Me sentía la persona más miserable del mundo. Nunca pensé que le haría esto a alguna de mis hermanas. Menos si se trataba de mi pequeña Camila. Hacerlo había sido sin duda despiadado, despreciable y cruel. Muy cruel.
Cuando los humanos nos calificaban como seres sin corazón, fríos y sanguinarios siempre acababa riéndome de ellos pues sabía que para nada era cierto. Sólo eran simples habladurías porque no nos conocían realmente. Pero, después de lo que había hecho, sabía que ya no había vuelta atrás y que lo que decían era verdad.
Mi desconsuelo era extremo mientras mi vista se mantenía clavada en Camila, la cual, se hallaba tendida en el suelo, con su cuello, cara y torso ensangrentados, sus ojos cerrados y sin hacer ningún tipo de movimiento.
Dinah se encontraba aún a mi lado, llorando al igual que yo mientras me abrazaba y me decía palabras que aliviaran la culpa que cargaba.
- Esto era lo mejor que podíamos hacer - me decía - Tanto por su bien como por el nuestro.
Pero no. No lo era. Otras opciones hubiesen sido más válidas que ésta aunque hubiesen resultado menos eficientes.
Aún encontrándome en ese estado de culpabilidad y de tortura hacia mi misma, sentí la presencia de alguien más. Alguien que resaltaba sobre la espesura. Alguien que no pertenecía a este lugar.
Con lágrimas en los ojos, me levanté y escudriñé desesperadamente la zona, en especial entre los árboles que rodeaban el claro. Dinah, se levantó también bruscamente y me miró extraña.
- ¿Qué te pasa ___?
- ¿No lo sientes? ¿No notas la presencia de alguien más aquí?
Miré a Dinah, la cual, frunció el ceño durante unos segundos para luego abrir los ojos alarmada.
Ella oteó también la zona, en busca de lo que yo misma decía.
- No puede ser... - dije de repente - ¡¿Qué hace uno de ellos?! Mejor dicho... ¡¿Cómo ha podido llegar hasta aquí?! ¡Es imposible!
El reconocer de qué tipo de ser se trataba hizo que mi enfado aumentase mucho más pues a mi mente vinieron los recuerdos de todo lo que su raza hizo con ella y por ende, a mi y mis hermanas.
- Debemos irnos - dijo la rubia algo nerviosa.
- No pienso irme de aquí sin encontrar al responsable de esto - mi voz sonó fría y potente - Estoy segura que ese ser que se esconde de nosotras es quien ha provocado a Camila para que estuviese así y pienso darle caza por haberme obligado a hacer esto - gruñí muy enfadada e impotente, haciendo que mis ojos grisáceos mostrasen su verdadera identidad animal.
- ¿Ahora vas a ser tú la que busque venganza? - me reclamó con gran molestia la tigresa - No pienso permitir que a ti también te pase algo.
- Parece que no me conoces Dinah - le sonreí con ironía sin dejar de mirar con mi agudizada y verdosa mirada felina por los rincones del claro.
- Porque te conozco sé de tus intenciones - miró en una dirección en la lejanía y se mordió el labio con nerviosismo - Por favor, ___. Después de lo que acaba de pasar, es mejor volver.
Sin decir nada más, tomó el cuerpo de Camila entre sus brazos, abrazándolo contra su pecho. Su mirada triste aún residía en ella.
- Si no lo haces por mi, hazlo por Camila - me miró con pena - Se lo debes después de lo que le hiciste.
Un gruñido cargado de frustración vibró en mi interior.
Ya fuese intencionadamente o no, Dinah me había echado en cara el engaño al que había sometido a Camila todo este tiempo cuando estuve con Sofía y eso me molestó de una forma desproporcionada.
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Las Hijas De La Noche (Sofía Carson, Camila Cabello y tú)
Fiksi PenggemarEn un mundo habitado por humanos, vampiros, licántropos y demonios, existía también un pequeño grupo formado por tres chicas llamadas "Las Hijas de la Noche". Como grupo, guardan secretos que ninguno de los anteriores seres conocía. Como persona, ca...