Capítulo 4

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Entramos por la puerta trasera de la gigantesca casa, dejando ver tras ella una amplia cocina que se encontraba desierta. No me dio tiempo a detallarla mucho ya que de ahí salimos rápidamente a un pasillo y subimos unas escaleras. Por el rabillo del ojo, podía ver que la morena sonreía triunfante.

- Deja de hacer eso - dije después de buen rato caminando en silencio y frenándola en seco.

- ¿De hacer qué? - preguntó haciéndose la inocentemente.

- Eso. Mirarme con esa sonrisa, es... desquiciante - bufé. Ella sabía bien de qué hablaba y encima tenía la cara de hacerse la tonta.

- Es que resulta curioso que sólo por esa razón estés aquí. Suena loco viniendo de alguien como tú.

- ¿De alguien como yo? Tú no me conoces.

- Y por eso mismo quiero hacerlo.

Otra vez esa mirada penetrante con un brillo extraño...

Me perdí en esa mirada hasta que ella tiró de mí bruscamente y me encerró en una habitación que no sé de dónde demonios salió pero me colocó entre la puerta y ella mientras me hacía un gesto para que guardara silencio.

Su cuerpo se encontraba totalmente pegado al mío y su cara muy cerca, demasiado cerca.

- ¿Qué estás....?

- Shhhh - fue lo único que ella me dijo para después ponerle total atención a lo que sucedía al otro lado de la puerta. Se escuchaban unas voces lejanas que conforme pasaban los segundos se oían más cerca.

Su cercanía me estaba poniendo muy nerviosa, algo raro en mí. Podía sentir su propio calor corporal y el aroma a vainilla que emanaba de ella.

Podría asegurar que es mi nuevo olor favorito.

Eso hizo que me relajarse por completo y dejase de usar al instante mi habilidad especial que seguía usando por precaución. Sabía que si la miraba a los ojos iba a acabar otra vez perdiéndome en esos orbes achocolatados pero no me importó y quedé hipnotizada al instante ante la cantidad de sensaciones que estaban llegando a mí por tenerla tan cerca.

Pasados un par de minutos, ella me miró y pareció darse cuenta de lo que sucedía porque de un momento a otro la tenía muy cerca de mis labios. Sus ojos cerrados y su aliento mezclándose con el mío. En mi interior ansiaba que cerrara la muy corta distancia que nos separaba.

Cerré los ojos esperando a que sucediera y...

.....

.....

.....

Y no pasó.

Lo que más deseaba en ese momento no sucedió.

Sus labios fueron a parar a la comisura de mi boca para seguidamente rozar su nariz con la mía, haciéndome así algún tipo de cariño.

- Aún no - susurró con un suspiro y manteniendo aún sus ojos cerrados.

Su voz... Un escalofrío recorrió mi espina dorsal.

Volvió a tomar mi mano y, tan rápido como nos había hecho entrar, me sacó de allí corriendo. Atravesamos el lugar hasta encontrarnos con otras escaleras, las subimos y nos adentramos por otro pasillo hasta una de las puertas finales. Me empujó para que entrara y cerró la puerta con un portazo, poniendo el seguro.

La morena se recargó de espaldas a ella mientras yo revisaba el lugar en el que ahora nos encontrábamos.

Era un dormitorio muy amplio. Suponía que el suyo porque me invadió ese aroma a vainilla que la caracterizaba.

Las Hijas De La Noche (Sofía Carson, Camila Cabello y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora