Capítulo uno

88 11 0
                                    

Camino con el aire golpeando mi rostro suavemente, lo disfruto de sobremanera y dejo que una sonrisa adorne mi ceño. A pesar de ir con rumbo al instituto, me siento feliz y optimista con el cambio que estoy atravesando. Hace un año que mi padre, Charlie, decidió mudarse, junto conmigo obviamente. Justo un año nos tomó vender nuestra antigua casa y encontrar una que nos agradara aquí en Chicago. Llegamos a mitad del verano, así que mi padre pudo ingresarme como alumna regular en la preparatoria.

Antes solía estar nerviosa cada vez que tenía que llegar a una escuela nueva, pero parece ser que el cambio de ciudad me ayudó en muchos aspectos. Desde que pude despegarme de mi vida en Sídney. Para una chica como yo siempre fue difícil encajar, siempre centro de las burlas, cliché obvio, pero simplemente real. Cada día llegaba a casa para ayudar a papá, quién siempre regresaba a casa después de mí. Él trabajaba en una planta de energía eléctrica, teníamos una buena vida, pero no éramos completamente felices, o jamás lo sentí así.

Lógicamente, ya te estarás preguntando ¿qué hay de su madre?, en realidad no hay nada, literalmente ya no lo hay. Murió después de darme a luz, así que mi padre me crió, con un poco de ayuda, claro. Siempre fuimos mi papá y yo, unidos y fuertes, dispuestos a todo por hacernos feliz el uno al otro.

De pronto, el edificio del colegio abarca mi campo de visión, he hecho 15 minutos exactos a pie y aún me quedan 20 de ventaja para buscar mi horario. La estructura no es tan alta, pero sospecho que debe tener mucho espacio tras esa primera cara. Las paredes están pintadas de un lindo color crema y en el centro del mismo hay una linda fuente, la cual está rodeada por dos escaleras, una en cada lado, y ambas suben a la entrada del colegio. Jamás había podido observar tan buena apariencia en un colegio, y para no ser privado es muy acogedor. De igual manera, hay pequeños grupos de alumnos situados en las escaleras y la fuente.

Me recuerdo a mí misma que no es momento de sentir nervios, así que aseguro mi bolso a mi hombro, tomo aire y camino con confianza entre los estudiantes, consciente de que varios de ellos me observan. Subo las escaleras y giro para entrar y, en efecto, el espacio que hay cruzando la puerta es enorme, hay varios edificios, al fondo de ellos se observa un campo de futbol y en el centro del lugar están varias bancas, algunas ya ocupadas por más personas. Al ver tanta gente, me siento desorientada. Busco con la mirada un edificio que luzca como "administrativo", pero aún me siento perdida. ¿Qué se supone que haga ahora? ¿Andar cómo lo haría un sonámbulo? ¿Pedir ayuda?

< Diablos... > pienso. Saco mi celular y tecleo en él:


"Tengo problemas. ¿En dónde está el edificio administrativo? Estoy perdida. Ayúdame, papá"

- ¡Hey! ¿Necesitas ayuda? – giro sobre mis talones, encontrándome con una linda chica de cabello rubio y grandes ojos azules.

- Eso creo – respondo – Estoy buscando...

- La administración. – concluye sonriendo – No te preocupes, yo te puedo ayudar, vamos antes de que toquen la campana, supongo que el director te asignará a alguien para conocer el lugar.

- Te lo agradezco – le digo mientras la chica comienza a guiarme por el patio.

- No hay de qué. Yo también me volví loca la primera vez que me paré aquí. Fue una locura.

Me guiña un ojo con diversión y le sonrío. Entonces mi celular me avisa que alguien llega a mi rescate con algo de retraso:

"Pregúntale a alguien, cariño. La intención es que tengas amigos nuevos."

Me río por su respuesta:

"Olvídalo, una fuerza externa ya te ayudó. Una chica se ofreció a llevarme."

Guardo el teléfono y la chica pregunta:

- No eres de por aquí, ¿cierto? – niego con la cabeza.

- Me mudé aquí en el verano.

- Lo noté por el acento. ¿Y de dónde vienes? – pregunta con interés.

- Sídney.

- Vaya, serás toda una noticia, una australiana en Chicago.

- En realidad soy griega, nací ahí y luego mi padre se mudó conmigo en cuanto tuve el tiempo suficiente de nacida para viajar.

- Eso lo hará aún más interesante. – hago una mueca y ella posa su mano en mi hombro – No te lo tomes a mal, lo digo como un cumplido, no es común que alguien llegue de tan lejos. A propósito, soy Clío. – se presenta.

- Mucho gusto. – le respondo.

-Mira, aquí es. Ahí dentro encontrarás a la bibliotecaria, ella tiene loshorarios para los nuevos estudiantes, pero por ahora tengo que irme, no quierollegar tarde en mi primer día, no de nuevo. – dice riendo – Te veré más tarde.Suerte.    

N.A. Artemis en multimedia.

𝑇ℎ𝑒 𝑀𝑜𝑜𝑛'𝑠 𝐷𝑎𝑢𝑔ℎ𝑡𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora