Capítulo X

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—— ¡Muro de escudos! —— La voz gruesa de Garnet gritó con fuerza la orden. Guerreros vikingos se juntaron para protegerse de la primera lluvia de flechas. —— ¡Protejan a su Jarkl! —— dijo una vez más la morena, refiriéndose a Rose.

White en lo alto de la torre los mira con determinación, sube su mano derecha y lo cierra en forma de puño; esa era la señal de fuego. Los soldados se posicionan con ballestas en manos y disparan. Los escudos de los nórdicos no eran tan fuertes, en su mayoría eran de madera gruesa con un centro y su alrededor de hierro. Aun así, la fuerza de la flecha de la ballesta era tan poderosa que se enterraban hasta la mitad en los escudos, haciendo daño a los guerreros vikingos. Garnet abrió los ojos de asombro, al ver que una flecha quedó a centímetros de su rostro aún a pesar de su manto de protección. Se mantuvieron con su muro de escudos, una técnica clásica de combate de los nórdicos.

——Antes de empezar esta bienvenida... Me gustaría conocer al comandante o líder de este pequeño escuadrón. —— Habló con claridad White, su voz firme y profunda captó la atención de todos a pesar de la distancia.

Los vikingos se miraron unos con otros y se preguntaron qué clase de idioma hablaban los sajones. Rose no fue a las nuevas tierras sin antes haber pensado ese pequeño detalle, con el permiso de su padre, llevó al extranjero que vio en Glasir, aquel hombre que deseaba en derrocar al rey Diamond. Su nombre era Randall, el compañero del fallecido Wolfgang. Con empujones y uno que otros golpes, lo pusieron de rodillas delante de Rose.

La mujer corpulenta lo mira desde el suelo sucio. —— ¿Qué es lo que dice aquella mujer? —— preguntó con la ceja levantada.

El hombre levanta la mirada. Podía ver a la hija mayor del rey vestida con su armadura plateada, brillante contra el sol, con la mirada y postura de una emperatriz.

——Dijo que quiere conocer al líder. —— Murmuró el hombre con los hombros caídos.

White esperó con paciencia, mientras cada segundo que pasaba servía para pulir su armadura y ajustarla a su delegado y fuerte cuerpo. Un pleno acto de grandeza y superioridad, mostrándoles a los vikingos cuán insignificantes eran a su lado. Giró la cabeza, dándole una orden silenciosa al sacerdote con túnicas cafés, sandalias y con su característica rapada de cabellos en el centro de la cabeza, en forma de círculo que estaba a su lado. Él sabía su trabajo, sabía que era el traductor. Desde la protección de lo alto de la torre, White pudo ver en como el muro de escudos se abría dando paso a una mujer corpulenta, cabellos rizados largos y pelirrojos con espada en mano.

——Lamento no ser el hombre que esperabas, pero soy la líder de este escuadrón, su Jarkl. Me llamo Rose Cuarzo. —— habló con orgullo y fiereza en la voz la mujer. —— Y si no te importa, quisiera conocer a la anfitriona. ——

El sacerdote se acerca al oído de la princesa y le dice el significado de las palabras que salían de la boca de aquella mujer obstinada. White sonríe mostrando su dentadura blanca y perfecta, con ligeros colmillos como lanzas. Se iba a divertir tanto…

——Mi nombre es White Diamond, hija mayor del poderoso Rey Green Diamond, heredera de toda Inglaterra. —— Se presentó con egocentrismo y altanería. —— Y ellos... —— White extiende la mano para mostrar a un pequeño ejército que se formó a las afueras de los muros del castillo, encarando a los extranjeros. —— Son solo una mínima parte de mi ejército, el más poderoso de toda Europa. —— Yellow se pone del lado de White una vez que se alistó con su brillante armadura dorada, y una pequeña vendoleta en la mejilla dañada. ——  Y por supuesto, al mando de mi general y hermana menor, Yellow Diamond. ——

Rose escuchaba atenta a la traducción de Randall, una vez que entendió el mensaje de la princesa, rodó sus ojos con burla, mientras sonreía de lado mostrando una porción de sus dientes. Camina de lado a lado observando a los soldados ingleses, se veían fuertes, sin miedo a los extraños, también notó que se formaron de manera táctica. Las primeras dos fila eran hombres con escudos y largas lanzas, los siguientes cinco filas eran hombres con espadas, y al final los soldados con corceles. Rose sonreía estudiando a sus contrincantes, se veían decididos al matar y otra cosa que no pudo pasar por alto, era que las perfumadas no querían bajar desde su posición de seguridad, se notaba que dependían de su ejército enteramente.

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