Capítulo XXI

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Había una fila de carruajes blindados desde la entrada del gran castillo Diamond, hasta llegar a las afueras de sus gruesas murallas. Los soldados se sumaron para esta ocasión, manteniéndose en guardia de cualquier amenaza o anomalía. Era más del medio día pero los cielos se habían pintado de colores grises, amenazando a llover con los estruendosos truenos rugiendo a lo lejano. Los Lords de las casas que conformaban toda Inglaterra esperaban con paciencia su turno de estar en presencia de la Reina Circulante. Uno a uno, fueron atendidos y Blue no decía más que un solo agradecimiento de su "donación" anual. 

——El siguiente.—— ordenó con voz grave un soldado real que se mantenía cerca de la reina.

Un hombre con vestimenta en su mayoría de cuero negro y una capa de color rojo sangre se acercó al ser su turno. El hombre había escuchado de la inigualable belleza de una de las hijas del fallecido Rey Green y había decidido en comprobar él mismo si realmente era cierto, con la esperanza de admirar la hermosura tan mencionada, en cambio sólo pudo ver ante él, sentada ahí en esa silla tan grande, una figura casi cubierta de pies a cabeza con telas en su totalidad de azul oscuro, dejando a la vista solo una poca porción de piel de sus delgadas manos y dedos, al igual que solo se podía apreciar de su rostro los labios gruesos pálidos sin pintar. Sin dudar un segundo más, hizo el saludo Diamante ante la mujer.

—— Saludos mi Reina, vengo de la casa de Essex en representación de mi padre Marcus Hamilton, para traer ante su deslumbrante presencia, el cobro de impuestos. —— dijo el hombre sin titubear, dejando en claro que había practicado sus oraciones.

Blue se mantuvo quieta desde su lugar, viendo bajo de ella al hombre joven que la observaba, o intentaba poder hacerlo, sus zafiros pronto miraron a la larga fila que se había creado ya hace más de un par de horas, dejándole un cansado recordatorio de que aún faltaba mucho por terminar. La de ojos azules suspira por la nariz y hace un movimiento de mano dando orden a sus solados de tomar el oro de esos grandes cofres de madera con destino a la tesorería real. Rápidamente fue obedecida por sus hombres. 

——Estoy agradecida de su lealtad y de la cooperación ante la corona Diamond.—— dijo con firmeza Blue, un poco harta de repetir una y otra vez las misma palabras. ——Le aseguro que la Reina Regente estará satisfecha por su contribución.

El joven hombre hizo una leve reverencia para después retirarse. Las horas pasaron y los Lord seguían llegando con más oro para colaborar en los grandes planes de la Reina ausente, repitiendo una y otra vez las mismas gastadas palabras, dejando una leve irritación a los oídos de Blue, sin olvidar que su lengua seca y cansada estaba al borde de colapso por repartir lo mismo cada dos segundos. Blue se tomó por su dolorido cuello magullado, sus heridas seguían frescas y adoloridas recordando porque traía consigo vestimenta que la cubría totalmente.

Por el rabillo del ojo pudo observar los movimientos inquietantes de una de sus damas, no sabía con exactitud la razón pero pareciera qué querría decirle alguna información importante. Delante de Blue, aún se mantenía hablando un Lord delgado con hombros anchos que relucía los movimientos afeminados que hacía al hablar. Con un leve carraspeo de la delgada voz de Blue, logró hacerlo callar de inmediato, incluso la sala de audiencia se ahogó en el repentino silencio. La reina se movió ligeramente en su asiento revelando algunas hileras brillantes de su cabellera plateada dejando a más de uno con la necia necesidad de ver más allá de ese simple mechón. Su dama supo entonces que tenía la atención de su aliada, sus pasos hicieron ecos en el silencioso lugar y más de veinte ojos la observaban acercarse hacia la reina, algunos preguntándose: ¿Qué sería más importante que poder cobrar los impuestos de toda Inglaterra?

La dama no se sintió intimidada por los muchos ojos que la seguían, mucho menos nerviosa, entendía que era la naturaleza de los ingleses de ser curiosos. Al llegar cerca de Blue, Lapis recordó que tenía que ocultar las apariencias, la Reina le permite referirse a ella por su nombre en un acto de confianza, pero era distinto cuando había más personas en el mismo lugar que ellas. Así que solo decidió ignorar la atención de más y se concentró en su compañera la cual esperaba noticias con impaciencia. 

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