Capitulo XXII

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Una copa de metal se estrelló contra la dura pared del despacho del ex Lord escocés. El sonido del metal abollado sustituyó el silencio que llenaba el lugar provocando que Brayton diera un salto por la repentina rabieta de enojo creciente de su padre, cerrando los ojos al instante, traga duro con la esperanza de que no lo reprendieran por su insensatez. Había llegado a Escocia después del incidente con la Reina circulante; hace aproximadamente unas dos semanas y tres días, Blue se fugó y las heridas que le ocasionó aun no sanaban con totalidad. 

——Solo tenías una tarea... Solo una cosa por hacer... y aún así lo echaste a perder. ——El Lord Dietrich estrujó los pergaminos bajo su mano y apretó su mandíbula con fuerza. —— ¿Cómo pude tener un hijo tan incompetente? ——se preguntó así mismo con amargura el hombre de más edad.

El joven Lord bajó la mirada con vergüenza y apretó las telas de su ropa bajo su palma dura, sintiendo el peso del odio de su propio padre sobre sus hombros, movió los labios en un intento para hablar y buscar una excusa, pero sabía que no había ninguna para su error. 

——Yo la subestimé, padre, fue mi culpa y lo reconozco. —— Brayton habló después de buscar cuidadosamente las palabras aceptando su error. 

El hombre con canas levantó la mirada y lo miró con el ceño fruncido, con solo su mirada de esos ojos inyectados por la furia, Brayton sintió su desprecio. El ex Lord le pide que se acerque hacia él en voz baja, pues había una distancia considerable entre ellos que los separaba. El de ojos cafés trago en seco y dio unos pasos hacia adelante, cojeando por el hoyo en su pie, con dolor pudo llegar hasta su padre. Mucho más rápido que un parpadeo o incluso un aleteo de colibrí, el joven escocés cae al suelo con la mano en su mejilla después de haber recibido un fuerte golpe directo a su rostro por parte de su padre. 

—— ¡Nadie subestima a un Diamond! —— gritó con furia el hombre de canas que incluso las venas de sus sienes reventaría que cualquier momento al aceptar tal hecho. 

——No creí que supiera defenderse... —— se excusó el joven Lord. —— ¡Es una mujer, es débil como todas las mujeres de Inglaterra! —— dijo el chico desde el suelo. 

El sonido de las grandes pisadas pesadas del hombre de más edad se escuchó retumbar contra las cuatro paredes del despacho, hasta detenerse frente del chico. El Lord Dietrich se inclinó ligeramente hacia abajo, mirando con los ojos entrecerrados a su primogénito. ——Dime pequeño Brayton... ¿Acaso no sabes que la descendencia del Green es de mujeres y que dos de ellas son soldados temibles?—— pudo notar los ojos de su hijo evitar su mirada en derrota y vergüenza de no haber recordado esos detalles. —— Imbécil, por lo menos quiero escuchar que has dejado preñada a tu mujer... ——

El joven solo bajo aún más la mirada evitando el contacto visual con su padre. ——No tuve la oportunidad de hacerlo... —— susurró el chico, levantando con lentitud su rostro para poder ver la reacción de su padre. Para su sorpresa, no se inmutó. 

——En verdad eres una decepción para nuestro legado... Todo era sencillo, lo tenías en bandeja de plata y aun así lo arruinaste. —— El hombre canoso negó dos veces mirando a un punto incierto, pensando en su siguientes movimientos, porque sabía que para estos momentos, la reina Blue ya estaría bajo protección de su castillo y su ejército, tenía que tener un segundo plan y olvidar la ventaja del ataque sorpresa. —— ¡Bronson! —— llamó con un grito al soldado joven que se mantuvo cuidando de la puerta de su despacho, el hombre no dudó en entrar al escuchar su nombre, haciendo una leve reverencia al estar en la presencia de su Lord. ——Informa al ministro de Guerra que se reúna conmigo en la sala de junta. Tenemos serios problemas. —— El soldado asintió y salió rápidamente a obedecer la orden. 

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