Capítulo 14

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—El mismo que viste y calza— Con la sonrisa más falsa que alguna vez implementé, dejé caer mi cabeza hacia un costado y acepté su mano.

No pasaron más de cinco segundos cuando sentí un disimulado, pero potente golpe en mis costillas por parte del uniformado, rápidamente lo miré sin poder evitar reír. En tanto mi pecho ahogaba el aire retenido dentro de él a causa del golpe, los amarillentos iris de Zac me exigían seriedad.

—¿Alguno de ustedes es familiar o conocido del señor Alexander Bolton?— Preguntó con los ojos puestos sobre la tabla de apoyo que tenía en sus manos.

—Yo, es mi padre— Declaré agravando el tono de mi voz.

—¿Tú...Tú eres el nuevo jefe de la firma Bolton?— Elevó sus cejas sorprendido.

—Efectivamente— Guardando las manos en los bolsillos delanteros de mi pantalón, regresé a lo importante —¿Cómo está mi padre?

—Bien, excelente de echo— Volvió a revelar una encantadora sonrisa y rascó su barbilla. Comenzó a caminar e instintivamente lo seguimos, unos pasos después, dobló a su derecha metiéndonos en un angosto pasillo —Acaba de despertar, ya puedes pasar a verlo— Concluyó abriendo la puerta de la habitación 202 frente a nosotros.

Sin dedicarle otra palabra pasé por su lado y me adentré al cuarto, escuché a Zac despedirse de él y darle las gracias por los cuidados otorgados hacia mi progenitor.

Nunca creí que llegaría el día en que tendría que ver a uno de mis padres recostado sobre una de estas camas de hospital. Mi pecho palpitó al verlo y el agujero negro alojado en él, vibró. Me lastimaba verlo ahí, pero sabía que pronto saldría y esto quedaría en el pasado, no iba a dejarme tan rápido.

Su sonrisa se incrementó al verme y mi corazón palpitó eufórico, con las comisuras de mis labios elevadas y mis lagrimales inundados, me acerqué al oji-verde.

—¿Cómo te sientes, papá?— Interrogué con la voz acongojada mientras tomaba su mano.

—Excelente, hijo. No fue nada, mi corazón se tomó una pequeña siesta, eso es todo— Se hincó de hombros restándole importancia, queriendo volver más llevadera la situación.

—Debes tener cuidado— Advertí y escuché a la puerta cerrarse a mis espaldas.

—¿Cómo te encuentras, Alex?— Acercándose a nosotros, Zac tomó su mano libre —Ahora deberá cuidarse.

—Vamos muchachos estoy bien, no es para tanto— Protestó y enderezándose apoyó su espalda contra la blanca pared detrás de él.

—Odio este sitio, es escalofriante— Soltó mi mejor amigo mientras que inspeccionaba cada centímetro del lugar.

—No eres el único al que le trae malos recuerdos, Zac— Acoté arqueando una ceja. Regresé mi vista hacia la de mi padre y encontré una mueca de confusión adornando su rostro —Digamos que, en este mismo hospital, hace unos cuantos años me despedí de alguien.

La imagen de aquel señor con ojos color cielo vino a mi mente, aun lo recordaba, sus últimas palabras, su última sonrisa, su último deseo. Lo desgarrador que fue verlo partir y lo doloroso del después.

—Cambiando de tema— La gruesa voz de Alexander captó nuestro interés consiguiendo que nuestra mirada se fijara en él —Me encanta como te queda ese traje, Zaqui— El morocho iba a responder, pero el mayor acotó —Tu padre estaría muy orgulloso.

El masculino un año más grande que yo, pareció quedarse sin palabras, abrió y cerró la boca, no estaba preparado para ese comentario. A Zac todavía le seguía doliendo, su vieja herida seguía abierta, nunca logró cicatrizar.

Siempre hemos sido nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora