un poco.

—Oh, cielos. ¡Muéstrame!— pidió su madre muy entusiasmada.

Jonny y su madre bajaron a la sala. El psicólogo encontró el amplificador de la guitarra con su respectivo cable en otra caja, aunque esta estaba completamente envuelta en polvo, Jonny confiaba en que aún funcionaba correctamente.
El Doctor Greenwood conectó todo para poder empezar a tocar.

—No se muy bien que tocar.— admitió Jonny con mucha pena.

—Toca lo que sea.— pidió su madre.

Jonny empezó a recordar algunos acordes que había aprendido. De pronto, recordó aquella canción que estaba practicando con el señor Yorke hace unos días atrás.
Jonny estiró sus largos y delgados dedos para comenzar a tocar.

Y así lo hizo; con la lengua de fuera, Jonny tocó como el señor Yorke le había enseñado, parecía extraño, pero podía jurar que escuchaba su voz cantando, lo que hacia más fácil el estar tocando.
Jonny no lo podía creer, pero en verdad lo estaba haciendo bien.
Terminó dando una duración larga a la última nota, dejando que está perdiera intensidad.

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