Capítulo 23

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"Los ángeles necesitan
ayuda para encontrar
su oscuridad escondida
en sus blancas alas"




—Madre... soy kuro —pasé saliva.

—¿y luego? ¿que quieres? No tengo dinero —y ahí esta, esa voz dura que solo utiliza conmigo. Como si yo alguna vez le hubiera pedido dinero.

—n-no, no te quiero pedir nada.

—¡ah! ¡ahora resulta que tu puedes con todo! ¡no necesitas de nadie! ¡eres tan madura y puedes con todo! ¡¿no?!.

  «dios, callate, ¡por una vez en tu vida solo escuchame como alguien normal».

—no, yo-....

—¡habla mas claro! — «como si me dejaras»— ¡hay no, esa voz tuya me harta! ¡ya habla bien, pareces niña chiquita!

— solo quería decirte que desde hace tres días e tenido exámenes —le dije con la voz mas clara que pude hacer.

—ah, ¿y? ¿cuanto sacaste?

—¡saque diez! —le contesté, con una voz increíblemente feliz, hasta yo me sorprendí. Creo que por un segundo esperé a que me felicitara.

— Me lo dices como si esperaras algo. Sacar diez es tu obligación.

  Me lo veía venir, así a sido siempre. Desde la primaria, cuando yo sacaba siempre buenas calificaciones y me entregaban diplomas, ella nunca me felicitó, solo le gustaba presumir como si esos logros hubieran sido de ella...claro, como ella nunca tubo tan buenas calificaciones.

—...aun te queda hoy y mañana para los exámenes ¿verdad? Te voy a llamar para ver si le sigues echando ganas — me colgó.

  Creo antes ya había hablado mucho, pero no la escuché... yo solo estaba recordando. Antes de que mi teléfono se apagara vi la hora. Mis ojos se abrieron como platos; ya era muy tarde, mucho mas tarde. Rápidamente salí corriendo de nuevo.

   Al entrar al salón trato de ser lo mas cautelosa y silenciosa posible, aunque el chillido de la puerta no haya ayudado mucho a mis planes.
   Al entrar miro como borrego asustado al profesor, quien a su vez me mira con severidad y me ordena sentarme apuntando a mi asiento con su regla. Al sentarme ya veo listos los doce exámenes que tengo que terminar en menos de cuarenta minutos.

   Cansada, desvelada, con sueño, hambre y con el tiempo reducido mi estomago comienza a doler por el estrés. Levanto la cabeza y miro frente a mi, porque a unas cuantas sillas en frente, se sientan las tres brujas. Las tres mantienen conversación por sus celulares a escondidas. Tan fácil, tan sencillo sería decirle al profesor lo que están haciendo, pero no lo hago, no se la razón pero me quedo callada.

Pensar en que esas tres cabezas huecas obtienen todo el crédito de las buenas calificaciones que obtienen mis desgastados ojos me hace enojar, curioso, antes esto no me hacia enrabiar tanto.

Vuelvo mi mirada a la hoja de examen. La razón por la que comencé a estudiar tanto era para que mi madre estuviera feliz y me dijera algo bueno, pero nada. ¿para que estudio tanto ahora? Todo mi esfuerzo no sirve mas que para dárselo a esas chicas. No tiene sentido esforzarse tanto por nada, al final, no tengo un trabajo o algo en mente que necesite estudios. Esto no tiene sentido, es una pérdida de tiempo, no tiene caso. Mientras mas pienso en eso los problemas del examen tienen menos sentido para mi.

Sin algún sentimiento en mi cara comienzo a rellenar los espacios a la suerte. El tiempo terminó y solo pude terminar cuatro de siete. Ni modo, tres cucarachas se quedaran un rato en la tarde para gastar algo de su cerebro si es que quieren seguir avanzando a la preparatoria.

Ya no me molesto en ir con las brujas, no se le puede sacar algún beneficio al estar con ellas.
En ese mismo día dieron los resultados de los exámenes. Yo saqué ocho, para estar tan destrozada y fuera de mi, la verdad es que se me hace un gran logro no haber reprobado. Las tres brujas sacaron siete. Y las de tercero, bueno ellas reprobaron. Algo me dice que al rato me llamarán y me amenazarán con quitarme su falsa amistad.

—¡kuro! —me llama Karla detrás de mi — ven un momento.

«lo sabia». Es igual que siempre. Las brujas me llevan al baño. Tan típico, lo veo en películas todo el tiempo. Ellas me empujan hacia la esquina y me rodean las seis. «adivinare, Karla será la que hable, las de tercero solo asentiran con la cabeza, entonces Karla me dirá algo como "prometiste que tendríamos diez, espero que no nos falles mañana, confió en ti, o si no ya no seras nuestra amiga"».

—¡prometiste que tendríamos diez! —me grita Karla. Ha, lo sabia — no puedo creerlo, y después de que confíe tanto en ti.

¿no se cansan de ser tan hipócritas?, digo, creo que yo si me cansaría.

—bueno, no quiero ser agresiva contigo, contamos mañana contigo — me dio una palmadita en mi hombro suavemente, aunque por su expresión terriblemente forzada se que ella quiere rasgarme la cara con sus uñas — por que si pasa el mismo resultado ya no nos juntaremos contigo nunca.

Y además se toman la molestia de venir a decirme sus mentirotas y amenazarme cuando nunca se tomaron el tiempo ni de mirarme o decirme un gracias.
Hablar con ellas me causan retorcijones en el estomago.

—si, daré mi mayor esfuerzo —les digo, fingiendo mi nerviosismo y mi sonrisa habitual.

—eso es, buena chica —dijo, y todas se marcharon con su peste.

Cuando se hubieron marchado forme una sádica sonrisa en mi cara. «eso, crean en mi vulnerable inocencia, yo no voy a defraudarlas».

"Las blancas alas
se comienzan a tornar negras"








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Y ahora el consejo semanal de la

buena escritora ~:

~★~ "Estudien, por que si no estudian no tendrán un buen empleo, serán pobres, nadie los va a querer, se quedaran solos eternamente, sufrirán depresión y morirán" ~★~

Doble personalidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora