Capítulo 23

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Al romper el beso, Sofía abrió los ojos, mostrando que habían recuperado su color natural. En ellos ahora sólo se podía leer calma y dulzura.

- Piensas que no pero tú también tienes un gran poder sobre mi. Sino mírame, has conseguido eliminar toda mi furia con un solo beso - me sonrojé ante sus palabras y me volvió a abrazar.

- Alpha, sentimos mucho lo que ha sucedido. No entendemos el comportamiento que han tenido pero créame que estos actos no quedarán impunes y serán castigados con la mayor de las condenas.

Salí de mi escondite y vi a un hombre bajito, canoso, regordito, con gafas y un bigote. Vestía con un traje demasiado formal como para ser un simple licántropo más de la manada y se le veía muy nervioso y asustado.

- Lo sentimos mucho, alpha. No sabemos qué es lo que nos ha pasado. No somos así, en serio - dijo apenado uno de los chicos que acorraló a Paulina.

¡No me jodan con que ahora querían dar pena!

Iba a replicar cuando sentí algo. Mejor dicho, a alguien. Había una presencia que para nada encajaba en este lugar.

Busqué con la mirada alrededor del conjunto de personas que ahora se arremolinaban ante la situación ocurrida hasta que pude divisarlo en la lejanía.

En una de las gradas donde Paulina y yo habíamos estado antes, detrás de todo el tumulto, se hallaba sentado un joven de pelo blancuzco, delgado y de ropajes de cuero negro y rojizo con el que nunca me había cruzado. Una sonrisa burlona enmarcaba su rostro y su mirada se hallaba centraba solo en mi, observando mis acciones.

Eso era inquietante y extraño.

Fruncí el ceño haciendo que la sonrisa de ese misterioso chico se ensanchanse aún más, indicándome que lo que buscaba era ser descubierto y que le satisfacía el que lo hubiese hecho.

- ¡Sois unos malditos desgraciados! ¡¿Acaso intentais dar pena ahora?!¡Mereceis la muerte por vuestros actos! - habló potente y furiosa Paulina.

Desvié la mirada un momento para mirarla, pues escuchar eso de su parte me había sorprendido, para después volver a mirar al lugar donde se encontraba ese chico extraño pero éste ya no encontraba en las gradas.

Lo busqué con cierta desesperación por toda La Arena sin éxito alguno.

Había desaparecido.

- ¿Ocurre algo, cariño? - me preguntó en un susurro Sofía tomándome de la mano y entrelazando nuestros dedos, a lo que solo pude negar lentamente.

¿Lo habría imaginado?

- ¡¿Qué?! ¡No! ¡Nosotros no hemos hecho nada!

Me giré rápidamente, sintiendo la rabia invadir todo mi cuerpo al escuchar lo que había dicho uno de ellos. Hace unos momentos no dejaban de lanzarnos frases obscenas e incluso uno de ellos quiso violarme con gran violencia. ¡¿Y no habían hecho nada?!

Gruñí con fuerza, mostrando lo enfadada que estaba y consiguiendo intimidar a los culpables pues se pusieron más asustados aún.

- ¡¿Que no habéis hecho nada?! - la voz potente de Sofía inundó el lugar, irrumpiendo mi amenaza silenciosa. Parecía como si hubiese leído mi mente. Incluso Paulina intentó ir a por ellos pero un chico la frenó.

- ¡¿Os parece poco haber ayudado a ese infeliz a casi violar A LA SOULMATE de vuestra alpha, soltarles frases indecentes y sucias tanto a su mate como a la mía que, oh, vaya, ¡sorpresa! ¡ES LA HERMANA DE VUESTRA ALPHA! Y luego impedirle que la ayude, atacándola incluso, para que vuestro amigo llevase a cabo sus malas intenciones?! ¡¡Debería mataros yo mismo!!

Las Hijas De La Noche (Sofía Carson, Camila Cabello y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora