-¡En verdad no puedo entender cómo fue que tuviste una recaída David!- refunfuñó Fergus a un lado de la cama de su amigo la mañana siguiente.
Al parecer la gripe había regresado con mas fuerza, y al sentirse mal, David le llamó para informarle.
-No necesito que me regañes- dijo David con vos rasposa, fingiendo demencia- debió haber sido anoche que salimos del bar y comenzó a llover.
-Si no puedes ni hablar. Contigo no se puede. Te vas a quedar aquí acostado hasta que te mejores, no dejaré que hagas otra imprudencia...
Una imagen de Carolina invadió la memoria de David, que sin darse cuenta, esbozó una sonrisa febril y Fergus noto que estaba hablando en vano.
-¿Por qué haces eso?
-No fue mi culpa empaparme ayer.
-No, no eso ¿Por qué estás sonriente?
El violinista se supo descubierto y no dijo nada.
-¿Qué pasó?-¿De qué o que?
-Será mejor que llame al doctor, o a Carolina.
-¿Me sabes algo, o me hablas al tanteo?
-¿Qué pasó?- prosiguió más curioso que enojado- Somos amigos, Dave, puedes contarme lo que sea.
-Ayer besé a Carolina- soltó como bomba la noticia entre risas. Fergus parpadeo incrédulo.
- ¡David Garrett, el hombre que vive solo para la música, está enamorado! ¡Pero que buena noticia! Pero eso no va a hacer que me convenzas de salir de esta habitación.
- No me voy a oponer, pero ¿Te puedo pedir un favor?
***
En el último piso del edificio de oficinas, las cosas parecían haber regresado a su calma habitual. Israel se encontraba ocupado en redactar una crónica de un viaje turístico al que había sido invitado.Carolina llegó una hora más tarde que de costumbre, con el cabello revuelto, un abrigo y una bufanda. Al bajar del elevador, lo primero que hizo fue prepararse un té de manzanilla.
-Buenos días – dijo distraídamente Israel mirando la pantalla- hoy se te pegaron las sábanas.Ella no contestó nada, encendió su computadora personal y le dio un sorbo a su té.
-Te ves terrible.-¡Muchas gracias, es todo lo que a una chica le gusta escuchar!
- ¿Qué tal les fue a noche?
-Estuvo bien. Pero al final me agarró un tormentón y creo que me contagie de gripe.
Israel se echó a reír con sarcasmo.-¿Y se puede saber quién te la contagió?
Es pregunta activó la memoria de Carolina, la imagen de David Garrett reteniéndola entre sus brazos, sus ojos iluminados mirándola fijamente, la sensación de esos labios rosando los suyos...
-¡Eres un... ¡No me contagió nadie!
Israel estalló en carcajadas porque su compañera tenía las mejillas ruborizada y el seño fruncido, combinación que resultaba muy tierna.El mensajero de la oficina entró al par de cubículos, interrumpiendo la conversación entre los colegas anunciando que tenía correspondencia.
-Para Ocadiz tengo esto...- entregó un paquete de sobres bastante voluminoso- y para la señorita Tovar, bueno, espere un momento.
Salió de nuevo, buscando en el carrito de entregas y regresó con una maceta grande con un ramillete orquídeas, que fue recibida con una amplia sonrisa y acunada entre sus manos con cariño.El mensajero se retiró, no sin desear un buen día. Israel se levantó del asiento y se dirigió directamente al presente buscando un alguna nota que revelara la identidad del admirador secreto.
-"Y ahora me brillan en el cielo de mi soledad esos dos luceros que tiene por ojos. Este amor es como lluvia bienhechora en que se deshace y concreta la niebla de la existencia. C. B."
-¡Que metiche eres!
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Canto de lluvia
RomantizmEl afamado violinista David Garrett, artista internacional y eterno soltero, junto con su banda de músicos y grandes amigos, están a punto de terminar una larga gira internacional en una pequeña ciudad con la intención de trabajar después el lanzami...