Al salir no los vio, trató de recordar el mapa que había visto en el celular de Joshka. Le pareció que el lugar se situaba a unas calles a la izquierda. Trotó entonces hacia esa dirección buscándolos entre los escasos transeúntes.
<< no deben estar lejos, fueron caminando>> se dijo a si mismo, pero al parecer no se veía ningún restaurante, y rastro de ellos tampoco.
<< mejor les llamo>> y recordó entonces, no traía su celular, lo había dejado junto a su violín.
Decidió regresar al lugar del ensayo, intentó regresar sobre sus pasos, pero nada le parecía familiar, no recordaba cuanto había caminado, estaba tan concentrado en ver a sus amigos. Entre más andaba entre los edificios, menos conocía el lugar, se alarmó. << mejor pediré un taxi>> y cuando estaba a punto de alargar la mano busco en sus bolsas, tampoco traía su cartera, miró dentro de la de Matt, ni un solo centavo.
-¡Matt!- se llevó las manos a la cara.
Comenzó a llover, las personas que caminaban desaparecieron de pronto. Estaba perdido. Sin teléfono, sin dinero, nadie a quien preguntar el camino de regreso y con sólo un ligero suéter.<< pediré un taxi y le pagaré al llegar>> parecía un plan viable, pero los que pasaban estaban ocupados.
Comenzó a caminar con la esperanza de encontrar a sus amigos, el restaurante o el lugar del ensayo, o tan siquiera un taxi.
Pero no pasó ninguna de ellas. Estaba empezando a desesperarse, cuando del otro lado de la calle le pareció ver a Jeff, atravesó sin ver a los lados. Un auto pasó muy cerca, rosándole las piernas, el corazón parecía se le saldría. Una ráfaga de palabras malintencionadas le fueron dirigidas desde la ventanilla.
Terminó de cruzar la calle con las piernas temblando, pero no era Jeff. De una forma extraña algún objeto sobre el lo cubrió de la lluvia.
-¡¿Está bien?!
David se giró y vio a un lado suyo a una joven de grandes ojos almendrados que sostenía sobre el un paraguas transparente.
-¡Por Dios bendito! ¡Casi le planchan el traje!
David se miró, evidentemente no traía traje.
-No entiendo...
-Es un decir- sonrió- significa que casi lo atropellan.
-¡Oh!- se quedó pensativo, tiritaba un poco- ¿Sabe dónde está la sala de conciertos?
-Si ¿Llegó a aquí caminando?
-Si.
-Está muy lejos, me sorprende que haya llegado hasta aquí con esta lluvia- al ver la expresión de su rostro siguió- yo podría llevarle en mi auto, si gusta.
-De verdad, muchas gracias, salí sin cartera ni celular- le regaló la más encantadora sonrisa que tenía.
-Venga, está por acá- indicó un poco sonrojada.
Se fueron los dos bajo el paraguas y arrancó, comenzaron a andar por las calles de la ciudad.
La joven miró al violinista, escurriendo y temblando.
-Debe tener frío, tome- le extendió una chamarra que tenía en el asiento trasero.
Él se la puso, y sintió un calor confortable.
-Me llamo Carolina.
-Mucho gusto Carolina, yo soy- se dio cuenta que no sabía quien era - Christian Bogartz.
-Lindo nombre- dijo maravillada- ¿No es de por aquí verdad?
-No, en realidad. Soy de Alemania.
-¡Sorprendente!- continuó un poco mas seria, sin dejar de ver el camino- tiene que ser mas cuidadoso Christian, esta es una ciudad de locos.
-Si, lo se, al parecer no tuve un buen día.
-Todo puede mejorar.
-Eso espero. No se como pagarte.
-No se preocupe. Ya estamos a punto de llegar.
Miró por la ventana, las calles le eran familiares.
-¿Qué hora es?
-Las 5:30.
-¡Es tardísimo!

ESTÁS LEYENDO
Canto de lluvia
RomanceEl afamado violinista David Garrett, artista internacional y eterno soltero, junto con su banda de músicos y grandes amigos, están a punto de terminar una larga gira internacional en una pequeña ciudad con la intención de trabajar después el lanzami...