Capítulo IX

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Los bosques de Inglaterra eran llenos de fauna y flora, grandes árboles de pinos y uno que otro con frutos comestibles. La que estaba al mando, en este caso Rose Cuarzo, había tomado la decisión de seguir río arriba, porque dónde hay agua dulce, de seguro hay pueblos cercanos. Sus hombre y mujeres caminaron sin ningún problema, no tardaron cuando a lo lejos vieron un pequeño pueblo y cuya construcción más alta era una iglesia. Rose ve a sus amigas y sonríen para sí mismas; su siguiente movimiento sería muy divertido.

Atacar a los indefensos pueblerinos fue tan sencillo como dormir, la mayoría de su población eran mujeres, niños y ancianos, por supuesto que Rose no era tan sádica para matar a niños indefensos, por lo que sólo dañaron a una que otra mujer y anciano. Como era de costumbre en ese lugar, la iglesia era la que tenía más riqueza, un botín decente para los nórdicos. A la retirada de los noruegos, los pueblerinos no dudaron en enviar a un mensajero hacia la ciudad del reino Wessex para informar al rey Green de lo que sucedió. Por supuesto que llagar a pie hasta la ciudad, tomaría como tres días.

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Era una costumbre entre los soldados y el Rey hacer una pequeña concentración de pelea en los terrenos de entrenamiento con el motivo de demostrar quién era el soldado más fuerte. Con el tiempo esos pequeños encuentros se convirtieron en una tradición, pero ahora tenía recompensa, antes de las princesas, la recompensa por ser el mejor guerrero era un beso de la Reina, pero ahora, la encargada de dar el tan esperado beso era la princesa Blue.

En una plataforma de madera a un metro sobre el suelo se encontraba toda la familia real. Cuatro sofisticados asientos eran acomodados: el Rey y la Reina sentados en la parte del centro, al lado del Rey están sus dos hijas, White y Yellow. En la parte izquierda, al lado de la reina, estaban sentadas Blue y Pink quienes disfrutaban del entretenimiento desde las comodidades de una sombra sobre ellos. Los soldados hicieron un círculo de polvo gris, de igual forma los interesados en participar se pusieron alrededor. Las reglas era simples; no armas de verdad, solo espadas de madera de entrenamiento y el primero en tocar la línea blanca, era el perdedor. Los gritos y vitoreos se escuchaban con ímpetu, el Rey en ocasiones incluso los acompañaba con abucheos y muy rara la vez con elogios.

Yellow se encontraba con las piernas cruzadas, su mentón descansando en su dorso mirando sin interés a los soldados pelear unos contra otros, pensando en cómo estos bárbaros querían demostrar su hombría delante de Blue. Eso le enfurecía, no podía hacer nada, era la orden de su padre, no podía desobedecerla. Sin embargo, las ganas de tomar una espada y matar a todos esos que piensan tener la dicha de un roce de esos labios que le pertenecen, por supuesto que no le faltaban, pero ahora todo está en contra suya. El Rey creía que su hija Blue ya tenía edad suficiente para llamar la atención de los hombres y un beso de ella será una buena inspiración para que sus soldados demostraran lo mejor de sí. Aunque Yellow intentó sacarle esa idea a su padre, White se encargó de que fuera definitivo. La mirada de Yellow se desvió hacia Blue, había pasado un mes y medio desde la última vez que cruzaron palabras, y al parecer, Blue la había evitado cada vez que podía. Suspira y regresa de nuevo su vista hacia los soldados, esto ya era demasiado estresante.

Un hombre de 1.80 se enfrentaba a sus contrincantes con facilidad, él era uno de los mejores soldados de White; fuerte, con músculos voluptuosos, rápido de mente y con gran habilidad al descifrar los movimientos de su contrincante. Peleaba, golpeaba, pateaba y disfrutaba de que nadie lo venciera, gritos de sus compañeros eran escuchados por todo el círculo donde se encontraba, con sus brazos en lo alto y un grito de orgullo miró en dirección a la joven princesa Blue. La ojos azul sonrió de manera forzada, demostrando su indiferencia hacia el hombre que ganaba los combates, miró el suelo, odiaba tener que hacer estas cosas que creía denigrante para ella: ser una recompensa para lo estúpidos hombres altaneros. A Blue no le gustan los chicos, podrían ser sus amigos, pero nunca algo más que eso, ni siquiera podía pensar en una vida con un chico, no se lo imaginaba y fue suficiente el beso robado que le dio Brayton para confirmarlo. En cambio, sentir a Yellow junto a ella, sus cuerpos encajados perfectamente y esos labios… Blue estaba segura que nadie a tocado esos labios, jamás ha visto a un hombre que lo intente y si lo hubo, de seguro está 3 metros bajo tierra. Blue la mira con el rabillo del ojo, se veía tan seria, con su mirada perdida en el espectáculo de luchas, era hermosa, su belleza era indescriptible. La mirada fría de White conecta con los ojos azules y Blue mira de nuevo al frente, debe de dejar de pensar en Yellow, eso estaba mal.

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