La espera se nos estaba volviendo eterna. Llamé a Nicholas para comentarle el estado de su compañera e hice lo mismo con Zac, quien no dejaba de llamarme, preocupado y ansioso por respuestas.
El sol estaba próximo a esconderse y Samantha seguía sin despertar. Me sentí un idiota por no haberme dado cuenta antes, me detesté por haber sido tan ciego. Aunque le haya insinuado que viera algún médico y ella haya roto su promesa de que lo haría, fui un tarado por no preocuparme como debía, dejando así que esto pasara.
Sin embargo, no podía dejar de pensar en que momento fallé y no me cuidé. Quemé mi cerebro intentando recordar si en alguna ocasión la protección se rompió, pero por mucho que buscara en mi memoria, nada aparecía. Si ella estaba embarazada, estaba claro que llevaba menos de tres meses de gestación y eso me confundía todavía más. En este último tiempo no habíamos tenido sexo, desde que toqué a Natalia, aquel día en el medio del mar, no volví a mantener relaciones sexuales con mi secretaria. La última vez, fue después de cenar en su casa y que haya quedado embarazada en ese acto era imposible, puesto que no hubo penetración, solo sexo oral.
Entonces, sí el embarazo es confirmado lleva más de un mes y medio gestando, de lo contrario, sí lleva menos, ese bebé no será mío.
—Matt— La voz de Natalia me arrancó de mis pensamientos. Sonriendo, se sentó a mi lado y me entregó un sándwich envuelto en papel film —Te traje algo de comer.
—Gracias— Aceptando su ofrenda, lo desenvolví y víctima del hambre, empecé a comer.
Cuando acabamos, tomé la basura que habíamos generado y me acerqué al grisáceo y agujereado tacho para deshacerme de ella. Al regresar, no llegué a sentarme cuando un chico, que parecía de nuestra edad, con una complexión delgada y de cabello abultado y bastante despeinado, apareció. Caminaba perdido, espiando cada habitación con desesperación. Sus pasos eran torpes y sus movimientos demasiado bruscos. Pasó frente a nosotros y se detuvo delante del cuarto de Samantha. Cruzamos una rápida mirada con Natalia y ella me hizo un ademán para que hablara con él.
—¿Vienes a ver a la señorita Samanta Green?— Pregunté a sus espaldas.
El castaño se giró desconcertadamente y reconocí su rostro. El amigo de la rubia por fin había llegado.
—Sí— Afirmó y frunciendo el ceño, paseó sus iris por todo mi cuerpo —¿Tú quién eres?
—Matt Bolton, un amigo— Estiré mi mano presentándome, pero solo la miró con repudio y arrugando su gesto, se cruzó de brazos.
Elevé ambas cejas y sonriendo sin humor, choqué en interior de mis mejillas con la lengua.
—Asique tú eres el famoso y estúpido jefe de Samy— Escupió apretando los dientes.
—¿Perdón? ¿Cómo me llamaste?— Relamí mis labios y sonreí maliciosamente, esclavo de la abstinencia de asistir al callejón.
Mis dedos comenzaron a moverse y la adrenalina circulaba de nuevo por mis venas. Di un paso hacia él y descruzando sus brazos, también dio un paso hacia mí.
—Estúpido— Repitió —Por tu culpa ella esta así.
Las ganas y la necesidad de marcar mis nudillos en su rostro, emergían de lo más profundo de mi ser.
—¡Hey!— Natalia apareció a nuestro lado y poniendo una mano sobre mi pecho, se interpuso entre nosotros —No es momento para pelear. Ambos están acá por Samantha ¿Podrían comportarse?
Clavando sus verdes y hermosos orbes en los míos, me obligó a retractarme. Chistando, me di vuelta y sequé las comisuras de mi boca.
—¿Cómo está? ¿Qué le pasó? ¿Qué tiene?— Interrogó Thomas a mi chica.
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Siempre hemos sido nosotros
RomanceSEGUNDA PARTE de "Siempre has sido Tú". "Sufrí horrores su recuerdo, añoré incontables noches su amor, rompí huesos desesperado ante su falta, viví golpeado por extrañarla. Siempre supe que volvería. Ahora, ¿yo estaba dispuesto a volver?" Borrador. ...