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Tenía una sensación abrumadora en el pecho, un nudo en la garganta y los ojos aguados. Esta sería mi última vez aquí hasta nuevo aviso, pero aun así extrañaria este lugar.

Al salir de casa, su presencia me inundó, calandose en mis huesos, suspire por la boca, al mirarlo a los ojos, se veía ardiente, pero no se lo diría. Era un momento incómodo nadie decía nada, nos evitamos después del beso y yo sin aguantar me fui de su casa sin avisarle, pero al tenerlo enfrente me sentía bien.

Estiró su mano de forma caballerosa, con una sonrisita en mis labios le cedi la mía, me sonrió de lado, en unos segundo ya estábamos en la entrada del Hospital.

El frío golpeo mi cuerpo de manera descomunal y la ropa que traía no ayudaba, el Ángel me miro a los ojos y me indico que lo siguiera, mientras caminábamos miles de preguntas inundaron mi mente. 

¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Mamá se rendiría y desconectó las máquinas? ¿Como estará ella? ¿Tyler me visitara siempre? ¿Annie se alegrará? ¿Andrew me hara compañia? 

«¿Quieres parar?, Me agobias»

El tono brusco que uso me hizo dar un saltito, olvide que escuchaba mis pensamientos, algo extraño, papá no lo hacía.

«Lo siento estoy nerviosa»

Juguetee con mis dedos cuando abrió las puertas principales del hospital, nadie se dio cuenta de eso todos estaban sumidos en sus deberes, seguía igual que la última vez, había enfermeras yendo de un lado a otros, gritos, llanos, agonía, el ambiente era triste, y eso no ayudaba con mi estado de ánimo. Miré la hora en el reloj que colgaba en la pared del hospital, abrí los ojos como platos me quedaban 40 minutos.

— Se agota el tiempo. —exprese con agonía.

Sentía el corazón en la mano si no me apresuraba no se que pasaria.

Andamos por los extensos pasillos, Angel tranquilo y sereno y yo nerviosa hasta los poros, a este paso acabaría sin uñas, ¿Como se encontrara mi cuerpo? En todo el rato que estuvimos caminando no vi rastro de mamá ni nadie conocido, era mejor así no quiera ver a nadie por los momentos.

¿Y si ya no me encontraba en el hospital si no en un cementario? ¿Estaré muerta para siempre?

— Brenda, no te dejare sola, ya deja de pensar tantas cosas. —la mirada suave del Ángel me hizo sentir tranquila, aunque por error desvié mi vista a sus labios y unas inmensas ganas de devorarlos me invadieron.

Estábamos en medio de un pasillo, el deseo carnal era tan potente, se sentía tan bien, cada célula de mi cuerpo ardía y el era el causante, a su lado todo era potente e intenso. Era como los chicos malos de los libros que leía, atractivo, intimidante, ardiente como el infierno y mentiría si dijera que no quiera quemarme en el.

Jadeé en busca de aire, en pocos segundos el ambiente se sintió pesados la tensión era palpable, su mirada se volvió intensa, por mi mente pasaban un montón de cosas pero él se volvió el principal. ¿Me podía sentir atraída por la muerte? ¿Era posible eso?

Mis hormonas se descontrolaban de solo imaginarlo, era una virgen y su atractivo cuerpo no ayudaba a controlarlas, sin poder aguantar más, me acerque seductoramente a él, nos distanciaban solo 6 pasos, lo mire a los ojos esperando algo de su parte pero no sucedió, me entristecí por eso pero solo me limite a caminar.

Al llegar a la puerta donde solo podía entrar con trajes y gorros esterilizados, mi pulso se detuvo deje de respirar y mi visión se nublo, el Ángel me tomó antes de caer.

— No nos queda mucho tiempo, pequeña. Por favor reacciona. —suplicó.

Me estaba empezando a sentir distinta, por inercia recordé el tiempo al llegar al hospital teníamos 40 minutos, con la caminata para llegar hasta aquí agregando las interrupciones pasamos unos 15 minutos, ¿Pero porque me sentía así entonces? La imagen de la persona en la oscuridad llegó a mi mente haciendo que me avispara. Jadeé en busca de aire y corrí hasta mi habitación no sabía qué era eso pero debía llegar hasta donde me encontraba.

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