Con los labios fruncidos me acerqué a mi escritorio y dejé caer los papeles que la rubia me había dado sobre él. Mientras que mi mente procesaba la situación, cerré los ojos y comencé acariciar mis cienes frustrado, no me gustaban las sorpresas de este tipo.
Una tos intencional por parte de la mujer frente a mí me obligó a elevar mis parpados y mirarla. Su boca ocultaba una sonrisa y sus cejas elevadas me exigían una reacción. Suspirando desordené mi cabello y le señalé la silla a su costado, invitándola a tomar asiento.
—¿Te encuentras bien?— Cuestionó estudiándome con la mirada.
—S...Sí— Luego de sentarme en mi lugar, apoyé los codos sobre la fría madera y estanqué mis iris sobre los de ella —¿Qué haces aquí?
Su expresión instantáneamente cambió a una de confusión —Tu padre... Alex me pidió que viniera, él...— Al escuchar el nombre de mi antecesor enarqué una ceja.
Dejé de oír las palabras que salían de su boca cuando los recuerdos me invadieron como fichas de rompecabezas. La insistencia de mi papá por contratarla, la reunión con un viejo conocido, mi efectiva alucinación en el hospital, la amistad en común con Zac y las palabras que mencionó mi procreador de que pronto sabría quién era. Ahora entendía todo.
Paseé mi lengua por las paredes internas de mi boca y cerré los ojos, respiré hondo evitando enloquecer en el trabajo.
—¿Matt?
—Disculpa, tengo la cabeza en otro lado— Froté mi rostro de manera pesada y me crucé de brazos dejándome caer sobre el respaldo de la acolchonada silla —¿Qué te ha dicho mi padre, exactamente?
Se cruzó de piernas y apartó sus ojos de mí, perdiéndose en su memoria, demoró unos instantes en responderme.
—Me citó la semana pasada para almorzar juntos, me preguntó por mi carrera y fue ahí cuando me comentó que la empresa necesitaba un nuevo fotógrafo para el área de publicidad.
Internamente conté hasta mil.
Le había dejado muy en claro a mi padre que no quería tener a Natalia trabajando conmigo, que suficiente tenía con volver a verla de vez en cuando. Si bien el dolor y la angustia ya habían comenzado desaparecer y mi vida por fin se estaba rehaciendo, con o sin su presencia, me hervía la sangre el que no respetara mis decisiones.
La empresa ahora era mía, yo era el dueño y las cosas debían hacerse a mi manera. Él ya no podía ir en contra de mis mandatos y me exasperaba que lo hiciera.
—¿Algo más?— Solté sintiendo como la vena de mi cuello se desesperaba por explotar.
—Me dijo que venga hoy... A verte.
Un cosquilleo se produjo dentro de mí al escuchar sus ultimas palabras en un susurro. Por un instante creí que decir aquello la había puesto nerviosa, y no tardé en comprobarlo cuando pasó un mechón de cabello tras su oreja, como era costumbre en ella. Mis músculos se destensaron y una sonrisa quiso salir.
Respirando profundamente me negué a ceder, entrelazando mis manos sobre la madera, agravé la voz.
—Para serte sincero, Natalia, no estaba enterado de esto. Como sabes, Alexander ya no es el dueño de la compañía, yo lo soy. Le pedí que exclusivamente que no hiciera esto porque yo...— Me detuve en seco al ver su rostro mutar.
Una sonrisa poco sincera se acentuó sobre sus labios, incomodándome.
—No... No es necesario que digas más. Fue un error mío el venir, lo lamento- Aferrando sus manos en los codos de su asiento se impulsó hacia arriba.
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Siempre hemos sido nosotros
Любовные романыSEGUNDA PARTE de "Siempre has sido Tú". "Sufrí horrores su recuerdo, añoré incontables noches su amor, rompí huesos desesperado ante su falta, viví golpeado por extrañarla. Siempre supe que volvería. Ahora, ¿yo estaba dispuesto a volver?" Borrador. ...