Matt
Mientras que Natalia no dejaba de observarme, de manera poco disimula, y su chico charlaba con su cuñado, mi mejor amigo y la rubia aparecieron. El peli-negro la abrazaba por la cintura y la felicidad parecía brotar de sus rostros. Contagiándome de su alegría sonreí y lo miré fijamente, manteniéndome la mirada sonrió. No necesitábamos hablar para comprendernos.
—Me alegro por ti— Modulé lo suficiente para que sin escucharme me entendiese. Le guiñé un ojo y elevé mi botella, brindando por él.
Moviendo sus labios con la misma intención, me agradeció. Los demás no tardaron en darse cuenta de cuan pegados andaban y su secreto no duró más de veinte minutos. Lo que restó de la fiesta se mantuvo prácticamente igual, sacando a la nueva y mimosa pareja, que no dejaba de besarse y abrazarse. Era como si no quisieran desperdiciar ni un minuto más, como si pudieran recuperar el tiempo perdido.
Cada tanto ojeaba a peli-negra frente a mí y me divertía notando como esquivaba las muestras de afecto del joven médico, aunque el fondo, muy en el fondo, me sentía mal por él. Y es que, es horrible no ser correspondido, pasé por eso en los comienzos de mi adolescencia y no fue nada agradable. Sin embargo, en casos así no queda más que hacerte a un lado, pero él parecía perdidamente cegado ante la mayor de los Harper y no podía culparlo por ello.
Cuando el sol estuvo próximo a nacer, los invitados comenzaron abandonar la residencia de los Thompson.
—Naty se quedó dormida en tu cama, Caty— Anunció el único doctor entre nosotros —Bueno, creo que ya es hora de irme. Necesito dormir unas horas, mañana tengo guardia.
—Creo lo mismo— Solté y de repente todos me miraron como si estuviera burlándome de él. Frunciendo el ceño, me defendí —También necesito dormir— Sentía como el cansancio se apoderaba completamente de mí ser.
Me levanté del sofá y automáticamente estiré mis músculos, ocultando un bostezo fregué mis ojos con torpeza y despeiné mi cabello.
—Espera, no te vayas— Pidió Catalina sujetándome la muñeca. Arqueando una ceja pasé de nuestra zona de contacto a sus claros luceros.
Podía sentir los ojos de mi compañera de trabajo clavados en mi nuca. Ella sabía que no me gustaba que me tocasen, de seguro esperaba alguna reacción negativa de mi parte. Sin embargo, no la hubo, jamás trataría mal a la rubia.
—Estoy cansado y tengo que llevar a Samantha a casa.
—No te preocupes, puedo pedir un taxi, Matt— Guiñándome uno de sus acaramelados iris, mi secretaria se metió en la charla.
—No dejaré que te vayas en un taxi, Samantha.
—Descuida, has tomado demasiado, lo mejor sería que no manejes— En su rostro podía ver la tristeza cubrirla y me molestaba desconocer el motivo.
—Yo la llevo—Zac se ofreció acercándose a nosotros con las manos detrás de su cabeza.
—No es necesario— Sonriendo con amabilidad, Samantha volvió a negarse.
—¿Por dónde vives?— Cuestionó Jack provocando que todas las miradas se posaran en él.
—Por el centro, pero de verdad, no se preocupen— Poniéndose su pequeño bolso al hombro, la otra rubia tomó la mano de Cata —Gracias por la invitación, la pasé genial.
—Conmigo no hay peros, me queda de paso al hospital— Con su móvil en mano y una campera colgando de su diestra, el novio de Natalia se paró frente a ella.
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Siempre hemos sido nosotros
RomanceSEGUNDA PARTE de "Siempre has sido Tú". "Sufrí horrores su recuerdo, añoré incontables noches su amor, rompí huesos desesperado ante su falta, viví golpeado por extrañarla. Siempre supe que volvería. Ahora, ¿yo estaba dispuesto a volver?" Borrador. ...