Capítulo diecisiete

19 3 0
                                    

- De acuerdo, todos los que se vayan a poner nerviosos deben irse ahora mismo. – Clío pone sus manos en su cintura y mira severamente a nuestros espectadores: mis padres, Atenea y los tres gatos, Dorian, Heros y la única hembra, Uxía.

Mi madre sonríe de lado y le da un leve apretón a mi padre en la rodilla, los gatos me miran reacios a marcharse y Atenea se cruza de brazos, preparándose para el "espectáculo" que Clío y yo hemos estado practicando durante dos semanas cada tarde después de la escuela.

- ¿Estás segura de que van a hacerlo? – pregunta mi padre con gesto preocupado.

- Créeme, Charlie, teniéndome a mí a cargo de su entrenamiento no te debes preocupar.

- Lo sé, lo sé pero, ¿realmente debe aprender a usar espada?

- Bueno, debe saber defenderse si llegado el momento aún no consigue controlar sus poderes.

- ¿Cuáles poderes? – me golpeo la frente de inmediato.

Él no sabe de todo lo demás que puedo hacer, no que hay algo además de la luz lunar.

- Papi, ¿podríamos dejar esa conversación para después? Esta vez estoy segura de que le voy a ganar. – intervengo parándome junto a la rubia, quién me mira con diversión.

- ¿Y por qué tanta seguridad?

- Hicimos una apuesta, y quiero comer ese rico sushi del centro si lo pagas tú.

Doy media vuelta y me devuelvo a mí puesto a la par que ella lo hace.

- ¿Lista?

- Por supuesto, tengo hambre. – respondo con la sonrisa más adorable que puedo.

- Como quieras, Lunita.

Unas risitas del público suenan en el jardín haciendo que Clío frunza el ceño.

- Xifos.

Nuestras espadas aparecen en nuestras manos y adoptamos nuestra posición de inmediato.

- ¿Cuántos puntos?

- ¿Dos de tres?

- ¡Yo los cuento! – giro mi vista a los demás al no reconocer la voz.

Mi padre sigue nervioso, nuestras madres sonríen y Dorian da saltitos en medio de sus dos hermanos, casi caigo de la impresión cuando me percato de lo que sucede.

- ¡Yo los cuento!

El pequeño gatito sigue insistiendo en llamar la atención mientras sus hermanos le miran como si estuviera loco. Heros se aparta lentamente y Uxía se sube en el regazo de Atenea.

- ¿Dorian?

- ¡Ese soy yo! ¡Ese soy yo! – me derrito de ternura cuando avanza hacia mi dando saltos rebosando de alegría.

- ¿Qué haces? Íbamos a iniciar con esto. – reclama Clío.

- ¿Quisieras contar los puntos, pequeño? – le pregunto hincándome frente a él.

- ¡Sí!

- Entonces Dorian contará los puntos. Ve de vuelta con ellos.

- ¿Qué fue eso?

Guiño hacia Clío y asiente lentamente, comprendiendo mi mensaje. Volvemos a la posición y espero a que la rubia dé la señal.

*

Doy un trago más a mi soda haciendo larga la espera de Clío, sé que no quiere interrumpir lo mucho que disfruto mi sushi, así que me tomo mi tiempo para saborear cada bocado y trago.

𝑇ℎ𝑒 𝑀𝑜𝑜𝑛'𝑠 𝐷𝑎𝑢𝑔ℎ𝑡𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora