Capítulo 26

3.4K 242 48
                                    

—Como has crecido, hijo mío.

Elevé ambas cejas ante su expresión poco esperada. Sobre sus labios una sonrisa, un tanto falsa, se dibujó erizándome la piel. Los iris moca de mi progenitora pronto se alternaron para estudiar a las dos mujeres que me rodeaban.

—Si ya no tienen más que decirme, por favor, retírense— Ordené sin sacarle la vista de encima a Carol.

Sabía que, si pasaban un segundo más frente a ella, no faltaría mucho para que de su boca comenzara a salir una serie de comentarios inoportunos, dedicados especialmente para ellas.

Ambas me miraron con el gesto arrugado al no comprender el proceder de mis palabras. Carol sonrió cual gárgola y siguió a mis chicas con la mirada hasta que abandonaron mi despacho.

—Bonitas muchachas, Matt ¿Te acuestas con ellas?— El tono irónico que implementó hizo que una risa sin humor naciera de mi ser.

—¿Qué haces aquí, Carol?— Cuestioné con la molestia reflejada en mi rostro.

—¿Acaso una madre tiene prohibido el visitar a su único hijo?

Arrastré los pies hasta mi escritorio y me dejé caer sobre mi asiento personal. Me fregué los ojos y suspiré con pesadez, que mi madre estuviera acá no sería para nada placentero.

—Te enteraste que soy el nuevo dueño y por eso has venido, ¿Cierto, mamá?— Sonreí sarcásticamente y entrelacé mis manos sobre el fría mesa.

—¿Qué ideas tienes en la cabeza, Matt?— Interrogó dejando su bolso a un costado suyo y unos lentes negros sobre la madera que nos separaba.

—La idea de que durante cuatro años has venido dos o tres veces a verme, y a papá. Incluso después de contarte sobre su recaída no te has dignado aparecer y ahora que hay un cambio de dueño ¿Sí? No lo sé madre, tu inesperada visita me parece algo falsa.

Clavando mis ojos sobre los suyos conseguí incomodarla. Removiéndose en el asiento, sujetó su elevada rodilla y sonrió de lado precozmente.

—Veo que no solo has crecido físicamente, Matt querido— Poniendo los ojos en blanco, me recliné hacia atrás y apoyé la cabeza sobre mi mano derecha.

—Contéstame ¿A qué has venido?

—Tu padre me llamó ¿No crees que sería poco ético que no me vieran junto a mi esposo en el evento en honor a nuestro hijo?

Dejé caer mis párpados y acaricié toscamente mi frente. Otra cosa que Alex me ocultaba. Comenzaban a agotarme sus sorpresas.

—Veo que Alexander sigue con sus jueguitos de mantener todo en secreto hasta el último momento.

—Sí, aunque ya me estoy cansando de ellos— Anuncié secamente y la risa de mi madre resonó dentro de la oficina.

Mis pupilas volaron inmediatamente hasta dar con las de ella, enarcando una ceja esperé a que dijera lo que deseaba parlotear.

—Como bien te propusiste remarcar, hace mucho tiempo no hablamos ¿Qué es de tu vida, hijo mío?

Dejé que mi cuerpo se resbalara sobre la cómoda silla y recargué ambos brazos sobre los codos del asiento. Relajé mi musculatura y me dispuse a mantener una conversación normal con mi madre.

—Aparte de que papá me pidiera hacerme cargo de su empresa y su infortunado accidente. No, no hay nada nuevo— Rascándome la barbilla intenté recordar si algo más había pasado durante su extensa ausencia que pudiera contarle —¡Ah sí! Zac tiene novia.

Siempre hemos sido nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora