Miércoles.
No había sido sorpresa el que se hayan despertado pegados el uno al otro.
Abrazados en medio de la cama. Con las manos de Harry aferradas a las caderas de Louis, uniéndose a él y, por el otro lado, los brazos del mayor apoyándose en el cuello y la nuca del rizado.
El ojiazul fue el primero en mostrar presencia en la habitación, sintiendo la respiración cálida del hombre contra su rostro.
Por un minuto se olvidó de todo. De lo mal que se había sentido la noche anterior, de todas las lágrimas silenciosas que cayeron sobre sus mejillas; lo único que podía ver era la belleza de la persona que lo sostenía como si su vida dependiera de ello.
Sus rizos color chocolate, con leves toques rubios, caían desordenados sobre la almohada. Sus ojos cerrados, sin ningún signo de preocupación al estar descansando, lo hacían lucir como un ángel. Su nariz perfilada y su mandíbula firme, dignas de un completo Dios griego. Y sus labios, oh, sus labios. Tan rosados y rellenos, siempre hidratados e hinchados como si los mordiera por horas. Tan besables.
Harry era, sin duda alguna, la definición de belleza.
Cualquiera en su sano juicio, incluso los que no, hubieran caído ante sus pies tal como lo hizo él.
Le gustaba tanto, demonios, le encantaba tanto.
Además de su maravilloso rostro y cuerpo, su personalidad y forma de ser, la manera juguetona y a veces dominante que tenía para tratarlo, sus actitudes y comportamientos cada vez que Louis lo besaba, todo Harry le parecía hecho a la medida para él.
Con cuidado, colocó sus manos encima de las mejillas ajenas y, así, comenzó a dar caricias suaves por su rostro. Perfilándolo de forma calma, pasando su dedo índice sobre su nariz, acariciando sus labios y masajeando los lóbulos de sus orejas.
Se acercó un poco más, acariciando el mentón del rizado con su nariz mientras cerraba sus propios ojos, frotando su cara contra la de Harry para poder sentir su tersa piel.
Y hubiera seguido así por años, hasta el fin de los tiempos y hasta que el mismísimo diablo lo hubiera obligado a separarse de su cuerpo. Incluso en ese caso lo hubiera dudado.
Era tan precioso, lo tenía tan embelesado.
Tan embobado...
— Hey... —
Y esa voz ronca, tan profunda y masculina, pudo haberlo hecho tocar el cielo tres veces de un salto sabiendo que era para él y solo para él.
— Hola... — sus susurros, apenas audibles en la habitación, hacían el momento aún más íntimo.
— Siento mucho lo de anoche. — los ojos de Harry, que antes se mantenían cerrados, se abrieron con pereza y lentitud, dejando a la vista dos grandes orbes tan verdes como el pasto en primavera — No era mi intención hacerte sentir mal, simplemente creo que deberíamos esperar un poco más. — hizo una pausa, tomando aire y acomodándose contra la palma de Louis que reposaba en su mejilla, buscando su cariño. — No quiero que sientas que todo es mera fogosidad del momento. Quiero que sea especial y sepas que estoy contigo, que estamos los dos, tú y yo. Que no me iré al día siguiente sin decir más nada. Que podamos recordarlo por el resto de nuestras vidas. —
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Gucci INK. [Larry Stylinson L.S.]
FanfictionDonde Louis trabaja como tatuador en un pueblo pequeño y su cliente habitual es un hombre extraño llamado Harry. 02/08, #1 en ranking "1d"