Matt
Desperté y al sentir a Natalia dormida sobre mi pecho, sonreí sin molestarme en abrir los ojos. Al notar que los rayos del sol, perforando la impermeable tela de la carpa, eran demasiado débiles y escuchar al viento chocar contra las copas de los árboles, supe que el mediodía siquiera estaba cercano.
Sabiendo que sería imposible volver a dormirme y aguantándome las ganas de vaciar mi vejiga, decidí quedarme al lado de mi chica unos minutos más. Disfruté en silencio su cuerpo junto al mío, su palma percibiendo inconscientemente mis latidos y mi mano acariciando su cabello. Gozando el calor de su piel rozando con la de mi torso desnudo.
Recordando la noche anterior, no pude evitar fantasear con vivir la misma experiencia que mi hermano. En cuestión de segundos fui capaz de imaginar a Natalia dándome tan hermosa noticia, yo besándola y pasándome cada mañana y cada noche, acariciando su creciente vientre en la dulce espera por conocer a nuestro hijo. Sonreí ante las alucinaciones que mi cerebro, recientemente levantado, me presentaba y medité sobre una decisión que también cambiaría mi vida para siempre.
La suave brisa de la mañana colmó mis pulmones de aire puro y relajó cada musculo tenso que tenía. Respiré profundamente, buscando llenarme de lo natural de este lugar y me coloqué la camiseta. Había refrescado. Me alejé unos cuantos metros del improvisado campamento y con el cierre de mis bermudas abajo, descargué las cervezas que había consumido el día anterior. Bostecé ante la agradable mañana, sino fuera por mi rutinario horario, me encantaría seguir con mi letargo en una hamaca paraguaya disfrutando del aire libre.
—¡Buen día!— Gritaron junto a mi oído.
Quebrantando la paz, interrumpiendo mi bostezo, provocándome un salto y ocasionando que casi ensuciara mis ropas, Zac apareció.
—¡Mierda, Zac! ¡No vuelvas hacer eso!— Protesté a regañadientes.
—A ver qué es lo que tiene tan loca a Natalia— Bromeó aguantándose la risa y simulando acercarse a mi cuerpo expuesto.
—¿Qué mierda contigo? ¡Acércate y verás lo que pasa!— Amenacé y antes de que se atreviera a mirar, me subí rápidamente la cremallera. Sacudí mis manos y me crucé de brazos —¿Qué haces levantado tan temprano?
Mientras carcajeaba ante los torpes movimientos que había echo para cubrir mi desnudes, se preparó para orinar.
—Estaba tomando una cerveza, te vi salir y te seguí. Estoy demasiado emocionado. No pude dormir en toda la noche y tampoco logro quedarme quieto— No necesité verle el rostro para saber que sonreía con alegría.
—¿Alguna vez has podido quedarte quieto?— Me burlé y rio.
—Lo primero que haré al volver será llevar a la barbie a una ecografía. No puedo esperar.
[...]
Durante toda la mañana y medio día, hicimos una exhaustiva caminata y como recompensa, al volver ninguno se opuso a un refrescante chapuzón, intercalado de salpicones que los futuros padres provocaban en modo de juego. El brillante astro estaba volviendo a esconderse y al mismo tiempo, cediéndole su lugar a la luna, que hoy se escondía de nosotros detrás de unas espesas nubes.
A diferencia de ayer, hoy la gélida brisa soplaba con más fuerza, haciendo bailar reiterativamente a las llamas de la fogata encargada de calentar una tetera.
Una vez más, anécdotas sobre nuestra época en el instituto resurgían para arrebatarnos carcajadas.
—Denise era una perra, no quería dejarme entrar al equipo de porristas— Poniendo sus ojos en blanco, mi chica se quejó haciéndonos reír.
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Siempre hemos sido nosotros
RomansaSEGUNDA PARTE de "Siempre has sido Tú". "Sufrí horrores su recuerdo, añoré incontables noches su amor, rompí huesos desesperado ante su falta, viví golpeado por extrañarla. Siempre supe que volvería. Ahora, ¿yo estaba dispuesto a volver?" Borrador. ...