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Todo estaba oscuro me sentía pesada, no podía moverme, estaba sentada en un bosque, las hojas crujian bajo mi tacto, los párpados me pesaban y mi respiración era fuerte.

- ¿Hola? ¿Alguien me escucha? -grité a la oscuridad. Nada- ¡Ayudenme! Por favor -dije perdiendo fuerzas.

Estaba agotada física y mentalmente. Los párpados se me cerraban solos, cuando me iba a dejar llevar por el cansancio escuché una voz ronca.

Creí que era producto de mi imaginación, estaba sola, pérdida de noche en medio de un bosque. Trate de reunir fuerzas para mantenerme despierta. A la distancia visualice un silueta aproximándose, era alta y asustaba por lo intimidante que se vislumbraba, trate de levantarme para correr pero solo logré sentirme más adolorida. Cuando estuvo a unos metro de distancia pude reconocer quien era.

- Papá... ¿E...eres tú?

Tartamudee, estaba atónita, no podía ser cierto el estaba allí, enfrente mío.

- No hagas mucho esfuerzo hija, estás herida.

Como si me hubieran despertando, sentí una humedad en mi cabeza, la toque percibiendo el olor a ¿Sangre?.

Me desespere y me removí en el piso asustada.

- ¿Dónde está mamá?

- Brenda calmate.

Me desespere más.

- ¿DÓNDE ESTÁ MI MADRE? -bajo la mirada-. ¿Dónde está, papá? -susurré al borde del colapso.

Me miró con los ojos brillando por las lágrimas. Me asusté, como pude me levanté y me acerqué a él.

- ¿Papá? -dije colocando una mano en su mejilla, al levantar el brazo me dolía demasiado, pero me esforcé.

- Te extraño hija -se me llenaron los ojos de lágrimas al verlo destrozado-. Lamento mucho mis errores, cometí tantos y me arrepiento porque por ellos te perdí. -derramó una lágrima.

Me sentí la peor persona por hacerlo sentir así, el no tenia la culpa, el intentó arreglar lo que hizo mal, pero fui yo quien no lo perdono, quien lo odio cuando más necesitaba apoyo y amor.

Lo abracé fuerte y le dije las palabras más sinceras que salieron desde el fondo mi corazón.

- Escúchame bien Tomas Calvins, tu no tienes la culpa de que yo te diera la espalda, eres culpable de tus errores pero aún así intentaste arreglarlos, eso es lo que te hace fuerte y valiente no importa que, lo intentaste y perdoname -solté un sollozo- Perdóname por ser alguien egoísta y resentida, alguien que solo pensó en sí misma y no en tu sufrimiento, te quiero papá y disculpa por abandonarte.

No aguante más y rompí a llorar en su hombro, ese que tanto imagine, me abrazó haciéndome sentir el amor paterno que tanto me hizo falta en estos largos años de mi vida. Disfrute el momento como si en cualquier instante me fueran a separar de él. Lo abrace como si la vida se me fuera en ello, a pesar de mi dolor muscular, transmitiendo el amor, la culpa y lo mucho que lo extrañaba.

Cuando estuve más tranquila me soltó para mirarme a los ojos.

- Como haz crecido en estos años, ya eres toda una señorita -trate de sonreír apartando las lágrimas que me nublaban la vista-. Estoy tan orgulloso de ti, se que haz hecho lo correcto en estos años, pero no debes olvidar tu esencia la que te hace especial, eres una maravillosa persona Brenda no lo olvides.

- ¿Te estas despidiendo de mi? -me atreví a preguntar.

El me miro sonriente a pesar de las lágrimas, se veía sano, conservado para su edad, papá tendría 37 años, un año mayor que mamá ellos se conocieron desde jóvenes y a pesar de sus altas y bajas siguieron juntos se iban a separar por problemas pero no pudieron, papá le recordaba que solo los separaria; la muerte.

- Estamos empezando de nuevo, y me alegra poder verte.

- No respondes mi pregunta, papá ¿Te vas a marchar?

- Ya me marché hace años hija, esto solo es un momento en el tiempo.

- ¿De qué hablas? Me estas asustando.

- Asustada está tu madre.

Lo mire desconcertada, no quería que me asustara pero lo estaba consiguiendo.

Me aleje de él, necesitando aire.

Y como un flashback lo recordé todo.

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