Sonreí y sin importarme pisar las delicadas piezas florales, me le acerqué. En mi interior un cosquilleo me recorrió, indicando que varios sentimientos a la vez se estaban apoderando de mí.
Natalia tenía su cabello planchado cayéndole por el pecho, un leve maquillaje resaltando en su rostro y un vestido, suelto de su figura, la cubría, el cual podría arrancarle fácilmente.
En cuanto mis manos se aferraron a sus caderas, su piel se erizó provocando que todo en mí se alterara. Sus profundos orbes se posaron sobre los míos, sonreí ladeadamente y de forma suave, la pegué a mi cuerpo.
—Estás hermosa, sonrisitas.
Dije esa frase más veces de las que puedo recordar, pero sé que cada vez que pronuncié esas exactas palabras fue porque no pude controlarme. Mi boca hablaba sola al verla, al tenerla cerca, simplemente no podía evitarlo cuando estaba junto a ella. Dominaba todos y cada uno de mis sentidos.
Una dulce risa se filtró por sus labios y sujetando su cuello, la besé. Las sonrisas fueron desapareciendo a medida que nuestra temperatura corporal aumentaba. Pegué todavía más nuestros cuerpos buscando que su piel quemara la mía. La deseaba, como siempre, sin embargo, aunque mi chica no se negara y pareciera quererlo tanto como yo, supe que era demasiado apresurado.
No era mi intención ir tan rápido, pero el alcohol que había consumido con los dos oficiales me estaba jugando una mala pasada. Desistiendo de la necesidad que cierta parte de mi cuerpo clamaba, mordí suavemente su labio inferior y a regañadientes, me separé de ella.
—Definitivamente, no me esperaba eso— Bromeó y relamió el sabor que mi boca había dejado en sus labios.
Reí y envolví su cintura con mis brazos, sin querer alejarme mucho más. La peli-negra besó dulcemente la cornisa de mi barba y elevó frente a mis ojos una de las botellas que cargaba. En cuanto sujeté el abierto envase, se alejó de mi calor y se acercó a la cama.
Cuando entré a mi pieza, estaba tan concentrado en Natalia y cegado por de mis instintos más salvajes, que no había notado las cosas que reposaban sobre mi lecho. Encima de mi colchón había un pack de cervezas con dos productos faltantes, una gran bolsa de madera con un moño y una caja de pizza, no pude evitar reí al verla.
—¿Por qué todo esto?— Consulté y refresqué mi garganta con la amarillenta bebida.
—Ya verás— Respondió con misterio, haciéndome arquear una ceja divertido.
—¿Puedo comer la pizza?— Relamí la amargura de la cerveza en mis labios y sonriente, me acerqué a la comida.
Ella asintió a mi pregunta y sentándome en mi cama, abrí la cuadrara caja. Tomé una porción y masticando, la observé sonreír con el helado pico de su bebida apoyado en sus labios. Se sentó a mi lado e imitó mi acción.
Parecía nerviosa y alegre a la vez. Algo tramaba. Dejé que el silencio se adueñara de la situación y en cuanto terminé con el pedazo de comida que había agarrado, limpié mi garganta con el burbujeante alcohol.
—Linda remera— Pronunció con una sonrisa burlona, rompiendo el extenso silencio.
—Zac— Reí y puse los ojos en blanco —Por cierto, tuvo algo que ver en esto ¿Cierto?
—Me ayudó con unos cuantos detalles.
—Y mantenerme alejado de casa— Añadí y le di otro trago a mi cerveza.
—También— Respondió con la boca llena haciéndonos reír a ambos —Cata también me ayudó...
—¿Me dirás a qué vienen estos detalles, sonrisitas?
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Siempre hemos sido nosotros
RomanceSEGUNDA PARTE de "Siempre has sido Tú". "Sufrí horrores su recuerdo, añoré incontables noches su amor, rompí huesos desesperado ante su falta, viví golpeado por extrañarla. Siempre supe que volvería. Ahora, ¿yo estaba dispuesto a volver?" Borrador. ...