Capitulo 27. Amor y combalesencia

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La mañana era clara, en el cielo había muy pocas nubes. Los primeros rayos de sol cruzaban entre los altos edificios, evaporando los charcos y haciendo un gran bochorno.
Un pequeño rayo de luz se coló entre las cortinas y dio directo a los ojos adormilados de Fergus. Se había quedado dormido en un sillón cerca de la cama de David, rendido por esforzarse en impedir que su amigo se levantará antes de estuviera bien del todo.
Pero esa mañana sus esfuerzos fueron en vano, porque David salió al restaurante del hotel para llevarle algo para desayunar.

-Buenos días ¿Qué tal dormiste?

Fergus abrió los ojos perezoso, frente a él estaba una mesita con un plato de fruta picada y otro con un omelette.

-Buenos días, gracias por pedir esto.

-¿Pedirlo? No, no. Fui personalmente por el al restaurante.

Fergus movió la cabeza de forma desaprobatoria y aceptó sin más que con David no serviría de nada un regaño. Se incorporó y estiró, tomó los cubiertos y comenzó a desayunar.

-¿Y por lo menos te sientes mejor?

-Sí, mucho mejor. Y como no queriendo... ¿Sabes algo de mi entrega especial?
-Se entregó puntual y fue recibida con alegría, según me informaron.

David si se alegró profundamente, hubiera querido entregarlo personalmente, ver a Carolina, escuchar su voz, besar sus manos.

-Tierra llamando a Dave. Tierra llamando a Dave ¿Ya revisaste tu celular? Está sonando.

David miró la pantalla, descubrió una llamada perdida y un mensaje de texto del número de Carolina. De inmediato tuvo un vuelco al corazón.

-Dave, tenemos algo pendiente. Recuerda que vamos a reponer la fecha de nuestro último concierto.

-¡Escucha esto! «Buenos días, muchas gracias por las florecitas ¡Son hermosas! Espero vernos pronto. C. T.»

-Me imagino que no escuchaste nada de lo que te dije. Podría decir tonterías ahora y no lo notarías.

-¡Le gustaron las flores!

-Dejaré la música para ser astronauta.

-¡Quiere que nos veamos pronto!

-Siempre he creído que la tierra es plana y de niño le tenía miedo a la luna porque pensaba que me seguía.

-¿Sabes que significa esto, Ferguson?

-¿Que no me estás  poniendo atención?

-Estoy hablando en serio.

-Yo también- levantó las manos como director de orquesta listo para señalar el inicio de la canción- Aquí viene en tres, dos, uno...

-Creo que Matt tenía razón, ya no le voy a tener amor absoluto a mi stradivarius.

Canto de lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora