Capítulo 50

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Dos semanas después la mudanza estaba casi terminada y las refacciones para el cuarto de Logan ya habían comenzado.

—¡Pintaré una jirafa por allá! ¡Y por ahí haré el sol naciente de "El rey león"!— Exclamó emocionado el oji-amarillo con un colmado balde de pintura en su mano —Me encargaré de que mi ahijado ame a Simba.

—No te dejaré hacer eso. Amo esa película y tú no sabes dibujar, lo arruinarás— Gruñí por decimoquinta vez, haciendo carcajear a los masculinos otra vez.

—Tiene razón, Drago— Comentó Christian hincándose de hombros.

—Tienes un don para lastimar los sentimientos de las personas, Matt ¿Lo sabías?— Fingiendo dolor, se llevó la mano colmada de pintura celeste al pecho y con la otra acomodó dentro de la gorra los mechones de pelo que caían por su frente.

—Sí. Ya me lo habían dicho— Escupí y oculté una sonrisa bajo la botella que me llevé a la boca.

—Ann pintará las nubes en cuanto Chloe deje de intentar ver a los bebés por el ombligo de las chicas— Vociferó Nick entre risas mientras se sacudía las manos.

Ya habían pasado dos horas de que comenzamos con los arreglos en la pieza de mi hijo y todavía faltaba culminar con el techo, sin contar la retrasada llegada de los muebles. Nunca creí que este trabajo pudiera ser tan agotador, sin embargo, tenía un lado bueno y ese eran las cervezas en compañía de mi padre y los chicos.

Con Zac sentado en una esquina, como un crío caprichoso al que no le dejaron hacer lo que quería, con Alexander y Christian nos dimos la tarea de darle la segunda mano de pintura a las paredes.

—Tío At— Escuché balbucear a mis espaldas.

—Princesa— Respondí agachándome y de manera inmediata, Chloe corrió a mis brazos —¿Qué sucede?— Cuestioné acomodando un mechón de pelo detrás de su oreja mientras ella jugaba con la pulsera que su tía me había obsequiado hace unos años.

—¿Po qué no puedo ve a Logan?

—Porque está dentro de la panza de la tía, en unos meses ya vas a poder verlo. Falta poquito— Dejando la brocha sobre la lata de pintura, acomodé a la niña que tenía en brazos —¿Cuidarás de él?— Asintió exageradamente —¿Y a tus otros primitos?

—Ambién.

Me volvía loco la vocecita de Chloe y su dulce forma de hablar. Cada vez que compartía unos momentos con ella deseaba tener una hija, pero pensando en un futuro sé que me volvería todavía más loco de celos, incluso ya lo hacía con solo pensarlo y no había nacido ¡Y ni siquiera era niña! De todas formas, suficiente tendría con la castaña de ojos azules que me sonreía y mi ahijada nonata.

—Chicos, los muebles llegaron— La rubia apareció en la habitación abrazando su enorme vientre, el cual parecía crecer por minuto.

—¿Puedo ir a buscarlos o tampoco sé mover cosas?— Cuestionó mi hermano divertidamente ofendido poniéndose de pie.

—Ya vuelvo, bonita— Besé la suave mejilla de mi sobrina y en cuanto sus pies rozaron el manchado suelo, corrió a los brazos de su padre.

—Ya, llorón... — Aferré mis manos a los hombros del policía y lo empujé hacia la salida.

Cuando pasamos junto al marco de la puerta, endureció su cuerpo evitando que pudiera seguir arrastrándolo y después de besar los labios de su chica, se dejó llevar.

El sol pegaba con tanta fuerza sobre nosotros, que era capaz percibir como se incrustaba ardientemente en la piel de mis brazos desnudos. Me saqué la gorra y después de limpiar el sudor que transitaba mi frente, me la volví a colocar. No veía la hora de terminar y darme una ducha helada.

Siempre hemos sido nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora