Capítulo 9 - Reinicio

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No recuerdo nada más. Lo último que alcancé a ver fue la granada que me cayó al lado. Creí que era mi fin.
Pero, estoy contando la historia por algo.
Pasaron muchas imágenes por mi cabeza durante un largo tiempo. Todo era muy confuso, imágenes de toda mi vida hasta el día de hoy. Recuerdos. Días felices en la escuela, paseos familiares, tristezas, risas. Cosas que extraño.
Desperté.
Estaba en un lugar que nunca había visto. Me paré de la camilla en la cual reposaba. El lugar era blanco, totalmente blanco. Parecía un laboratorio futurista. Lo raro era que yo llevaba otra ropa puesta, diferente a las prendas de hospital, diferente a la ropa que llevaba puesta antes de que me pasara lo que me pasó.
Salí de la habitación, me asomé por el pasillo, volteé mi mirada hacia la izquierda, y vi que del fondo venía alguien, era un rostro familiar. Pero mi cuerpo se desestabilizó, me dolía mucho la cabeza. Se nubló mi vista, y caí al suelo.
Podía oír a las personas que estaban ahí conmigo.

No podía moverme, ni ver, pero sí escuchar. Fue entonces después de dos horas que desperté nuevamente.
Cuando ya era completamente consciente, me di cuenta de que estaba rodeado de gente que no conocía.
Pensé quizás, en que entonces estábamos en otro búnker. O, ¿Quién sabe?
Reconocí pocos rostros. Vi a Lucas, a Félix, a Laura, a Philip y a Briana. Pero, un momento, Riley no estaba. Me alteré. No quería imaginar que ella estuviese muerta.

-Oigan, ¿Y Riley? -Pregunté, alterado mientras me sentaba bruscamente en la camilla-.

-Qué buena forma de decir hola después de tanto tiempo. -Dijo Philip, quien me sonreía y acto seguido me abrazó-.

-Lo siento, sólo... –Respondí con la cabeza en otro planeta-.

-Mira. -Señaló Philip hacia el fondo del pasillo-.


Alguien venía corriendo por el pasillo. Y, para mi sorpresa, era ella.
Me abrazó y no me soltó por un largo tiempo. Pude sentir sus brazos, su aroma, su presencia misma podía sentirla por fin.
Tenía muchas preguntas por hacer.
Primero necesitaba acostarme y tranquilizarme.

-No sabes cómo me alegra que hayas despertado, Miguel. -Dijo Riley, sobándome la cabeza-.

-Y tú no sabes cómo me alegra verte, pequeña sobreviviente. –Respondí entusiasmado-.

Ella no respondió a eso. Se me hizo muy extraño, pero no le quise dar vueltas al asunto.
Hablé con los chicos, con mi grupo.
Me dijeron que no era un búnker.
Me contaron la historia. Resulta que pasé cuatro meses en coma. Cuando cayó la granada, por alguna razón, no morí. Riley pensó lo contrario. Los hombres que nos acecharon dejaron de disparar, y se fueron pensando que ya estaríamos muertos. Poco después, llegaron Philip y Briana. Se dieron cuenta de que yo aún tenía vida. Los pulsos eran pocos, pero aún estaba vivo.
Me llevaron de nuevo al búnker. Félix y Laura me atendieron y le explicaron a Philip y a Briana la razón de todo, el porqué Riley y yo estábamos allá. Estuvimos en el búnker tan sólo un mes más. El oxígeno se había acabado. Aún había comida, y se empacó. Yo era una carga para ellos.
Félix pensó en dejarme, pero, Riley y el resto no lo dejaron.
Llegaron a un raro lugar. No les dieron tiempo de nada, estaban armados, y nosotros sin municiones. Me pusieron en el suelo. Los hombres esos pensaban en dispararme pensando que era un Z, pero llegó lo que vendría siendo el líder del lugar.
Su nombre era Steve. Un tipo joven como para estar al mando de esto. Pero, para sorpresa de todos, era el hermano que estaba perdido de Lucas.
Lucas una vez mencionó a su familia, y que no sabía nada de ellos. Sorpresa sorpresa. Pero, sólo quedaban ellos dos de aquella familia, ya que el estado de sus padres es desconocido a pesar de saber que están en la otra punta del mundo.
Ellos nos dejaron entrar. Me atendieron y me dieron estabilidad. Pasé cuatro meses así, sin dar signos de mejoría.
Entendí entonces.
Pero, algo no me cuadró del todo. Riley y Félix. Algo estaba pasando entre ellos. Félix ya no era el tipo tímido que nos abrió el búnker aquel día. Félix tomó el lugar de líder en mi ausencia. Se notaba tan sólo en su manera de hablar.

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