—Buenos días, Matt— Esa voz femenina logró llamar mi atención.
Sin detener mi camino, pero ralentizándolo, giré mi cabeza encontrándome a la rubia parada frente a su escritorio con un conjunto de papeles entre sus brazos, arqueando una ceja esbocé una ladeada sonrisa que no me esforcé por esconder.
Verla todas las mañanas se volvía algo agradable en mi rutina, algo que de cierta forma me calmaba.
Sus mejillas no tardaron en tomar un tono rojizo —Lo siento, no me acostumbro— Aun con su cabeza agachada pude notar las comisuras de sus labios elevarse a la vez que suavemente, mordía su labio inferior —Buenos días, señor Bolton.
—Buenos días, Samantha— Respondí batallando contra una risa inapropiada que se empecinaba a escapar de mi boca.
Sentándome en la negra silla de cuero que destacaba en mi oficina, dejé caer mis codos sobre la rectangular mesa del mismo color y pasé ambas manos por mi cabello unas cuantas veces. No habían pasado veinte minutos de mi llegada a la empresa que alguien ya estaba tocando la puerta.
Sin sacarle los ojos a los papeles frente a mí, hablé —Adelante— Escuché a la puerta abrirse, pero a nadie hablar. Elevando la mirada me encontré con la rubia —¿Qué sucede?
Adentrándose a mi despacho, por fin habló —Te noté algo cansado, asiqué te traje algo de café— Dejando un largo vaso de cartón delante de mí, arrastró los pies rodeando el escritorio que nos separaba.
Soltando los blanquecinos documentos, relajé mi mente y me recliné sobre el respaldo —Gracias.
A medida que se acercaba, su dedo acariciaba la superficie de madera, meneando sus caderas con total intención llegó hasta mí. Con suaves movimientos se sentó sobre mis piernas y no tardó en jugar con el nudo de mi corbata. Mis iris solo se dedicaron a observarla actuar, una de mis manos tapaba mi propia boca mientras que su gemela colgaba a un costado de la silla. No me oponía a sus caricias, pero tampoco me unía a ellas.
—Anoche te esperé, ¿Qué te sucedió?— Cuestionó, agregándole sensualidad al tono de su voz —No me digas que has vuelto a aquel sucio lugar.
Suspirando, negué con la cabeza —No, no he vuelto— Sosteniendo mi propia barbilla con mis dedos, dejé que mis ojos siguieran admirando como intentaba seducirme —Cené con mi padre, lamento no haberte avisado.
—Descuida, no me enojaré en tanto estés dispuesto a compensarme— Susurró cerca de mi oído acariciando mi muslo de manera ascendente y acercando sus labios a los míos.
Antes de que su boca chocara con la mía y su mano rozara mi entrepierna volteé la cara —Estoy trabajando— Sentencié de manera seria.
Evadiendo mi rechazo acarició mi apenas crecida barba —¿Otra vez me negarás tus besos?
—Creo que te has emocionado con ellos, solo pasó una vez— Solté arqueando una ceja. Removiéndome en mi lugar conseguí que se incomodara y se levantara —Tengo mucho trabajo, lo sabes, Samantha.
Asintiendo, frunció sus labios acomodando su falta y tomó unas carpetas de la mesa, en cuanto se giró para abandonar mi estudio me levanté y tomé su mano. Sentí a su cuerpo estremecerse ante mi agarre, me sentía un infeliz por tratarla de una forma tan fría, luego de acomodarla para que quedase de frente a mí, tomé su rostro entre mis manos y sonreí lo más tiernamente que pude.
—Te lo recompensaré lo prometo— Su mirada era de tristeza y humillación, estaba seguro —Te invitaré a cenar—Solté sonriendo, queriendo redimir mi reciente accionar.
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Siempre hemos sido nosotros
RomansaSEGUNDA PARTE de "Siempre has sido Tú". "Sufrí horrores su recuerdo, añoré incontables noches su amor, rompí huesos desesperado ante su falta, viví golpeado por extrañarla. Siempre supe que volvería. Ahora, ¿yo estaba dispuesto a volver?" Borrador. ...