Capítulo 33 - Caos

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El chico ese que le dio una mirada coqueta a Laura, estaba en casa, y tenía arrinconada a Laura, con un pañuelo en la boca para que ella no hiciera ruido.
El tipo aún no había hecho nada con ella.
Apenas vi esto, me fui corriendo hacia allá, cogí al tipo de la espalda, y lo tiré hacia atrás, luego propinándole cinco puños en el rostro, y una patada para que cayera al piso.
Desaté a Laura.

-Oye, oye, ¿Estás bien?, ¿Te hizo algo?

-Aún no me había hecho nada. Estoy bien. Gracias... -Exclamó ella, dándome un abrazo-.

El tipo se paró, y mientras estábamos abrazándonos Laura y yo, me hizo lo mismo, la diferencia fue que yo pude defenderme. Me alcanzó a romper la boca, y yo a él la nariz. Saqué mi cuchillo, y mientras él de nuevo estaba en el piso, se lo clavé en una pierna, así dejándolo inmovilizado.

Lo amarramos a una silla.
No sabíamos qué hacer.
Esto era un matadero.
En eso, alguien toca la puerta muy desesperadamente. Era un vecino, pidiendo el favor de que lo dejáramos entrar. Lo venían siguiendo soldados, y lo alcanzaron.
Escuché que uno de ellos dijo.

-Ahora vienen a verificar que no haya nadie en esta zona. En unas horas, esto será casa de los experimentos.

¿A qué se refería con eso?
Por mi mente pasaron muchas cosas. Creí que a lo mejor a las personas a las que iban a "vacunar", se las llevaban para aplicarles el veneno, y luego los dejarían de nuevo en sus casas y los espiarían para ver su comportamiento.
El tipo despertó.

-Estoy realmente sorprendido. Escuché lo que dijiste, y fíjate que así va a ser, y van a venir por ustedes y les harán lo mismo. Hijos de puta. -Dijo, y luego tiró escupa al piso-.

Todo eso lo dijo con un tono de voz sarcástico y de burla.
No paró de hablar. Quería generar presión en nosotros para que lo dejáramos ir.
Pasaron cuarenta minutos.
Dichos soldados llegaron a verificar que todas las casas estuvieran vacías, así que escondimos al tipo este, metiéndole pañuelos en la boca, y tapándosela con cinta americana. Lo metimos al ático junto con nosotros.
Lo que este tipo dijo, que nos sirvió de mucho, fue que nadie sabía, a parte de los "directivos", y de los arquitectos, que las casas tenían ático.
Se escuchaban las voces de los militares.
Ya estaban acá.
Hicimos el máximo de silencio posible, pero el tipo hizo un ruido, haciendo que los militares comentaran esto. Era cruel lo que íbamos a hacer, pero fue idea de Laura, en forma de venganza por su intento de aprovecharse de ella, y a mí me pareció bien.
Lo desamarramos, le quitamos los pañuelos de la boca, pero antes de eso, lo mordí en un brazo, eso para que cuando lo tiráramos de aquí, ellos pensaran que lo había mordido un Z, y acabaran con su vida.
Y eso pasó. Él, ese tipo al que nunca le supimos el nombre, dejó de existir, muriendo fusilado.
Salimos del ático después de que los soldados se fueran.
La gente ya estaba volviendo a sus casas.
Nos tranquilizamos, aunque sabíamos que nuestra misión era salir de aquí sin que se dieran cuenta.

-Prométeme que nunca me vas a dejar, que siempre, pase lo que pase, vas a estar aquí. -Me dijo Laura-.

-Te lo prometo. No te voy a fallar. Siempre voy a estar para ti. Si es mutuo, nunca acabará, ¿Sí?

-Es mutuo. -Respondió ella-.

Y bueno, intercambiamos palabras.
Nos sentamos a descansar un rato en el sillón.
Nos despertó una sirena. No sabíamos qué estaba pasando, hasta que salí a la calle y me di cuenta del caos que había en la cuidad.
Las personas se habían descontrolado. Este experimento había salido mal. La zona ahora estaba llena de Z. Los militares habían cerrado la zona, lo que quería decir que nosotros estábamos también encerrados, rodeados de aproximadamente mil Z.
Pero, se suponía que este veneno lo único que hacía era enfermar a la gente, no volverla Z. ¿Qué había pasado?
No sabíamos qué hacer. Laura dijo que había escuchado un ruido atrás de la casa. Un Z. Había entrado un Z, y atacó por la espalda a Laura. Acto seguido, me pongo en la mitad y el Z me muerde entre el brazo y el cuello, después Laura le clavó una daga en la cabeza, terminando con su existencia.
Nos quedamos con una cara de sorpresa los dos. Se suponía que yo ya era inmune desde el momento en que Laura y yo nos habíamos besado, y además de esto, se suponía que éramos invisibles para ellos, y varios médicos lo habían confirmado en las diferentes comunidades en las que habíamos estado, pero, eso no significaba que dejara de sangrar. Era una herida grande.

Laura corrió a traer unas vendas. La sangre salía y salía. Me puso las vendas como pudo, y tratamos de parar la sangre.
La acción no paró ahí. Comenzaron a golpear la puerta varios Z. No lo pensamos dos veces, y agarramos nuestras armas y cosas, y salimos de la casa lo antes posible.
La sangre de la herida no dejaba de salir.
El panorama estaba repleto de Z que al parecer sí nos veían.
Corrimos sigilosamente para que no nos escucharan.
Comenzó a llover.
Inocentemente, nos metimos a una calle sin salida, y cuando nos dimos cuenta de esto, y quisimos devolvernos, ya habían seis Z atrás de nosotros. Cada vez se acercaban más y más, y nosotros sin opciones aparentes. Pero, sorpresa, había una escalera al lado de un edificio. Sin dudarlo, subimos.
Ahora, ya que estábamos en la mitad del edificio, teníamos que encontrar la manera de subir a quizás pedir ayuda, o a bajar y a seguir con esta aventura.
Exploramos esa planta, y por lo que había, esto era un edificio de comunicaciones, algo así como una estación de radio.
Mi herida aún estaba ahí. Ya no dolía, ni salía sangre, pero daba impresión a pesar de las vendas.
Decidimos buscar el centro de control, o algo parecido.
Recuerdo muy bien cómo llamar a la radio de Philip, así que cuando encontramos una radio, lo llamé.
No respondía nadie, sólo estaba ese molesto sonido.
Nada.
El desespero se hacía conmigo.

-Amor, todo va a estar bien, tranquilízate. No ayuda mucho que te estreses y encima con la herida. Cálmate. -Dijo Laura-.

-Tienes razón. Al final lo que importa es que nos tenemos el uno al otro. -Dije-.

Aghh, ¡Duele demasiado!

Mi herida. Las vendas se cayeron. La sangre volvía a salir.
Traté de calmarme. Fui a buscar hilo y aguja. Tenía que haber un botiquín.
Le dije a Laura que lo hiciera, pero ella dijo que no podía, que nunca le había tocado algo así, que no estaba preparada.
Más dolor aún para mí. Tener que hacer esto solo. Encontré el botiquín, y con él, la aguja y el hilo. Comencé a coser. Dolía horrible. Laura no miraba, y al final, después de más o menos treinta minutos, terminé de coser.
Recibimos una llamada a la radio. Se oía una voz, pero no muy clara. Pedimos que repitieran el mensaje, pero no volvieron a hablar.
Se escuchó un estruendo en la entrada del edificio. Se escucharon los molestos ruidos generados por Z. Ellos sabían que estábamos aquí.
Miré por la ventana, y había un dron.
No tenía sentido que los Z hubieran entrado sin nosotros haber hecho ruido. Tenían controlados a los propios Z, y ahora querían acabar con nosotros.
Otro estruendo. Eran de varias partes. Nos estaban rodeando.
Alcanzamos a subir a la azotea. Cerramos la puerta.
Los Z ya habían llegado a acá arriba. No teníamos las fuerzas y las municiones como para acabar con todos.
Rompieron la puerta, y se nos fueron encima.

  Rompieron la puerta, y se nos fueron encima

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