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La oscuridad no ayudaba a mi visión, encendí los faros del auto con esperanza de ver, tenia ventaja me faltaba poco para llegar a la meta, observe el espejo retrovisor encontrándome a el Camaro pisando mi trasero. Aumente la velocidad llegando a los 200 km por hora. Pero eso no fue suficiente, nada fue suficiente porque cuando estaba por cruzar la meta Cleyton acelero llegando primero.

Todo se me vino abajo, considere estúpida mi idea de venir aquí. Debía buscar una solución no me iría con ese hombre, ni muerta, Iugh.

Lo bueno pasó luego de que salí de mi auto.

— Disfrutaré esto. —rió cínicamente Cleyton.

— Yo también disfrutaré esto. —en un movimiento rápido le quite las llaves de la mano.

— ¡Tyler! —grite lazando las llaves al aire en su dirección, fue rápido atrapándolas y subiéndose al auto dejando a un estúpido Cleyton mirando la escena. Estaba cerrando la puerta cuando sentí un jalón lastimando mi cuero cabelludo. Quejas salieron de mis labios al ser arrastrada fuera del auto, Tyler estaba muy lejos como para ayudarme.

— Maldita zorra, de estas no te salvas. —sentí un golpe en mi mejilla, me desorbité un momento  pero antes del segundo golpe mi rodilla impacto en su miembro haciéndolo reclinarse de dolor. Aproveché en correr al auto y salir de hay no sin antes enseñarle mi dedo del medio como persona madura. Me largué escuchando maldiciones de su parte. Un sonido me saco de mi trance.

— ¿Aló?

— ¿Donde estas?

— Tuve un problema. ¿A donde vamos?

— Puedo ver tu auto, sígueme. —ordenó Tyler colgando, ya tendría tiempo para arrepentirme.

Nos estaban siguiendo, dispararon en nuestra dirección al no alcanzarnos pero fue fácil confundirlos gracias a Tyler.

Eran pasadas las 12 de la noche cuando llegamos a una mansión alejada del exterior. Al adentramos en la casa mi nariz fue invadida por un olor a comida mi estomagó gruño en aprobación, moría de hambre. Sin esperar a nadie Tyler camino por un pasillo como si de su casa se tratara, una especie de arco en la pared conectaba con la cocina, mostrando la gran vista. Una isla de mármol yacía en medio de la habitación con sillas de cuero a su alrededor, amoblada por electrodomésticos de acero inoxidable. Pero esa vista no era nada comparado con el cocinero, un chico de espalda a nosotros con audífonos cocinaba, su cuerpo resaltaba en el lugar. Observe su espalda cubierta por un playera, sus músculos tensarse cuando agarraba el sartén, la manera que meneaba su cuerpo al ritmo de la música, su cabello alborotado. Metió una cuchara en la salsa degustando. 

Quien fuera esa cuchara.

Chasquearon unos dedos en mi cara alejando mis pensamientos impuros.

— Estaba por buscar el coleto para limpiar la baba que dejas. —rodeé los ojos ante su comentario.

No estaba babeando.

Pensé. Por curiosidad toque el borde de mi labio sintiendo la humedad, lo limpie antes de ser humillada.

El chico antes de espalda se volteo luciendo sorprendido, pero fue al revés. Cuando su mirada conecto con la mía sentí desconcierto.

— Que cocinas hermano, tengo hambre.

Tyler tomo un plato dejando una gran porción de pasta con salsa y queso, olvidaba que comía por cinco. Al contrario de mi todavía seguía parada en la entrada como tonta.

— Ah Brenda se me olvido decirte, esto —señalo todo el lugar—, es de Andrew y mio, siéntete como en casa —informo el gorila de mi amigo, con salsa cubriendo su rostro. Quería gritarle blasfemias, pero me aguante a cuando estuviéramos solos—. Me voy a mi cuarto estoy cansado. Buenas noches. —me dijo antes de desaparecer por el pasillo.

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