Dejé las bebidas junto a la puerta principal e hice un último viaje hasta mi cuarto para buscar la mochila que anteriormente había preparado. Llevaba una muda de ropa extra, según los pronósticos climáticos estos dos días la temperatura sería alta y no quería usar la misma remera si transpiraría.
Cuando volví al recibidor de mi casa, Zac seguía sin aparecer y las agujas del reloj en mi muñeca indicaban que no llegaríamos a la hora acordada con nuestras chicas. Con la mochila al hombro, me coloqué los lentes negros y abrí el portal que me separaba del mundo exterior. El olor a verano me recibió y con el sabor a café bailando todavía en mi boca, me prendí el primer cigarro del día después de salir de la oficina.
—¿Se puede saber por qué tardaste tanto?— Cuestioné ni bien sentí al otro masculino recoger las bebidas a mis espaldas.
—Estaba rasurándome— Enarqué una ceja mientras que el humo se escapaba por mi boca.
—¿Afeitándote? Pero si apenas te crece la barba— Una enorme sonrisa apareció sobre sus labios y no tardé en comprender a lo que se refería. Mis parpados cayeron y mordiendo mi sonrisa, me arrepentí de haber hablado —No tienes que contarme todo.
—Tú preguntaste— Hincándose de hombros, se echó a reír y pasó delante de mí.
—Solo espero no escucharlos— Resoplé con diversión y cerré nuestro hogar con llave.
Se colocó su mochila hacia delante y tras pegarme las bebidas al pecho, corrió su colorado vehículo hasta el asfalto.
—Ponte esto. Extraño verte con ella— Argumentó girando sobre si en tanto su mano buscaba en los interiores del bolso, el cual volvió a colocar en su espalda después de extenderme una gorra.
—¿De dónde la sacaste? Tiene años— Sonreí al ver el accesorio que tanto uso le di en mi pasado.
—Cuando nos mudamos, la encontré entre mis cosas. Siempre la tuve conmigo, pero te la doy ahora que tu malhumor comienza a desaparecer— Respondió con entusiasmo y me arrebató la bolsa con líquidos.
—¿Quién te dijo que cambié?— Frunciendo el ceño, fingí seriedad.
—Me lo dicen tus nudillos cicatrizados— Ahora su sonrisa transmitía paz u orgullo, no estaba del todo seguro.
Evité responder y sonriendo, me coloqué mi antigua gorra. Sentía como si el tiempo retrocediera, como si hubiese viajado al pasado por un momento. Tenía a mi amigo, una moto, ambos llevábamos gorras, bebidas y buscábamos escapar de todo, refugiándonos en la tranquilidad de un paisaje totalmente natural.
Me paré junto al peli-negro, esperando a que se subiera a su "bebé", así subirme yo y emprender por fin nuestro viaje. Sin embargo, sospeché que él no estaba pensando lo mismo.
—¿Qué esperas?— Cuestioné evitando bostezar.
Hoy también había sido un día agotador en la empresa. Comenzaba a sospechar que en cualquier momento a Nick le saldrían papeles hasta de los oídos de tanto trabajo que se nos había acumulado este último mes. Necesitaba contratar a otra persona rápido o ambos terminaríamos por volvernos locos.
—Maneja tú.
—¿Qué?— Respondí inmediatamente, confundido por sus palabras.
—No permito que nadie maneje a mi bebé, pero quiero revivir viejos tiempo. Y a menos que tengas la tuya estacionada en ese garaje, súbete y arranca de una vez que ya estamos llegando tarde.
Gracias a los lentes negros que traía en el rostro, sabía que mi amigo no podía ver claramente mis ojos, sin embargo, alcanzaba a distinguir mis cejas elevadas y rio ante eso.
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Siempre hemos sido nosotros
RomanceSEGUNDA PARTE de "Siempre has sido Tú". "Sufrí horrores su recuerdo, añoré incontables noches su amor, rompí huesos desesperado ante su falta, viví golpeado por extrañarla. Siempre supe que volvería. Ahora, ¿yo estaba dispuesto a volver?" Borrador. ...