Capítulo 18 - Escalofríos

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Había una compuerta en la pared, era algo así como para la ventilación, y de ahí venía la voz de Emma, así que sin pensarlo dos veces, entramos, y afortunadamente, nos salvamos de morir en ese momento. Emma estaba ahí, y nos llevó con Chloe, quien estaba en la biblioteca. La ventilación nos llevó hasta aquel lugar.

-Estamos igual que ustedes. No sabemos de dónde han salido los Z. -Dijo Chloe, quien sudaba y se notaba preocupada-.

-No tenemos tiempo para pensar de dónde salieron. Debemos actuar ya. Los Z se esparcirán como cucarachas, y no quiero estar aquí para cuando eso suceda. -Dije, moviéndome hacia la puerta de la biblioteca-.

Quizás, el Z que inició todo, era algún infectado del grupo que llegó con Chloe, pero no teníamos certeza de eso. El piso donde estaban los Z, estaba cerrado. La orden era que nadie entraba, nadie salía, y nosotros hacíamos parte de ese piso, y, quién sabe qué decisión tomarían para eliminar los Z, sin acabar con nosotros, aunque ellos no sabían que estábamos aquí. No teníamos cómo comunicarnos. Ni Emma, ni Chloe tenían radio. Sólo contábamos con nuestras ganas de sobrevivir, que no eran suficientes para más o menos 30 Z, que antes eran residentes del lugar, más concretamente, del piso.

-¿Alguna idea?, por favor, no vamos a morir así de esta manera tan patética, ¿O sí? –Afirmó Chloe-.


Teníamos que hacer algo, y rápido. Teníamos un mapa, y lo revisamos quizá para saber por dónde ir en el canal de ductos de ventilación. Encontramos una posible salida, pero no sabíamos a dónde nos llevaría. Entramos, Chloe, Emma, Laura, y yo.

-¿Están seguros de esto? -Preguntó Laura, quien se estaba arrepintiendo de entrar en el ducto-.

-No tenemos de otra, es eso, o morir como cualquiera en un mundo de zombies. -Dijo Emma, quien iba adelante de Laura-.

Cuando encontramos la supuesta salida, nos encontramos con una sorpresa aún peor. Era una especie de laboratorio, pero, en él, había personas sufriendo. Cortadas, mutiladas, sin partes del cuerpo, pero vivas.

-¿Experimentan con ellos? -Le pregunté a Emma asqueado y sorprendido-.

-Les juro que no tenía idea de esto. -Exclamó Emma asustada-.

El olor era horrible. No sabíamos qué hacer, ni con lo que nos encontraríamos cuando bajáramos de la ventilación. -Tenemos que bajar a la otra planta. Esto no nos puede detener. Tampoco podemos ayudarlos a salir de aquí, les tienen con vida, y morirán si les desconectamos. -Les dije a las chicas-. Vamos, salgamos de la ventilación.

Quitamos la compuerta, y caímos. No había guardias, pero los prisioneros, aquellos que eran víctimas de la ciencia, o bueno, la supuesta ciencia, nos gritaban llorando, pidiendo ayuda. Los tenían conectados a algo, supuse que con ellos mantenían vivo el lugar, o, ¿Quién sabe?

-Se me hace que usan estos cuerpos para darle, de alguna manera, energía a toda la base. -Le dije a Laura-.

-¿Por qué lo dices? –Preguntó mientras miraba los pacientes-.

-Sólo un presentimiento. -Respondí misterioso-.

Escuchamos que iba a entrar alguien, y nos escondimos detrás de unas mesas. Pero, las víctimas no dejaban de hacer ruido, diciendo que los ayudáramos. Entró un hombre, o algo extraño, tenía la cara tapada como con trapos, y no se le veía nada. Tenía un machete ensangrentado. Venía a sacar a un prisionero, así que, cuando este saliera, lo perseguiríamos, y sabríamos más o menos qué era lo que estaba pasando.

Y así pasó. Salió, y lo comenzamos a perseguir de forma prudente. Era un pasillo muy feo, con luces intermitentes en el techo, con las paredes llenas de manos ensangrentadas, al igual que el piso, con ventanas tapadas que no dejaban ver hacia afuera. Esa cosa llevaba al prisionero arrastrado, con la cara tapada. Era un monstruo, una bestia. Teníamos que hacer el mayor silencio posible, aunque igual, éramos más en cantidad, pero lo necesitábamos vivo. Cruzó una puerta, con unas escaleras que subían y otras que bajaban, pero él bajó. Este lugar era demasiado grande, incluso Emma y Chloe que vivían acá, y conocen el lugar por fuera, se les extrañaba tremendo lugar tan grande, escalofriante y asqueroso. Al llegar al piso de abajo, dicho sujeto entró a una habitación que olía incluso peor que todo lo que ya habíamos olido con anterioridad. Puso al prisionero, aún completo y vivo, en una mesa, lo ató de manos, pies y cabeza. Ninguno de nosotros terminaba de asimilar esto. Cuando iba a empezar a cortarlo en pedazos, entramos nosotros, el sujeto reaccionó, tirándonos el machete que llevaba en el pantalón en dirección a nuestras cabezas, que afortunadamente, no le dio a ninguno. Agarramos un par de machetes que habían en el piso, y lo atacamos. Se defendió bien en un principio, pero luego se descuidó al pír que el prisionero intentaba escapar, y ahí Laura y yo le cortamos los brazos y piernas de un solo golpe.

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