Capítulo quince

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Tres horas después camino de regreso a casa junto con Eris, quién insistió en acompañarme a casa. Acepté porqué realmente creo que estar sola por la calle no es muy buena idea. Y claro, porqué me pareció lo mínimo que podría hacer sí al final tendré que decirle que está será nuestra primera y última cita. Resulta ser un buen tipo, pero será uno de esos muchos que no fueron lo que necesitaba. No es gracioso en sentidos extraños, no es muy culto, es egocéntrico pero la verdad no posee un lado muy amable que digamos, y sus ojos azules parecen vacíos comparados con los de Clío.

Entonces me detengo de golpe a unos pocos pasos de mi casa y miro en el jardín a mis padres, a Atenea y a Clío hablando animadamente sentados en el césped, y caigo en cuenta de lo que realmente ha hecho a Eris ser desaprobado por mí. Y me río completamente atontada y divertida con lo estúpido de la situación.

- ¿Todo está bien? – pregunta Eris.

- Lo está. Aquí puedes dejarme. Gracias por la tarde. – dejo un beso en su mejilla a modo de despedida y corro los últimos metros hasta llegar a Clío.

Grita protestando cuando caigo sobre su espalda y paso su cabello al frente para hacerle cosquillas en la nariz con él.

- ¡Basta! – exclama entre risas.

- ¿Vendrás conmigo?

- Hago lo que sea pero deja mi nariz.

La suelto y nos quedamos tiradas en el césped mirando el cielo aún no tan oscuro.

- Ahora muévete, Limnos, tengo que hablar contigo. – me levanto, consciente de que tenemos público y tiro de su brazo – Lamento eso, debía hacerla ceder en medio de su enojo.

- Si eso no funcionara solo contigo, definitivamente lo aplicaría. – se ríe Atenea – Es una lástima que seas la única con el privilegio.

- Madre...

- ¡No dije nada! Vayan, vayan. Estoy segura de que es algo importante lo que deban hablar. – Atenea sonríe y me llevó a Clío al interior de la casa antes de que tenga tiempo de ponerse a hacer algún drama.

Entrelazo nuestras manos y subimos en silencio hasta mi habitación, nos sentamos en la cama y de inmediato se cruza de brazos para demostrarme que no será fácil que se termine su enojo.

- Lo lamento, Clío.

- Ajá.

- No te voy a dar la razón respecto a Eris. – rueda los ojos de inmediato – Pero él no es lo que necesito.

- Ni lo que mereces.

- ¿Y qué es lo que merezco?

- A alguien que no sea Eris, por ejemplo. – reprimo una risa – Para empezar, ¿qué le ves?

- En realidad no mucho, algo que puede ser un poco insignificante. Sus ojos me recuerdan a alguien, supongo que eso llamó medianamente la atención pero... - suspiro - ...esta noche he caído en cuenta de algo que ha estado frente a mis narices.

- ¿Qué?

- Creo que me enamoré de alguien, pero no sé si ese alguien lo esté también. – me encojo de hombros.

- Si no lo está es porqué es idiota.

- Puede que sea así, pero lo dudo honestamente. Es la persona más lista que conozco, tiene mal temperamento a veces, sobre todo cuando las cosas no salen como quiere, pero eso solo es parte de lo que le hace especial.

- Bueno, tienes práctica con la gente de mal temperamento después de convivir conmigo. Será fácil sobrevivir a él porque nadie es peor que yo.

En ese momento si suelto una carcajada, totalmente divertida con su inocencia. Por primera vez, Clío Limnos no capta las indirectas.

- Ya, jamás dije que fuera un él. – entonces me mira y parpadea repetidas veces.

- Pero... entonces a ti te...

- Sip, también me acabo de dar cuenta. – ambas nos reímos rompiendo parte de la tensión que se había extendido en la habitación.

- He de admitir que lo esperaba.

- Claro, tú lo esperas todo, menos lo que intento decirte.

- ¿Aún no terminas? – niego con la cabeza.

- Clío, dime la verdad. ¿Por qué te molestaste tanto cuando acepté salir con él?

- Ya te lo he dicho.

- Cariño, ambas sabemos que eso que me has dicho no es ni la mitad de la verdad. Sé lo que escondes, Limnos.

Por primera vez la veo dudar y sonrojarse hasta las orejas. Baja la vista a sus manos y da vueltas a sus anillos con nervios.

- ¿Eso significa qué...? – se encoge de hombros – Bueno... - se frota las sienes y suspira – Agh... Mierda... ¿Estás hablando en serio? – pregunta finalmente.

- Lo hago. ¿Qué dices al respecto? - pregunto nerviosa.

Se sienta en la cama y mira hacia el suelo sin dejar de jugar con los anillos.

- Me temo que no puedo corresponderte, cariño, y realmente lo siento. - me quedo helada frente a ella - Artemis, aunque lo quisiera no podría haber algo entre nosotras. Soy tu protectora,  no es correcto. Prometí protegerte, ese es mi trabajo y alguien como yo no puede darse el lujo del amor. Vine al mundo para cumplir mi deber, solo para eso.

Sus ojos se clavan en los míos sin avisar y puedo ver que de verdad lo siente. Debo darle la vuelta a esto.

- Aguarda, no, no. Clío creo que te confundiste. - me atrevo a hablar - No me refería a nosotras. 

- ¿Ah, no?

Nos quedamos en silencio un momento y me convenzo a mi misma de que tal vez todo esto lo hice sin pensar. 

- Hablaba de la chica de sociales.

- Oh... ¿qué chica de sociales? Habemos 10 chicas en esa clase.

Y aprovechando esa pregunta me invento una historia para ocultar mi decepción.

𝑇ℎ𝑒 𝑀𝑜𝑜𝑛'𝑠 𝐷𝑎𝑢𝑔ℎ𝑡𝑒𝑟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora