Capítulo XXIV

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Los cascos astillados de dos corceles dejaban su marca contra el barro húmedo maloliente después de una lluvia recia. Dos sacerdotes con túnicas blancas y una cruz roja bordada en el pecho, estaban cómodamente sobre de aquellos animales, su viaje hacia Wessex fue ordenado desde Roma por el propio Cárdenal, su propósito era de recordarle a la Reina White de retirar a su ejército de las fronteras Escocesas, ya que sus influencias informaron de ver al ejército inglés marchar en busca de una guerra.

Las grandes y gruesas puertas dobles de Winchester se podían ver a unos kilómetros de distancia, los hombres se miraron entre ellos ante la vista imponente, confirmado su destino, para después seguir su camino. Unos soldados con armaduras plateadas que resguardaban la entrada a la ciudad, los detuvieron y preguntaron su propósito a estas tierras pero solo bastó ver su vestimentas para saber que eran sacerdotes puros de la Santa inglesa.

Su caminata dentro de la ciudad era como lo habían dicho e imaginado. Winchester era completa, una ciudad próspera y segura. Desde comerciantes de telas hasta ventas de ganaderías, era de reconocer el buen trabajo de la Reina White. Los hombres no se detuvieron apreciar más del lugar, tenían que llegar y dar su mensaje a la Reina Blanca. Fueron atendidos por una joven sirvienta a su llegada al castillo. La chica de piel pálida y delgada los guió dentro de la construcción para llevarlos a lo que era sala del trono, luego hizo una leve reverencia y se marchó, no antes de murmurar que su Reina llegaría en un momento.

Los hombres inspeccionaron a su alrededor. Grandes ventanas de más de dos metros tragaban el sol caliente iluminando el salón, los rayos de luz rebotaban contra el gran candelabro de cristal en lo alto, la luz era casi cegadora. Espadas bañadas en oro adornaban las paredes junto con estandartes con el símbolo de un diamante blanco y no podían pasar desapercibida la gran alfombra roja que cubría el suelo de piedra que daba hacia el gran trono de Inglaterra. 

No tardaron mucho en escuchar los sonidos de tacones contra el suelo frío haciendo un eco repetitivo contra las grandes paredes. Los hombres dirigieron su mirada hacia el sonido y se inclinaron levemente al ver la presencia de la Reina.

—— Es un honor recibir a hombres santos en mi ciudad. —— saludo la mujer de ojos grises, sonriendo mientras tomaba asiento en su trono cruzando las piernas. —— y más si son los reconocidos templarios. 

——Su alteza, es honor nuestro poder estar en presencia de la Reina de Inglaterra. —— respondieron los hombros aún con la cabeza baja. Para ellos estaba completamente prohibido ver directamente a una mujer más de lo necesario y la Reina White era totalmente magnética.

La reina sonrió por lo infantil actuar de los hombres y se pasó un dedo por la comisura de los labios sin apartar la mirada de su visita, invitándolos a mirarla. Ver a dos templarios era muy extraño, pero dada la situación en la que estaba, tenía una idea del porqué de su presencia. Los hombres se irguieron decididos en mirar a la Reina. Uno de ellos sacó de su bolso una carta de papel blanco con el sello de una cruz. White sin preámbulo lo tomó entre sus dedos delgados y pudo ver el nombre de Cárdenal escrito en él, todo estaría bien si el apellido del poderoso hombre católico no fuera Heter. 

——Como sabrá su alteza, durante su viaje de colonización en tierras paganas, hubo disturbios con la Reina circulante, su hermana, provocando un caos en su matrimonio y con ello arrastrando a un conflicto entre los países aliados... —— decía unos de los hombres con las manos tras la espalda, observando como la reina leía el contenido de la carta. —— El Cárdenal al enterarse que el equilibrio de la paz estaba por caerse, decidió interferir, envió una primera carta como remitente a su hermana, donde decía que cediera en tomar armas contra Escocia. —— siguió el hombre tragando levemente saliva espesa en su garganta. —— Pero creemos que hubo una equivocación, informes avisaron de ver a su ejército marchar hacia frontera Escocesas rumbo a batalla, pero hemos comprobado que es una calamidad, usted está aquí en su reino. 

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