Matt
—¿Cómo estuvo la reunión?— Cuestionó mi secretaria caminando a mi lado.
—Como de costumbre, puro palabrerío.
Al salir de la sala de juntas me dirigí a paso rápido hacia el elevador, la chica que se esforzaba por alcanzarme, sostenía una carpeta que no paraba de garabatear. Las grandes hojas metálicas se abrieron frente a mí y sin perder tiempo las crucé con la rubia a mis espaldas. En tanto esperaba a que la máquina subiera los seis niveles restantes, me recargué sobre la fría y grisácea pared metálica, arqueé una ceja al comprobar cuan concentrada estaba Samantha en lo que hacía.
—¿Qué haces?— Metí las manos en los bolsillos delanteros de mi pantalón y le otorgué toda mi atención.
—Termino los papeles de...— Respiró hondo y tomándose un segundo, relamió sus labios —Natalia.
Apretando mis propios labios reprimí una sonrisa, me causaba cierta gracia ver el rostro de mi compañera escupir fuego sin motivo. Me sentí en una confusión interna, por un lado, me divertían sus celos mientras que por el otro me irritaban. Sin embargo, ella estaba dando lo mejor de sí, por lo que no tenía nada que recriminarle.
—Genial— Comenté consiguiendo que sus iris se posaran con extrema velocidad sobre los míos —¿Ya está trabajando?
—Sí.
—¡Eso fue rápido!— Exclamé elevando ambas cejas, la rubia solo esbozó una terrible falsa sonrisa. Las puertas del ascensor se separaron frente a mí, cruzándolas y encaminándome a mi despacho, acoté —Acompáñame, necesito darte unos papeles.
Pasando de largo el mostrador que compartía con Nicholas, entramos a mi oficina. De manera automática ella se acercó a mi escritorio en espera de los documentos. Cerré la puerta a mis espaldas y me arrimé a cuerpo en silencio, apoyé mi mano sobre la holgada camisa blanca que cubría su cintura y respiré a pocos centímetros de la piel de su cuello.
No importaba que tan cerca estuviera de su cuerpo, el único aroma que llegaba a invadir mi olfato era el de su caro perfume. No lograba detectar la fragancia natural de su piel, era como si se escondiera de mí, impidiendo que la conociera, o simplemente mi nariz era incapaz de percibirla.
Su anatomía reaccionó estremeciéndose ante mi tacto, su boca se entreabrió instintivamente y sonreí de lado al saber lo que podía provocar con apenas tocarla.
—Creí que en...En el trabajo esto... Jamás, sucedería— Susurró entrecortadamente al percibir como mi mano viajaba hasta su vientre, para, sin descaro, chocar su cuerpo contra el mío.
—Y así será. Solo quería preguntarte si me dejarías pasar a visitarte esta noche, de paso podre recompensarte— Musité, agravando mi tono de voz, cerca de su oído.
Girando sobre sí quedó de frente sobre mí, mis pupilas inmediatamente se fijaron en las suyas, las comisuras de su boca estaban elevadas mientras que su labio inferior era prisionero de sus dientes.
—Solo si prometes no irte en medio de la noche. Quédate a dormir conmigo— Pidió jugando con la corbata que colgaba de mi cuello.
—Sabes que no duermo con nadie— Escupí secamente en tanto alejaba mis manos de ella.
Era increíble lo fácil que podía ponerme de mal humor. Si tuviera que convivir con alguien como yo, no lo soportaría. La paciencia que me tenían mis allegados era realmente sorprendente, en especial la de Sam.
—Sí, lo sé, pero vamos, será solo una noche. Lo prometo— Aferró los dedos de su mano en mi brazo, deteniendo mis movimientos.
Enarqué una ceja y envié mi mirada hacia el lugar donde sus uñas pintadas de rojo resaltaban en lo negro de mi camisa.
ESTÁS LEYENDO
Siempre hemos sido nosotros
RomanceSEGUNDA PARTE de "Siempre has sido Tú". "Sufrí horrores su recuerdo, añoré incontables noches su amor, rompí huesos desesperado ante su falta, viví golpeado por extrañarla. Siempre supe que volvería. Ahora, ¿yo estaba dispuesto a volver?" Borrador. ...